La propaganda científica en la Primera Guerra Mundial

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TEMA 10: LA PROPAGANDA CIENTÍFICA

A principios de 1914, con la guerra a punto de estallar, los Estados debían hacerse responsables de la guerra de trincheras, que se suponía corta, del abastecimiento de los heridos y de la continua política exterior así como de la convicción para que se participase en la guerra. De esta forma, el Estado comenzó a generar una serie de fórmulas programadas de información que quedarán establecidas como propias del siglo XX. Sobre las dos perspectivas de organización y convencimiento de la población quedan establecidos los tres ejes fundamentales: el bloqueo submarino, la diplomacia y la información/propaganda.

La guerra era un tema que no interesaba a nadie en un principio pero que fue la primera guerra de masas, con periódicos y alcance global. Así que los Estados diseñaron una serie de informaciones programadas para guiar a la opinión pública. En Inglaterra se creó a toda prisa un gabinete de prensa y el ejército creó su propio departamento de información. La información no era centralizada, de ahí que se enviaran representantes a hacer informes fidedignos. El sistema funcionó hasta 1916.

El proceso llevó a que estos órganos oficiales fueran dirigidos por profesionales del periodismo, lo que derivó en una extraña relación entre periodismo y gobierno. La censura se limitó a los movimientos de tropas y el resto se dejó al libre albedrío de los profesionales. Las relaciones entre prensa y gobierno llegaron a ser tan estrechas que no se sabía exactamente quién mandaba sobre quién.

Todo un contraste con la organización alemana, cuya información correspondió al alto mayor estado y se suspendió toda información que pudiera influir en el estado de ánimo del frente. El control hizo que en 1917 el gobierno tuviera su propia agencia informativa y que los periódicos tuvieran que pasar estrictos controles.

Al principio de la guerra la mentalidad era parecida. En Inglaterra, los periodistas sabían que colocar titulares atractivos traía consigo un aumento de ventas mientras que los militares creían que la información militar era asunto suyo. Churchill y el War Office no tenían simpatía por los periodistas e intentaron el boicot, pero los editores jamás toleraron esa presión y burlaban las medidas del gobierno para conseguir información de primera mano. En 1915, con intervención de EEUU, Churchill levantó la mano permitiendo que hubiera corresponsales, siempre vigilados, en los frentes de guerra. Así la colaboración entre corresponsales y el ejército fue más estrecha y estos pudieron añadir en sus columnas la información que el ejército consideraba importante, así como su tratamiento. De esta forma, los corresponsales pasaron a ser propagandistas y llenaron los periódicos de falsedades, convirtiendo la 1GM en el periodo más falso del periodismo.

Debido al estancamiento de la guerra ambos bandos vieron en EEUU la salvación. En Inglaterra se creó, de la mano de Gilbert, un departamento dedicado a convencer mediante la propaganda a cualquier persona influyente de EEUU de que la causa británica era con la que debían aliarse en la guerra.

En 1917 les alcanzó la conocida crisis, con el estancamiento de la guerra, el cansancio y las deserciones en masa, que llevó a que tuvieran que pensarse nuevas historias que captaran el interés. Es en ese momento cuando la propaganda alcanza el máximo apogeo. Inglaterra tenía ventaja por la preparación previa para convencer a EEUU.

Desde la información de masas a una propaganda planificada se distinguen tres pases. La primera, entre 1914/1915 se da una rigurosa censura militar y el enfrentamiento de la censura con los editores. La ausencia de información fue cubierta de forma rudimentaria. El movimiento más llamativo de esta etapa fue el informe Bryce sobre las crueldades de los alemanes a los belgas. La prensa aprovechaba las oportunidades para llenar la información de cuentos inventados.

La segunda fase es entre 1915/1917 con la identificación entre propaganda e información. Los corresponsales viajaban a las trincheras y emitían informes potenciando lo positivo. La tercera fase empezaría en 1917 y conviviría con la segunda y da el pistoletazo de salida con la campaña de Parker dirigida al convencimiento a EEUU para entrar en la guerra a favor de los aliados. El New York Times fue acusado de ser proinglés y el Comité Creel queda actualmente visto como un órgano en pos de la objetividad. En 1917 estalla la crisis y comienza en sí misma la tercera fase, donde desde el Departamento de Información se aplican las fórmulas ensayadas en EEUU y se orientan a población propia, países neutrales y ejércitos enemigos. Las historias dirigidas a la población fueron atroces, reales o inventadas.

Esto provocó una oleada de falsedad donde en Inglaterra se contaban historias del heroísmo y patriotismo de la guerra y se omitían o acusaban de deserción todas las demás historias. Austria-Hungría era la zona más extensa y el objetivo apoyar el independentismo y en contra del colaboracionismo con los ejércitos imperiales. Wells estableció los objetivos siguientes:

  • Localizar la oposición interior.
  • Dejar claro que la paz será posible solo aceptando a los aliados.
  • Proponer la creación de la Liga de Naciones donde Alemania sería país libre.

Los principios de la propaganda contra los alemanes quedarían recopilados más adelante en una serie de “leyes”.

  • Ley de la simplicidad: esfuerzo mínimo, símbolos accesibles a todos.
  • Ley de la espoleta: espíritus débiles.
  • Ley de la simpatía: las opiniones se contrarrestan con sentimientos encontrados.
  • Ley de la síntesis: La síntesis es más importante que el análisis.
  • Ley de la sorpresa: Es más eficaz una mentira completa que una verdad a medias.
  • Ley de la repetición: solo conozco la regla retórica de la repetición.
  • Ley de la saturación.
  • Ley de dosificación: La propaganda es resultado de presencia e imagen.
  • Ley de unidad.

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