El proceso investigativo: Explorando el origen, definición y planteamiento de problemas de investigación
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Capítulo II: Momentos del Proceso Investigativo
2.1 Origen de las Investigaciones
El primer paso para la realización de un proyecto de investigación es una idea acerca de la realidad. Existen múltiples situaciones y contextos que sirven como fuentes de ideas para investigar, tales como:
- Temas de discusión en grupos
- Problemas que se ven en la televisión
- Temas presentados en revistas científicas
- Noticias de periódicos
- Materiales audiovisuales
- Temas detectados en internet
- Identificación de vacíos en el conocimiento
- Inquietudes y problemas que surgen de la práctica
Como señala Hernández (2003): “La mayoría de las ideas iniciales son vagas y deben analizarse cuidadosamente para que se transformen en un planteamiento más preciso y estructurado”.
Una vez detectada la idea y su fuente, se puede socializar con otros investigadores para conformar un planteamiento de investigación. Es crucial que la idea no quede vaga, por lo que se debe ampliar el conocimiento sobre la temática. Además, es importante buscar información sobre antecedentes, asegurándose de que el tema no haya sido investigado y que tenga la importancia suficiente para ser estudiado.
2.2 El Problema
2.2.1 Introducción
“Existe una tendencia a subestimar la importancia de la indagación exploratoria y considerar solamente el trabajo experimental como científico” (Selltiz, 1970).
El ser humano busca aumentar su conocimiento del mundo y, en ese proceso, encuentra problemas. Su tarea, para lograr el conocimiento, consiste en tratar estos problemas. El investigador moderno, a diferencia del antiguo, no es tanto un acumulador de conocimiento, sino un generador de problemas de investigación. Solo el hombre inventa problemas nuevos: es el único ser problematizador, el único que puede sentir la necesidad y el gusto de añadir dificultades a las que ya le plantean el medio natural y el medio social. Aún más, la capacidad de percibir novedad, de “ver” nuevos problemas y de inventarlos es un indicador del talento científico y, por consiguiente, un índice del lugar ocupado por el hombre en la escala de la evolución.
Todo problema de investigación se origina en una necesidad o deficiencia social. Una necesidad es una deficiencia para el logro de un objetivo, y esa deficiencia origina un problema que debe ser resuelto. El término “problema” designa una dificultad que no puede resolverse automáticamente, sino que requiere una investigación, ya sea conceptual o empírica.
Todo problema es el primer eslabón de la cadena problema-investigación-solución. Los problemas humanos son, por lo general, problemas de acción, decisión, conocimiento o estimación. En las ciencias fácticas (a las que a veces se denomina “ciencias prácticas”) se encuentran las tres clases de problemas, siendo los de conocimiento los centrales.
A pesar de que en la práctica se entiende qué es un problema, se sabe identificar y hasta se puede ensayar una respuesta frente a él, no hay duda de que el concepto no es tan fácil de definir, ya que en torno al mismo giran aspectos muy diferentes. Pese a los elementos comunes presentes en las diversas definiciones, existe una gran variedad de problemas: teóricos, prácticos, científicos, empíricos, conceptuales, etc., que, según el área o la disciplina, pueden tener significados muy diversos.
Para la comunidad, un problema es sinónimo de dificultad, de tarea, de ejercicio o de pregunta práctica y teórica que exige respuesta o solución. Hay quienes usan la palabra problema para referirse a una cuestión compleja que exige solución, o cualquier asunto que requiere nuestra dedicación. En todo caso, existe un denominador común en todas estas variantes cotidianas del problema: se refieren a un hecho no resuelto que debe encontrar una respuesta teórica o práctica, científica o cotidiana, social o individual, que posibilitará resolver parcial o totalmente el problema.
El problema es el germen sin el cual no aflorarían las respuestas que cierran cada aventura del conocimiento y, aún, de la toma de decisiones cotidianas. El punto de partida de cualquier plan, proyecto o actividad de investigación es la definición de uno o varios problemas por solucionar que afectan bien a individuos, a grupos específicos, a una sociedad o a un sector de la realidad natural o social.
2.2.2 Definiciones del Problema
Chacín y Padrón (1996) recuperan las siguientes definiciones y comentarios sobre “el problema”:
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Por ello, es indispensable que el problema esté adecuadamente fundamentado, teniendo determinada importancia teórica, metodológica o práctica, y posibilidades de solución; además, debe estar correctamente formulado en términos científicos.
2.2.3 ¿Qué es un Problema en General?
Según Kerlinger y Lee (2002), un problema es un enunciado u oración interrogativa que pregunta: ¿Qué relación existe entre dos o más variables? La respuesta constituye aquello que se busca en la investigación. Es una contradicción entre lo que sucede, lo que es y lo que debería ser.
En términos generales, entendemos por problema cualquier dificultad que no se puede resolver automáticamente, es decir, con la sola acción de nuestros reflejos instintivos y condicionados, o mediante el recuerdo de lo que hemos aprendido anteriormente. Por tanto, continuamente se suscitan en nosotros los más diversos problemas, cada vez que nos enfrentamos a situaciones desconocidas, ante las cuales carecemos de conocimientos específicos suficientes. Entonces nos vemos obligados a buscar la solución o el comportamiento adecuado para poder enfrentarnos a tales situaciones.
2.2.4 ¿Qué es un Problema de Investigación?
La investigación (científica o no) consiste en hallar problemas, identificarlos, formularlos y tratar de encontrar su solución, sea con ayuda del conocimiento existente, sea con el conocimiento nuevo y, en todo caso, a la luz de la razón y de la experiencia. Desde luego, dejar de tratar problemas es dejar de investigar. Los problemas pueden, a veces, estar referidos a carencias objetivas, desconocimiento de síntomas, causas, efectos, relaciones, procesos o indicadores que den cuenta de la línea de base o situación de partida de cualquier esfuerzo investigativo.
En la vida cotidiana y en la científica se presentan problemas de la más diversa índole. Pero cuestiones como las que siguen ameritan alguna consideración que puede llevar a aclarar, en principio, esta temática sobre el problema de investigación.
2.2.5 ¿Qué es un Problema Científico?
La variedad de los pensamientos, ya sean cotidianos o científicos, es infinita. Lo mismo sucede con los problemas. La naturaleza y la sociedad nos presentan a diario nuevos problemas; pero no tendría caso considerarlos todos; sería poco menos que imposible y carecería de interés. A la metodología de la ciencia le preocupan, de manera preferente, los problemas científicos. Pero no todo problema, como es obvio, es un problema científico: los problemas científicos son exclusivamente aquellos que se plantean sobre un trasfondo científico y se estudian con medios científicos y con el objetivo primario de incrementar nuestro conocimiento.
