Las Profundas Consecuencias Económicas y Sociales de la Primera Guerra Mundial

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Impacto Económico y Social de la Primera Guerra Mundial

Transformación del Capitalismo y la Economía Global

La Primera Guerra Mundial tuvo efectos económicos muy profundos y duraderos. Las secuelas de la guerra afectaron significativamente la evolución de la economía internacional. El capitalismo decimonónico se alteró profundamente: todos los países suspendieron el patrón oro y, tras esta suspensión, las transacciones financieras pasaron a estar controladas, mientras que los tipos de cambio fueron fijados administrativamente. El libre movimiento de mano de obra y el paso de fronteras sin pasaporte pasaron a ser cosa del pasado.

Consecuencias Demográficas Devastadoras

Hubo millones de víctimas. Se registró una gran cantidad de bajas militares y, además de los fallecidos, muchos fueron incapacitados y un gran número de personas resultaron seriamente heridas. Esto fue consecuencia directa de la generalización de la guerra y de la capacidad destructiva de su armamento. En los países donde hubo enfrentamientos más prolongados, como Alemania, Francia y Rusia, se registró una mayor cantidad de bajas. La guerra afectó también gravemente a los jóvenes. A esto se sumaron las bajas civiles y un significativo déficit de nacimientos (el número de personas que no nacieron a causa de la guerra).

A todo esto, también había que sumar las víctimas asociadas a la guerra por epidemias y hambre. Las pérdidas demográficas totales se estiman entre 50 y 70 millones de personas.

Deterioro Físico y Pérdida de Capital

El valor del stock de capital de Europa se deterioró drásticamente durante la guerra, a consecuencia del daño físico, la venta de activos extranjeros y el descuido del mantenimiento. Stamp calculó que la guerra destruyó el crecimiento normal de las rentas derivadas de la propiedad en Europa. Además, Europa perdió parte de sus activos fijos. A esto habría que añadir la pérdida de territorios.

Las pérdidas de capital fueron desiguales entre los países. Los países neutrales apenas sufrieron daños, mientras que los países ocupados, como Francia y Bélgica, tuvieron peor suerte. También se produjo la destrucción de edificios, campos inservibles, ferrocarriles, entre otros. La reconstrucción tras la guerra era una tarea de grandes dimensiones.

El Legado Financiero: Deuda e Inflación

Aldcroft estima que el coste de la guerra fue muy grande, siendo Estados Unidos, Alemania y Francia los países con mayores gastos. Además del gasto bélico, el problema añadido fue la forma de financiarlo. Los gobiernos abandonaron el patrón oro y recurrieron a la financiación con déficit. Las operaciones de crédito fueron la principal fuente de financiación; más del 80% del gasto se financió mediante crédito. Los bancos concedieron préstamos a través de la creación de un nuevo tipo de dinero: «promesas de pagos».

A partir de aquí, las deudas públicas aumentaron, la oferta monetaria se incrementó y las reservas metálicas de los bancos cayeron. Este fenómeno fue más agudo en los países de Europa Central.

Este método de financiación provocó:

  • Crecimiento de la inflación.
  • Depreciación monetaria.

Los países experimentaron subidas de precios generalizadas. Tras la guerra, los gobiernos tuvieron que afrontar políticas de estabilización económica.

Desequilibrios Comerciales y Deuda Exterior

El consumo de recursos para alimentar el armamento provocó un déficit en la balanza comercial. Los países en guerra tuvieron que importar bienes de los países neutrales, lo que redujo su capacidad exportadora. Parte del déficit se saldó con exportaciones de oro hacia países proveedores. Estados Unidos aumentó sus reservas de oro, mientras que Francia e Inglaterra agotaron sus existencias de oro.

Los bancos norteamericanos concedieron líneas de crédito que permitieron a los aliados europeos financiar compras de mercancías; además, estos países tuvieron que afrontar una deuda interna considerable. Las naciones vendedoras estaban en deuda con Estados Unidos, mientras que este último no debía a nadie. Estados Unidos se negó a seguir proporcionando créditos, ya que países como Francia e Inglaterra no pagaban, argumentando que ellos mismos no cobraban de otros países.

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