Prometeo y el Origen del Fuego: Un Relato Mítico Griego

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Prometeo, el Ladrón del Fuego: Un Relato Mítico Griego

Al principio de los tiempos, los dioses vivían en la cima del monte Olimpo. Gozaban de una vida muy placentera, con todo lo que quisieran, mientras que los hombres (creados con arcilla por los dioses) trabajaban duro para alimentarse y ganar dinero. En los momentos difíciles, rezaban a los dioses y, posteriormente, les agradecían la ayuda con ofrendas que, al quemarlas, llegaban a los dioses mediante el humo.

El Dilema del Sacrificio y la Intervención de Prometeo

Un día, los hombres estaban discutiendo sobre qué parte del buey que habían sacrificado debían entregar a los dioses. Algunos proponían quedarse con la carne y entregarles solo los huesos a los dioses, argumentando que ellos, a diferencia de los humanos, no necesitaban alimentarse. Otros, sin embargo, opinaban que si daban los huesos a los dioses, estos los castigarían sin piedad.

Zeus, el padre de los dioses, que desde el Olimpo lo oyó todo, deseaba quedarse con la carne, pero los humanos no querían entregarla. Entonces, Zeus decidió llamar a Prometeo, un dios justo y sabio, para que él decidiera la mejor opción.

La Astucia de Prometeo y el Engaño a Zeus

Prometeo sabía que los humanos necesitaban la carne para alimentarse y, puesto que ellos habían cazado y matado al buey, lo justo era que se quedaran con ella. Consciente de que los dioses se enfurecerían si los humanos conservaban la carne (aunque ellos no la necesitaran), ideó un plan para hacer creer a Zeus que la idea de quedarse con los huesos era suya.

Prometeo preparó dos montones:

  • Uno de los montones tenía un aspecto gris y poco apetitoso.
  • El otro era brillante y apetitoso.

Le dijo a Zeus que eligiera uno de los montones y que, dependiendo de lo que este contuviera, así se repartiría siempre el sacrificio. Zeus no tuvo que pensárselo mucho; se llevó el más resplandeciente de ellos, cometiendo un grave error.

La Furia de Zeus y el Castigo a la Humanidad

En el montón de aspecto gris, Prometeo había metido la carne y las vísceras del buey, tapadas por el estómago del animal, la parte más sosa. En el montón brillante, había colocado los tendones y huesos, cubiertos por la grasa del animal, cuyo brillo despierta el apetito. Por supuesto, Zeus eligió el segundo.

Cuando llegó al Olimpo y descubrió el engaño, se volvió loco de rabia. Decidió vengarse, quitándoles el fuego a los hombres, para que, ya que se habían quedado con la carne, se la comieran cruda.

Las Consecuencias para los Hombres

La vida se volvió insoportable para los hombres. Estaban congelados por el frío y vivían con miedo durante la noche, sumidos en la oscuridad y la desesperación.

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