Si el objetivo de la investigación es práctico más que teórico, pero el trasfondo y los instrumentos son científicos, entonces el problema es de ciencia aplicada o tecnología, y no de ciencia pura. Sin embargo, no es una línea rígida la que separa los problemas científicos de los tecnológicos, pues un mismo problema, planteado y resuelto con cualquier fin, puede dar una solución que tenga ambos valores: el cognoscitivo y el práctico. Así, por ejemplo, los estudios de ecología y etología de los roedores pueden tener a la vez valor científico y valor práctico para la agricultura y la medicina.
Los problemas por resolver implican la necesidad de hallar la respuesta a una cuestión indagada, descifrar los valores de ciertas incógnitas, descubrir algún proceso desconocido, encontrar la manera de intervenir en el comportamiento de un proceso para cambiarlo, construir objetos o instrumentos, formular nuevos conceptos, inferir conclusiones, establecer hipótesis o determinar explicaciones pertinentes.
Son ejemplos de problemas científicos:
- El efecto de una droga en el sistema nervioso.
- Evitar el rechazo del cuerpo humano a los órganos trasplantados.
- Demostrar un teorema.
- Explicar hechos mediante teorías.
Un problema de investigación es un punto de conflicto conectado con una situación de dificultad, en la que hay una laguna de conocimiento, una duda por resolver o una deficiencia práctica por satisfacer para el logro de un objetivo, y para lo cual pueden preverse dos o más soluciones (hipótesis). El problema de investigación se origina en una dificultad teórica o práctica, o en una curiosidad acerca de ciertos hechos, que no puede resolverse automáticamente, sino que requiere una investigación teórica o empírica. Todo problema de investigación lleva implícita la solución a una necesidad social.
Según lo señalara Einstein, tener identificado el problema significa tenerlo resuelto en un ochenta por ciento y, con ello, asegurado el éxito de la investigación: lo demás es solo cuestión de aplicar la habilidad matemática o el entrenamiento en el manejo de técnicas específicas para la obtención de datos. El planteamiento del problema (quién lo creyera) es mucho más importante que su solución.
En los problemas de investigación se encuentran aspectos conocidos y también elementos desconocidos. Los aspectos conocidos pueden constituir los síntomas, los efectos, los resultados de algo que se convierte en incógnita. El problema se muestra, en este caso, a través de sus manifestaciones. Pero puede ocurrir también que el aspecto conocido ya no sea el efecto, sino la causa, su origen.
Los aspectos conocidos del problema de investigación permiten diagnosticarlo y caracterizarlo. Conociendo la causa o el efecto de un problema de investigación, será posible un acercamiento cuyo resultado será un diagnóstico, un primer reflejo para el dominio del problema. Los aspectos desconocidos del problema constituyen el factor hipotético, el origen de una suposición científica. Precisamente, el hecho de desconocer una serie de factores conduce al investigador a lanzar sugerencias que, al cumplir ciertos requisitos, se convierten en las hipótesis por demostrar.
El problema de investigación existe en relación con un objeto de investigación y solo puede ser entendido en la medida en que lo sea el objeto en el cual se manifiesta. El paciente es, para el médico, su objeto de investigación, mientras que la enfermedad es su problema.
Como cualquier fenómeno del universo, el problema de investigación no es estático, sino que corresponde a una dinámica en la que se presentan tres fases: latencia, manifestación y solución. En la fase de latencia, podemos decir que el problema ya existe en un objeto, pero sus síntomas aún no son manifiestos y, por lo tanto, no ha podido ser reconocido socialmente. En la fase de manifestación, el problema se revela a través de algunos de sus elementos y, por lo tanto, es fácil reconocerlo social y científicamente; es decir, existe y, además, se sabe de su existencia. La solución es la fase en que se reconocen o bien las causas, o bien los efectos de la existencia del problema y, por lo tanto, se pretende conocer sus soluciones.
La identificación y clara delimitación de un problema con miras a su investigación científica no es cosa fácil de lograr, pues no existen reglas para ello; el acto mismo de “inventar” o descubrir un problema es algo que escapa al análisis lógico. Sin embargo, pensar verdaderamente un problema determinado que sea teóricamente significativo y, en principio, investigable, puede convertirse en una empresa de reflexión muy cuidadosa y que no suele emprenderse sin un mínimo de vocación.
2.2.6 Los Problemas: Fuente de la Ciencia
El hombre, único ser problematizador, es también el único que puede sentir la necesidad y el gusto de añadir dificultades a aquellas que le plantean el medio natural y el medio social. Aún más, la capacidad de percibir novedad, de ver nuevos problemas y de inventarlos es un indicador del talento científico, en una época en la que se presta más atención a la resolución de problemas (frecuentemente, la simple aplicación de técnicas) que al descubrimiento de problemas (operación racional de escudriñar la realidad). Cuanto más rentables son los problemas descubiertos, planteados y resueltos por un investigador, tanto mayor es la valía de éste. Pero no hace falta que los resuelva todos: basta con que suministre a otros investigadores problemas cuya solución puede constituir un progreso relevante del conocimiento.
La actitud problematizadora es característica relevante de toda actividad racional y la más visible de la ciencia. Las tareas del investigador son: tomar conciencia de problemas que otros pueden haber pasado por alto (percepción de una realidad); insertarlos en un cuerpo de conocimiento (marco teórico y conceptual) e intentar resolverlos con el máximo de rigor (planeación y diseño de la investigación), ante todo para enriquecer el conocimiento (valor intelectual y social de la ciencia).
El progreso del conocimiento consiste en plantear, aclarar y resolver nuevos problemas, pero no problemas de cualquier clase, esto es, problemas demasiado triviales o problemas que van más allá de sus fuerzas, o problemas aislados. La selección errada de los problemas, como consecuencia de una contemplación equivocada del mundo y de la investigación, es causa principal del fracaso, no solo de ciertas escuelas de pensamiento, sino de muchas investigaciones.
Las necesidades prácticas son fuente de problemas científicos, pero el insistir exageradamente sobre la aplicación práctica (por ejemplo, la industria o la política) a expensas del valor científico intrínseco de la investigación es, a largo plazo, esterilizador. En primer lugar, porque los problemas científicos no son primariamente problemas de acción, sino de conocimiento; en segundo lugar, porque no puede realizarse trabajo creador más que con entusiasmo, y el entusiasmo puede fácilmente faltar si la línea problemática de investigación no se elige libremente y movidos por la curiosidad.
