Procesos clave de absorción de lípidos y proteínas y eliminación de sales
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Absorción de lípidos
El objetivo primario de la digestión de los lípidos es hacerlos hidromiscibles para que puedan absorberse a través de las microvellosidades intestinales, las cuales están recubiertas por una capa acuosa.
La separación mecánica de los lípidos de los demás nutrientes comienza en el estómago por efecto de los movimientos peristálticos. Dicha acción continúa en el duodeno, a donde llega una emulsión de grasa que se hidrolizará gracias a la acción combinada de las lipasas pancreáticas y de las sales biliares. El tamaño de las partículas de grasa se reduce hasta los 500-1000 Å. La acción detergente de las sales biliares es previa a la acción de la lipasa, pues deja las partículas grasas con mayor superficie por unidad de volumen, lo que facilita la acción de las enzimas pancreáticas. La hidrólisis de los triglicéridos aún no es total, sino que se forman micelas de monoglicéridos, ácidos grasos y ácidos biliares. Estos poseen grupos polares que se orientan hacia el exterior en contacto con la fase acuosa, mientras que los grupos no polares forman el corazón lipídico de la micela. Las micelas producidas en la luz del duodeno tienen un diámetro de 50-100 Å y transportan los lípidos hasta las células de la mucosa intestinal, donde son posteriormente absorbidos.
Absorción de proteínas
La digestión de las proteínas se inicia por acción de la pepsina del estómago, dando lugar a la formación de polipéptidos, oligopéptidos y algunos aminoácidos. La digestión continúa en el intestino gracias a las proteasas del jugo pancreático (tripsina, quimotripsina, carboxipeptidasas, colagenasa y elastasa), formándose oligopéptidos (30%) y diferentes aminoácidos (70%).
Al igual que ocurría con los glúcidos, la digestión se completa a nivel del borde en cepillo de las células intestinales o enterocitos. Estos contienen una serie de aminopeptidasas orientadas hacia el exterior de la membrana, que hidrolizan la mayor parte de los péptidos, liberando aminoácidos. Una pequeña parte de los péptidos puede, no obstante, pasar al interior de las células a través de un transportador ligado a H+ y se hidrolizan a aminoácidos por medio de peptidasas citoplasmáticas. Los mecanismos de absorción de los aminoácidos son de transporte activo secundario acoplado al sodio, existiendo cuatro tipos de transportadores distintos para los aminoácidos neutros, básicos, ácidos y uno específico para prolina e hidroxiprolina. La mayor parte de los productos de la digestión de las proteínas se absorben en el intestino delgado. Al intestino grueso solo llegan pequeñas cantidades que serán catabolizadas por la flora intestinal. Es importante señalar que, aunque en proporciones muy pequeñas, también es posible la absorción intestinal de proteínas por mecanismos de pinocitosis. La importancia nutritiva es mínima, pero sí puede tener interés al desencadenar una respuesta inmunológica.
Mecanismo de eliminación de soluciones concentradas por las glándulas de sal
Se encuentran en aves y reptiles y se encargan de secretar un líquido muy concentrado en sales. Son muy importantes en ambientes con estrés osmótico significativo, como el desierto. Ocupan depresiones superficiales en el cráneo por encima de los ojos. Están formadas por lóbulos de cerca de 1 mm de diámetro cada uno, de los cuales drena por unos túbulos secretores ramificados y por un canal central a un conducto central hasta las fosas nasales.
Organización y funcionamiento
La glándula de la sal estaría organizada como un sistema en contracorriente que puede ayudar a concentrar sales en el líquido segregado. Los capilares están dispuestos de forma que el flujo de la sangre sea paralelo a los túbulos secretores y en la dirección opuesta al flujo de la secreción. Este flujo mantiene un gradiente de concentración mínima entre la sangre y la luz del túbulo a lo largo de toda la longitud del mismo, por lo cual minimiza el gradiente de concentración para el transporte contra gradiente desde el plasma al líquido segregado, que es transporte activo.
Control de la glándula de sal
Está controlada por control neural directo a través de los nervios parasimpáticos y por un sistema neuroendocrino. Los osmorreceptores del hipotálamo responden a un aumento de la tonicidad plasmática con una descarga sensorial. Esta respuesta y la información de los receptores extracraneales activan a las neuronas colinérgicas del parasimpático que inervan la glándula de la sal. La acetilcolina liberada por estas neuronas estimula directamente la excreción de sal e incrementa la secreción porque produce vasodilatación. También se estimula por AVT, ACTH y corticoesteroides que inhiben la corteza suprarrenal y disminuyen la filtración glomerular.