Al igual que en la vida cotidiana, en la ciencia, el planteamiento de grandes tareas acarrea grandes éxitos y grandes fracasos. Nadie puede esperar que preguntas superficiales y modestas reciban respuestas profundas y muy generales. El camino más seguro es, sin duda, la selección de problemas triviales. Los que buscan, ante todo, la seguridad deben escoger problemas pequeños; solo los pensadores más amigos del riesgo tomarán el de gastar muchos años en luchar con problemas de grandes dimensiones que no les asegurarán ni continuidad ni ascensos en su carrera. Las grandes revoluciones se han producido siempre en la ciencia pura por obra de personas de este carácter, más que por descubrimientos casuales de investigadores prolijos y sin imaginación, dedicados a problemas aislados y reducidos. (Ver figura).
No hay técnicas para elaborar problemas que sean a la vez profundos, fecundos y resolubles con medios prescritos. Pero pueden ser útiles los siguientes consejos:
- Criticar soluciones conocidas; esto es, buscar puntos débiles en ellas.
- Aplicar soluciones conocidas a situaciones nuevas y examinar si siguen valiendo para éstas.
- Generalizar viejos problemas.
- Buscar relaciones con problemas pertenecientes a otros campos.
Una vez propuesto un problema a la investigación, hay que estimar su valor, aunque tampoco se conocen reglas ya listas para estimar a priori la importancia de los problemas, y solo los investigadores con experiencia, amplia visión y grandes objetivos pueden estimar con éxito los problemas, pero tampoco de un modo infalible.
2.2.7 ¿De Dónde Surgen los Problemas de Investigación?
Los problemas de investigación se presentan de muchas formas y pueden originarse, entre otras, en las siguientes fuentes:
a. Un interrogante o vacío en el conocimiento de algún aspecto de la realidad y para el cual no se tiene todavía una respuesta.
b. Discrepancias entre varias investigaciones sobre una misma cuestión en estudio, cuyos resultados parecen no concordar entre sí.
c. Debate o polémica sobre un asunto de interés público.
d. Determinados hechos para los cuales no se cuenta con la explicación que dé razón de su ocurrencia.
2.2.9 Clasificación de los Problemas
Muy diversas son las clases de problemas que a diario se nos presentan o que nos proponemos por curiosidad o vital necesidad.
- Unos son prácticos y se originan en las múltiples urgencias que, como seres vivos o como personas, tenemos que satisfacer para adaptarnos al complejo y cambiante mundo de hoy.
- Otros son problemas que tienen más relación con nuestra curiosidad intelectual por comprender el mundo y develar los principios que regulan la naturaleza; son éstos los problemas teóricos, de simple conocimiento, los cuales atraen nuestra inquietud y curiosidad sin preocupación pragmática inmediata, pero que, una vez resueltos, nos ayudan a solucionar los de orden práctico que a diario nos acosan.
En cuanto a su solución, un problema se puede considerar resoluble o irresoluble.
- Un problema resoluble es aquel cuya solución puede ser verificada; por ejemplo: ¿Cuáles serían las condiciones químicas del suelo favorables para la producción de palma en las terrazas altas del piedemonte llanero?
- Un problema irresoluble es aquel que plantea una pregunta cuya respuesta no es posible obtener, por estar mal estructurada y planteada de manera vaga, y por no poder obtenerse datos pertinentes para la solución propuesta; por ejemplo: ¿Las plantas fueron creadas?
También pueden clasificarse los problemas como de objeto y de procedimiento.
- Los problemas de objeto se refieren a las cosas y pueden presentarse como:
(a) Problemas empíricos, cuya solución exige operaciones basadas en la experiencia (aunque no necesariamente en la experimentación) y, además, el ejercicio del pensamiento, y
(b) Problemas conceptuales, en los cuales solo hay trabajo intelectual. Ejemplo de un problema empírico sería averiguar cuál es el efecto de una droga sobre la memoria. Ejemplo de un problema conceptual: averiguar qué se entiende por memoria.
Los problemas empíricos se mezclan con problemas conceptuales y no se caracterizan por una falta total de consideraciones teóricas en su planteamiento y manejo, sino por la presencia de operaciones empíricas en el curso de su resolución.
Los problemas de procedimiento se refieren al modo de conseguir información de las cosas y al conocimiento en general. Dentro de los problemas de procedimiento se agrupan los problemas metodológicos y los problemas valorativos.
2.2.10 Lógica de Problemas
La lógica se ocupa fundamentalmente de los procesos de la investigación científica. Pues bien, la investigación misma supone siempre el planteamiento de problemas, ya que su tarea consiste justamente en resolverlos. La ciencia, tanto en general como en particular, constituye una sucesión interminable de problemas que llegan a resolverse solamente para venir a plantear nuevos problemas que, a su vez, al ser resueltos, pondrán al descubierto otros interrogantes, y así sucesivamente. En esta característica de la ciencia no se ve otra cosa que la infinitud de las manifestaciones del universo, cuya determinación nunca se puede terminar.
Ahora bien, dentro del pensamiento se distinguen dos elementos: el juicio y la interrogación. Pero el juicio es el resultado de una pregunta y ésta, por su parte, resulta de juicios anteriores. De esta manera, el pensamiento se compone de una serie de preguntas y respuestas que se encuentran conectadas estrechamente entre sí, que se suponen unas a las otras y que surgen recíprocamente. Por lo tanto, como en el planteamiento de un problema se encuentran implicados muchos juicios anteriores y puesto que el problema mismo conduce a la posibilidad de nuevos juicios, entonces dicho planteamiento se encuentra sujeto a las condiciones que se establecen para el juicio.
En la investigación científica, todo juicio dado es respuesta a una pregunta previa, y la pregunta fija las condiciones dentro de las cuales es necesario encontrar la respuesta. Una de esas condiciones es el punto de vista general desde el cual el juicio llegará a una caracterización determinada de una materia de conocimiento. Pero esa materia de conocimiento no es lo ya determinado, sino lo determinable.
Toda investigación comienza con un problema. Una lógica de la investigación científica tiene que dar cuenta de este hecho. La ciencia progresa merced a que el hombre de ciencia, insatisfecho, se lanza a la búsqueda de nuevas verdades. En tal empeño, el investigador, primero, suscita y propone temas o cuestiones en un determinado territorio del saber; segundo, forja un boceto (plan de trabajo) encaminado a dar respuesta al problema.
La aporética o lógica del interrogante científico estudia las condiciones de los problemas válidos y de las cuestiones conexas. La lógica tradicional no consideró el estudio de los problemas científicos por estar desconectada de la investigación particular. Pero todas las ciencias hacen preguntas, plantean sus cuestiones de estudio, y hay que realizar este planteamiento de acuerdo con leyes lógicas.
Dos son los supuestos lógicos del planteamiento y de las preguntas:
a) El principio heterotético del pensar.
b) Ciertos datos conocidos.
La heterotesis significa afirmación incompatible con conocimientos previos. Toda cuestión científica implica una contradicción que promueve la búsqueda de una solución, la cual, a su vez, encontrará en su camino una nueva contradicción, y así sucesivamente. Ejemplo: se creyó que la Tierra no tenía movimiento alguno y que, aparentemente, el Sol, la Luna y todos los astros giraban en torno a ella; pero nuevas observaciones contradijeron esta afirmación.
En cuanto al segundo supuesto de la aporía, el conocimiento implica otros ya adquiridos, susceptibles de superarse en el tránsito dialéctico del saber. La pregunta de si gira la Tierra en torno del Sol supone no solo la contradicción de aquellos hechos, sino también una serie de conocimientos, a saber: esfericidad del globo terráqueo, movimiento de otros astros, etc.
La clasificación lógica de las interrogaciones se hace tomando en cuenta la función de la materia del juicio; ésta es correlativa a la del predicado. Por lo tanto, hay que derivar la pauta para distinguir las especies de preguntas científicas de la que se tomó para clasificar el concepto. Se tienen, entonces, aporías genéricas de una materia de conocimiento. Ejemplo: ¿A qué tipo de animales pertenecen los insectos? Respuesta: a los artrópodos.
Hay también aporías específicas; por ejemplo: ¿Cuántas clases de felinos existen? Con respecto a la función categorial del juicio, se dan aporías por su relación lógica: sobre la esencia o el qué de los objetos, sobre la causa de los fenómenos, sobre su acción recíproca. Ejemplos: ¿Qué es el cáncer? ¿Cuál es su causa?
Cualquier conocimiento ha de concebirse como solución a un problema. El juicio, por ejemplo, “no existen cuerpos en reposo absoluto”, es la contestación a una pregunta en el marco de la física. Busquemos el origen de la pregunta planteada. Supongamos que se haya fijado el interrogante: “¿Existen cuerpos en reposo?”. Partiendo del hecho de que el Sol está animado de movimiento (conocimiento, por cierto, que negaba la idea antigua de que esta estrella era fija), se cumple la primera condición necesaria de todo interrogante científico. También se verifica el segundo de los supuestos precitados.
Para lanzar la pregunta, se admiten, en efecto, las ideas ya conocidas de “reposo absoluto” y “cuerpo”. Sin estas nociones previas, que involucran un conjunto de leyes rigurosas, la pregunta no tendría sentido alguno, y así, en este orden regresivo. En otras palabras, cualquier problema científico supone una solución de antemano lograda, un conocimiento ya adquirido; respuesta, a su vez, que implica forzosa y manifiestamente una pregunta determinada.
Pese a las señaladas concordancias que existen entre el juicio y la aporía, en esta última se pueden distinguir algunas características propias que no se destacan con la misma significación del juicio. En primer lugar, el planteamiento de un problema siempre toma en cuenta, de modo sintético, los conocimientos adquiridos con anterioridad; pero no se mantiene en el momento de su expresión, como es el caso en el juicio, sino que los proyecta en determinada dirección, en una tentativa por resolver las incógnitas que el propio desarrollo del conocimiento contiene.
Por otra parte, en el problema se expresan, fundamentalmente, los resultados de la experimentación y del desarrollo teórico que no se pueden explicar por completo con apoyo de los conocimientos anteriores; a diferencia del juicio, en el cual se exponen más bien las verificaciones obtenidas en la teoría y en la experiencia.
Cualquiera que sea la naturaleza de un problema, pueden distinguirse en él los siguientes aspectos:
a. El problema mismo, como objeto conceptual o creación del intelecto, diferente de un enunciado.
b. El acto de preguntar, antecedido por el acto de pensar (ambos, objeto de la psicología).
c. La expresión del problema mediante un conjunto de sentencias interrogativas (aspecto lingüístico).
De estos aspectos, en la investigación científica interesa el tratamiento de problemas como clases de ideas analizables con la ayuda de otras ideas, generalmente reunidas en lo que se conoce como cuerpo de conocimiento previo, preexistente.
En todo problema de investigación aparecen ideas de tres clases: el fondo, el generador y la solución presunta, si existe.
En general, el fondo del problema está constituido por el conocimiento preexistente, que consiste en un conjunto de hechos, datos o resultados de observaciones y, en particular, por los presupuestos específicos del problema, o sea, afirmaciones (un cuerpo de enunciados de teoría o también de hechos) que están, de un modo u otro, implicadas, pero no puestas en tela de juicio por la formulación del problema.
El generador es la función preposicional1 suministrada por el problema al aplicar el signo “?” una o más veces; es decir, cuando el problema se desglosa en varios subproblemas o preguntas.
La solución del problema la constituye un conjunto de fórmulas hipotéticas (enunciados fácticos generales susceptibles de verificación empírica) que todo problema tiende a producir y que, cuando se insertan en el generador del problema, lo convierten en un conjunto de proposiciones o enunciados particulares, relativos a cada pregunta, con un determinado valor de verdad. La mayoría de los problemas de la ciencia fáctica tienen soluciones meramente aproximadas; solo los problemas relativamente triviales tienen soluciones exactas; pero lo importante no es conseguir soluciones totalmente verdaderas para problemas de toda clase: lo importante es tener medios para corregir errores e imprecisiones y perfeccionar las soluciones disponibles.
Es necesaria la inclusión de variables en las preguntas, pues, de lo contrario, los interrogantes estarían relacionados con problemas dotados de una única incógnita, lo cual, a su vez, presupondría proposiciones que no pueden ser más que verdaderas o no verdaderas; esto es, que solo originarían respuestas del tipo “SÍ” o “NO”, o que se responden simplemente con un concepto cuantitativo de lugar. Por ejemplo: la formulación “¿Es p verdadero?” presupone que la proposición no puede ser más que verdadera o no verdadera. Todo lo anterior significa, a su vez, que se está frente a un problema mal formulado y, por lo tanto, irresoluble con los medios concretos utilizados en ciencia factual (datos, teorías y técnicas). Ejemplos de esta clase de problemas: “¿Se están extinguiendo las plantaciones de fique en el oriente de Cundinamarca?”; primera respuesta: SÍ; segunda respuesta: NO; y, también, la pregunta: “¿Dónde se registran aumentos anuales de temperatura?”; respuesta única: “en el oriente de Cundinamarca”, que es un concepto cuantitativo de lugar.
La pregunta “¿Cuál es la longitud de esta varilla?” tendrá una sola respuesta con la condición de que “ésta” sea un nombre no ambiguo en el contexto dado y, además, que el sistema de referencia, la unidad de longitud, la temperatura y la presión hayan sido indicadas. La pregunta “¿Dónde está c?” no está completamente determinada: un hombre (c, en este caso) no individualiza nada, a menos que sea en un contexto; hay que indicar el conjunto de propiedades A que identifican a c y preguntar, entonces: “¿Dónde está el c tal que c es un A?”.
Un problema puede estar bien conformado, pero con un fondo vagamente indicado, o tenerlo defectuoso. Por ejemplo, la pregunta “¿Es p verdadero?” está bien construida, pero, al formularla, presuponemos que p tiene o puede recibir un solo valor veritativo. Lo cual no es, en modo alguno, obvio, porque p puede ser falso en un sistema y verdadero en otro. Análogamente, el problema “¿Cuál es el punto de fusión del azufre?” presupone que el azufre tiene un solo punto de fusión, cualquiera que sea su forma cristalina, y eso es falso. Nunca puede plantearse una pregunta sin presuponer algo. El plantear presupone nuestra propia existencia, y el preguntar acerca del comportamiento de las cosas presupone, por lo menos, la posibilidad de la existencia de éstas y la posibilidad de que las conozcamos en alguna medida. Como no hay pregunta sin un trasfondo, y como éste puede constar de falsedades o de ideas debatibles, la aceptación ingenua de una pregunta sin examinar su trasfondo no tiene más valor que la aceptación ingenua de una respuesta sin examinar su fundamento.
Como conclusión de todo lo anterior, no hay que dejarse confundir por la aparente ausencia de variables en los problemas; hay que buscarlas a través de preguntas; pero no hay que inventarlas: hay que construirlas con un soporte lógico y con la ayuda de datos, teorías y técnicas. No pueden resultar al azar ni por capricho. No se obtienen respuestas determinadas sino cuando se formulan preguntas determinadas.
Los problemas científicos no nacen, pues, en el vacío, sino en el humus de un cuerpo de conocimientos preexistente, constituido por datos, generalizaciones empíricas, teorías y técnicas.
1 Una función proposicional es una fórmula lingüística en la que puede moldearse gran variedad de contenidos específicos y, por tanto, no es un enunciado que puede ser verdadero o falso en alguna medida; dicha fórmula, pues, carece de contenido factual. Ejemplo: “X es azul”. La función proposicional se convierte en una proposición si todas las variables individuales y predicativas toman valores específicos. Ejemplo: “algún X es azul”.
2.2.11 La Identificación del Problema
Existen ideas nacidas de la observación de cualquier hecho de la realidad que pueden o no transformarse en problemas de investigación. Al principio, esas ideas son vagas y confusas; no se sabe qué es lo que sucede. Luego, después de pensar mucho y estar en relación continua con el objeto de investigación, se puede lograr una identificación cada vez más clara de la situación problemática. Antes de estar en condiciones de enunciar y analizar un problema de investigación, es necesario saber en qué consiste y comprender cómo puede surgir en la mente del investigador.
Suele hacerse la distinción entre problema de investigación y tema de investigación, siendo este último el asunto más general dentro del cual emerge el problema específico. El tema es el asunto general dentro de un área o campo de conocimiento de la realidad. El tema puede contener, potencialmente, muchas y muy variadas situaciones que pueden especificarse y tomarse como problemas susceptibles de ser investigados. De esta manera, se puede señalar como tema de investigación las propiedades medicinales de las plantas y, dentro de él, circunscribir un problema de investigación que podría ser: las propiedades farmacológicas de la quina en la fiebre amarilla. Otro tema puede ser efecto de los medios de comunicación de masas y, dentro de éste, un problema que podría identificarse como: efecto de la televisión en la comunicación familiar.
Es necesario tener cuidado en la elección de un tema, ya que, en no pocas ocasiones, los investigadores con poco criterio escogen temas muy generales, abarcando tal diversidad de campos problemáticos que solo conducen a una innumerable recuperación de información indiscriminada y carente, en sí misma, de valor específico.
Existe una situación, dentro del campo del conocimiento, que se puede identificar como un problema de investigación cuando se es consciente de que, en el conocimiento de la realidad, se percibe un vacío o alguna dificultad que demanda una respuesta para resolverla; tal cosa sucede cuando se ignora cómo ocurren ciertos fenómenos, cómo son los objetos, o cuando no se puede explicar por qué ocurren.
Como corolario de todo lo anterior, la identificación del problema de investigación consiste en aislar, del conjunto posible de situaciones concretas que puede ofrecer un tema determinado, una situación particular que pueda ser sometida a observación y análisis a fin de establecer interrogantes y respuestas hipotéticas que han de someterse a comprobación. Es la dificultad en nuestro conocimiento de algún aspecto de la realidad objetiva y la necesidad de encontrarle una respuesta lo que nos impulsa a saber en qué consiste; es decir, a identificar en ella un problema de investigación.
2.2.12 Planteamiento del Problema
Se dice que todo problema aparece a raíz de una dificultad; ésta se origina a partir de una necesidad, en la cual aparecen dificultades sin resolver. De ahí, la necesidad de hacer un planteamiento adecuado del problema a fin de no confundir efectos secundarios del problema con la realidad que se investiga. Por tanto, el planteamiento establece la dirección del estudio para lograr ciertos objetivos, de manera que los datos pertinentes se recolectan teniendo en mente esos objetivos a fin de darles el significado que corresponde.
En relación con el planteamiento del problema conviene hacer distinción entre:
- Problemas.
- Problemas de investigación.
- Problemas de la investigación.
- Problemas del investigador.
- Problema por investigar.
Debe haber objetividad ante la dificultad como actitud básica del investigador; un problema de investigación no debe ser afectado por la subjetividad del investigador; la investigación no pretende resolver problemas personales, a no ser que éstos sean el objeto de la investigación.
El planteamiento del problema pone de manifiesto tres aspectos que deben tenerse en cuenta desde un principio:
Descripción del problema.
Elementos del problema.
Formulación del problema.
2.2.12.1 Descripción del problema
No se pueden plantear problemas de investigación a espaldas de la realidad que se investiga. Un problema investigable es un punto de conflicto conectado con una situación de dificultad en la que hay una duda por resolver y pueden preverse dos o más soluciones.
La descripción del problema es la ambientación de la realidad del problema, en relación con el medio dentro del cual aparece. Implica conocimiento más o menos adecuado a la realidad. La descripción presenta todos aquellos puntos que unen circunstancias - problema en relación con la investigación. Cuando se describe un problema se hace ambientación de todas aquellas características que presentan incidencia en el tratamiento del problema.
El reconocimiento de una situación problemática proporciona un punto de partida, pero antes es necesario aislar, pensar y aclarar los hechos que originan el problema. El investigador debe determinar límites razonables, para lo cual puede descomponer la pregunta original en varios interrogantes secundarios.
Cuando el investigador describe su problema presenta los antecedentes del estudio, las teorías en las que se basó y los supuestos básicos en los que se apoya el enunciado del problema. Debe aclarar en particular qué personas, situaciones, materiales, factores y causas serán consideradas o no. Un enunciado completo del problema incluye todos los hechos, relaciones y explicaciones que sean importantes en la investigación. Hay que encuadrarlo en un enunciado descriptivo o en una pregunta que indique con claridad qué información ha de obtener el investigador para resolver el problema.
El flujo del planteamiento del problema pone de manifiesto la necesidad que existe de conectar una dificultad específica con una serie de dificultades. Para determinar una dificultad específica en su localización espacio-temporal dentro de la complejidad de una situación problemática, se debe ir seleccionando los diversos aspectos que inciden en ella; es decir, individualizar los puntos de conflicto en la forma más correcta posible. (Ver figura ).
Ante una dificultad problemática de posible investigación, hay que ser plenamente objetivo; es necesario tomarse el tiempo suficiente para entender y comprender la complejidad de la dificultad. Conociendo el contexto o circunstancias en el cual aparece la dificultad, se puede llegar a determinar los factores de la realidad del problema y así describir y formular adecuadamente el problema. Es decir, las circunstancias presentan el contexto en el cual aparece la dificultad, y ésta da origen y orienta al problema. Por ello, el problema es la relación existente entre dificultad y circunstancia.
Una vez concretados los puntos del conflicto conviene juzgarlos no desde el punto de vista de si son buenos o malos, sino en relación con la dificultad que se estudia. No se trata de valorar la dificultad sino de enfrentarse a ella; conviene por tanto mirar los puntos del conflicto en razón de su proyección de los problemas de investigación. Un punto de conflicto es la situación de dificultad ante la que pueda uno encontrarse; no es un problema investigable a no ser que haya duda acerca de la solución que conviene aplicar.
Si ya se tiene o se ha determinado el modo como hay que resolver el conflicto, no es necesario investigar más; es decir, si obteniendo en la investigación el resultado que sea, se va a tomar al final una decisión predeterminada inicialmente, ¿qué sentido tendrá la investigación?
Para que sea un problema investigable, un punto de conflicto ha de implicar la existencia y conocimiento de dos posibles soluciones o más, entre las que no hay una preferencia específica, pues, de existir ésta, ¿qué fin tendría la investigación?
Siempre para que un punto de conflicto sea un problema investigable, habrá que encontrar diversas soluciones posibles y tener una duda razonable sobre cuál es la mejor; es decir, una duda que nos prepare para admitir que la solución mejor es una de la cual no habríamos sospechado al principio y cuya presencia resultó de la investigación.
Detectado el punto de conflicto y sus posibles soluciones, y si se presenta duda razonable sobre cuál será la mejor, se estará frente a un problema investigable. Por tanto, después de afrontar situaciones de dificultad y de haber conocido diversos aspectos y observado su contexto, debemos procurar detectar uno o más problemas investigables. Al identificar el problema investigable adquirimos un conocimiento nuevo frente a la situación de dificultad, y ese conocimiento encauza hacia la solución del conflicto planteado por la dificultad.
El investigador tiene que llegar a conocer mejor, en su conjunto, la situación de dificultad que aquellas personas que están dentro de ella. En este sentido es fundamental la experiencia en el terreno o ciencia sobre la cual se va a investigar.
Muchas veces ocurre que los problemas no son investigables, es decir, se encuentran demasiado confusos debido a que la situación de dificultad es extremadamente complicada, tanto desde el punto de vista teórico como práctico, hasta el punto que se hace imposible plantear un problema investigable.
En relación con la descripción y análisis de una situación problemática, se sugiere tener en cuenta los siguientes aspectos:
a) Reunir los hechos en relación con el problema.
b) Determinar la importancia de los hechos.
c) Identificar las posibles relaciones existentes entre los hechos que pudieran indicar la causa de la dificultad.
d) Proponer explicaciones de la causa de la dificultad y determinar su importancia para el problema.
e) Encontrar, entre las explicaciones, aquellas relaciones que permitan adquirir una visión más amplia de la solución del problema.
f) Hallar relaciones entre hechos y explicaciones.
g) Analizar los supuestos en que se apoyan los elementos identificados.
2.2.12.2 Elementos del problema
Son elementos aquellas características de la situación problemática imprescindibles para el enunciado del problema, es decir, sumados los elementos del problema se tiene como resultado la estructura de la descripción del problema.
Para poder abarcar la búsqueda de una solución a un problema, el investigador debe precisar la naturaleza y las dimensiones del mismo. Para ello, se requiere reunir datos que se puedan relacionar con el problema y posibles explicaciones del mismo.
Para que la lista obtenida de los elementos del problema adquiera verdadero significado, el investigador procurará hallar las relaciones que existen entre los hechos, por una parte, y entre las explicaciones por la otra, y tratará de relacionar aquellos con éstas.
Después de enumerar los elementos que considere más importantes y de procurar hallar las relaciones existentes entre ellos, el investigador buscará datos que le permitan confirmar sus hallazgos, verificar la exactitud de sus conclusiones y determinar si no existen otros hechos, explicaciones y relaciones.
Luego de incorporar nuevos datos a la lista de elementos y eliminar los que considera carentes de importancia, el investigador realizará un profundo examen de los supuestos en que se basan los hechos, explicaciones y relaciones halladas.
2.2.12.3 Delimitación del problema
La identificación y clara delimitación de un problema no es fácil de conseguir pues no existen reglas para ello en la misma forma que sí existen, por ejemplo, para el análisis de datos. El acto mismo de inventar o descubrir un problema para investigación escapa al análisis lógico. Sin embargo, pensar verdaderamente un problema determinado que sea teóricamente significativo y en principio investigable, puede convertirse en una empresa de reflexión muy cuidadosa que no suele emprenderse si un mínimo de vocación.
Sin embargo, ayuda considerablemente en esa difícil tarea la familiaridad del investigador con teorías y conocimiento de su ciencia en general, y en particular con el cuerpo de conceptos y observaciones pertinentes al área que investiga.
Pero, también deberá poseer suficientes conocimientos sobre la lógica de las inferencias probables, a fin de sortear con éxito las falacias de las generalizaciones inválidas. La familiaridad con investigaciones de reconocido valor científico es particularmente indispensable, pero no suficiente desde luego, si se desea ir más allá de la simple copia o replicación de trabajos ya realizados. Éstos son útiles, entre otras cosas, para mostrar cómo se armó teóricamente un problema de investigación, esto es, cómo se lo relaciona con un cuerpo de conocimientos y teorías previos; cómo se diseñó la investigación del problema así formulado; cómo se analizaron los datos, cómo se interpretaron los resultados y quedaron planteados nuevos problemas para subsecuente indagación.
Es imperativo, pues, que el problema se delimite con claridad, para lo cual importa señalar exactamente qué aspecto o conjunto de aspectos específicos se desea investigar y las razones teóricas (o prácticas) por las cuales se aspira a ello. Esta precisión puede hacerse en forma de preguntas muy bien determinadas en su contenido sustantivo y en su alcance significativo.
En contra del sentido común, debe insistirse en que la formulación de un problema de investigación implica lógicamente un concepción previa de la naturaleza de la realidad y la índole conceptual del problema. Aún las encuestas más generales y descriptivas realizadas con fines administrativos, tales como los censos nacionales de población, se preparan y realizan teniendo en cuenta que la información obtenida tendrá significación y utilidad para determinados fines; y esta consideración pragmática es por sí misma un principio conceptual.
2.2.13 FORMULACIÓN DEL PROBLEMA
Una vez hecha la descripción de las circunstancias en las cuales aparece la dificultad que da origen al problema, viene la elaboración o formulación del mismo, cuya primera etapa consiste en reducirlo a términos concretos y explícitos. En esta fase la definición es el paso más importante y debe realizarse sobre cada uno de los elementos que se han identificado en el problema. La definición consiste en la declaración en forma clara y precisa de los diversos elementos del problema, así que queden bien precisados al igual que sus relaciones mutuas. La formulación presenta el objetivo fundamental del estudio en sus dimensiones exactas, mediante una exposición formalmente explícita, indicando por medio de ella qué información debe obtener el investigador para resolver el problema.
Es preciso tener en cuenta que esta información surge de un análisis previo del problema que contiene los siguientes elementos: variables o aspectos principales que intervienen, relaciones entre dichos aspectos y argumentos (o teorías) que justifican esas relaciones.
El enunciado por medio del cual se plantea inicialmente un problema, puede expresarse de dos maneras: una pregunta, o una exposición o descripción. La forma interrogativa es más simple y directa que la forma descriptiva y se considera muy indicada cuando el problema no requiere de un amplio y complejo enunciado.
La formulación de un problema asume generalmente la forma de una pregunta, de algún interrogante básico cuya respuesta solo se podrá obtener después de realizada la investigación. Determinar con claridad y exactitud tales interrogantes es esencial y difícilmente puede exagerarse la importancia de esta tarea, ya que las preguntas no pueden ser de cualquier clase. Si la pregunta es oscura, imprecisa o poco congruente resultará imposible encontrarle una solución que sea más clara o menos confusa que ella misma. No en vano se dice que formular correctamente un problema es alcanzar ya la mitad de su respuesta.
Los problemas de investigación deben plantearse y formularse sobre un trasfondo; deben partir de datos comprobados y deben poder incluirse en un sistema de problemas, para lo cual es forzoso que en su formulación no haya contradicción lógica.
En todo esto, no hay que desestimar que los datos se obtienen a la luz de alguna teoría y con la esperanza de concebir hipótesis. Si la exposición del problema no sugiere hipótesis, el investigador no ha formulado adecuadamente el problema para la investigación.
Por otra parte, al formular el problema se hace su presentación oracional, lo cual constituye una síntesis del mismo. Para que la formulación sea correcta se debe presentar el problema de tal manera que su verificación empírica (su existencia real) sea posible.
Una formulación de esta clase: "Se busca evaluar en un nivel general, o en una primera aproximación, si la contaminación del río Machangara tiene relación con las actividades industriales en las áreas aledañas a la ciudad", es incorrecta, dada su vaguedad, ya que contiene términos de significación imprecisa, connotaciones que el habla ordinaria puede otorgarles y además no reviste utilidad por carecer de referentes empíricos que permitan verificar una situación concreta, real, que singularice una necesidad por resolver.
Un enfoque más concreto de la situación o problema por estudiar podría presentarse así: "Factores de contaminación industrial del río X en un sector aledaño a la planta de curtiembres de la empresa Y". Otro ejemplo de formulación de un problema bien estructurado sería: "Cuál es la relación entre la dieta del arroz descascarado y la incidencia del beriberi en una población X?"
Otro ejemplo de formulación descriptiva bastante útil: "El propósito de esta investigación es conocer el grado de adaptación a la hospitalización de niños que reciben instrucciones previas acerca del dolor, en comparación con aquellos no las reciben".
Todas las anteriores constituyen formas concretas - aunque no las únicas- de formular problemas de investigación. Hay que evitar lo que ocurre con frecuencia al investigador principiante, cuya formulación de los problemas no es clara y el dominio de la realidad a que se refiere está expresado de tal manera que no le permite especificar las observaciones que debe realizar. De lo anterior se desprende que, al enunciar un problema, se debe también ofrecer definiciones adecuadas de los conceptos que se están utilizando. Deben evitarse objetivos muy generales y, en el caso de enunciar varios (los objetivos específicos), deben estar estrechamente relacionados entre sí y con el objetivo general básico.
Formulación del problema central y los problemas conexos a la investigación
Durante el proceso de planteamientos preliminares, el problema del conocimiento se ha ido desplegando en un conjunto amplio y crecientemente preciso de interrogantes: la culminación de esa exploración consiste precisamente en la formulación científica del problema.
Por una parte, formulación científica es aquella que ha sido examinada en la perspectiva de su potencia heurística; es decir, aquella que orienta de una manera más productiva la dirección de la búsqueda. Por otra parte, formulación científica es aquella cuyas interrogaciones explicitan todos sus elementos relevantes y las condiciones en que podrán ser solucionadas.
Examinemos un ejemplo de formulación de un problema sobre la capacidad del niño pequeño para comunicarse:
El cambio en el entorno social del niño al momento de nacer un hermano, es profundo: las relaciones con sus padres se alteran de un modo radical, y se encuentran frente a alguien que no sólo es un rival por el cariño y atención de aquellos, sino que, a diferencia de los adultos que conocen, no está preparado sensiblemente para entender y responder a él. ¿Cómo se puede relacionar con alguien que es de veras humano, pero en ningún sentido sofisticado desde el punto de vista cultural, alguien que expresa angustia, satisfacción, excitación, y que, sin embargo, se comunica de forma tan distinta a la del adulto?. ¿Cómo responde el niño pequeño a un cambio que implica una reorientación importante de su comprensión del modo de ser de las otras personas y de las razones de su comportamiento? (Judy Dunn y Carol Kendrick 1986).
El texto es suficientemente elocuente respecto de la habilidad de las investigadoras para explicitar las relaciones que vinculan su problema con otras cuestiones implícitas.
Tesis central de esta formulación es: " si no sabemos cómo se comunica un niño con una persona que tiene menos recursos que él, no conocemos entonces la amplitud real de sus habilidades comunicativas" . El poder heurístico del problema formulado, consiste en que las investigadoras logran aislar, entre los múltiples contextos de interlocución que puede tener un niño pequeño, aquel que mejor permite poner de relieve la competencia del niño. Ese contexto es el que se produce cuando el niño interacciona con un niño a un menor.
En esencia, el problema queda rigurosamente formulado cuando se explicitan las relaciones específicas en las que él se torna más potente para producir la respuesta: la capacidad del niño para comprender y relacionarse como el ser humano con otro ser humano sin seguir fundamentalmente índices culturales.
Esta capacidad de aislar el mejor contexto para interrogar allí al objeto de estudio no puede ser pautado metódicamente; por tanto es de gran utilidad poner por escrito todas las formas posibles de interrogación que expresen las maneras como se ha llegado a comprender el problema con los restantes elementos del contexto en que aquel aparece. El examen de los interrogantes logrados podrá permitir una evaluación de las mejores aproximaciones a una buena formulación. Posteriormente, se puede proceder a reagrupar y resumir dichos interrogantes alcanzando unas pocas fórmulas que expresen de manera depurada el sentido del problema científico planteado. manera más potente de interrogar al objeto.
El problema queda formulado cuando se logra expresar mediante fórmulas que exponen en detalle cuáles son los hechos, nexos o procesos que siguen siendo aún desconocidos o contradictorios o paradójicos en un cierto campo de objetos.
Importancia de la pregunta en la formulación de un problema de investigación.
La mayoría de las veces las investigaciones se inician con preguntas, pero lo difícil es hacer buenas preguntas de investigación. Las buenas preguntas deben tener dos características: que se puedan contestar y que aporten algo nuevo con su respuesta.
Cualquiera que sea la naturaleza de un problema pueden distinguirse en él, entre otros aspectos, el acto de preguntar como aspecto puramente psicológico y la expresión del problema mediante un conjunto de sentencias interrogativas como aspecto lingüístico.
Partiendo del supuesto de que un problema es una interrogante, o sea un "hacer preguntas" sobre muchos aspectos que se desea conocer, los investigadores y los científicos acostumbran a reducir las formas y los procedimientos para formular y resolver un problema al arte de preguntar y responder preguntas. Algunos llegan a confundir el problema con la pregunta, olvidando que el primero es el objeto de la investigación y la pregunta uno de los medios para alcanzar estos fines que nos proponemos. De ahí surge la idea de que todo problema debe ser inevitablemente una pregunta y debe reducirse a ella, aunque se olvida que en la práctica el problema no siempre es una pregunta.
En cada problema existen numerosos interrogantes explícitos e implícitos, además de numerosos antecedentes e información que sirve para condicionar y orientar el curso de un estudio y como consecuencia, la solución del problema. Así pues, el carácter interrogativo y el acto de preguntar es de enorme utilidad en el momento en que se enuncia o se propone una alternativa de problema.
Como se indicó antes (lógica de problemas) un problema se genera en una función proposicional a la que se le aplica el operador "?" una o más veces, y no hay que olvidar que no se pueden lograr respuestas determinadas si no se formulan preguntas también determinadas. Ha de tenerse en cuenta la invalidez de los problemas de decisión, es decir, aquellos cuya solución es un simple "SI" o un simple "NO"; este tipo de problemas son casos especiales de problemas sobre individuos o circunstancias; por ejemplo: "Es P verdadero?" cuya solución exacta requeriría infinito número de pasos y es, por tanto, inalcanzable. Un problema puede estar bien formulado pero tener un fondo vagamente indicado, o tenerlo defectuoso como en el ejemplo de la pregunta que se acaba de citar, ya que puede obviamente ser falso en un sistema y verdadero en otro.
El solo plantear presupone nuestra propia existencia y el preguntar acerca de las cosas presupone, por lo menos, la posibilidad de que existan y la posibilidad de que las conozcamos en alguna medida. Como no hay pregunta sin un trasfondo y como éste puede constar de falsedad o de ideas debatibles, la aceptación ingenua de una pregunta sin examinar su trasfondo no tiene más valor que la aceptación ingenua de una respuesta sin examinar su fundamento.
La concepción defectuosa de una pregunta (pensar una pregunta con un trasfondo errado o indeterminado) puede lanzar la investigación por una vía estéril. La pregunta origina la investigación, y, por tanto, ninguna investigación puede partir de la nada; la pregunta fija derroteros para iniciar la búsqueda bibliográfica, ayuda a escoger sistemas (técnicas) para toma de datos y dice cuáles hay que tomar (pertinencia y relevancia) dado el alcance de la investigación, o sus límites. Con respecto a esto último, lo más frecuente es encontrarse en alguno de estos dos casos:
a) se tienen muy pocos datos, lo cual exige complementar la información o buscar una solución aproximada, y
b) se tienen demasiados datos a la luz de la nuevas hipótesis o teorías.
Las Preguntas de Respuestas "Si" - "No"
¿Por qué no es útil en investigación formular un problema mediante el uso de preguntas cuyas respuestas son de la forma "SÍ", "NO". Simplemente, las ciencias -especialmente las ciencias fácticas, que tratan con experiencia- tratan con problemas e hipótesis que deben ubicarse en el terreno de lo resoluble, de lo material. Es decir, los problemas deben ser resolubles y las hipótesis comprobables . Y, un problema es resoluble si y solo si, es posible proponer una hipótesis comprobable como una tentativa de solución al mismo; algo comprobable debe permitir llegar a obtener datos empíricos sobre la base de una práctica; esos datos soportarán la comprobación empírica de los conocimientos, que es la esencia de las ciencias empíricas.
Un problema es resoluble si se pueden plantear razones empíricas, es decir, basadas en "experiencias fácticas", que un simple SI/NO, no pueden suministrar. Responder un interrogante con un "SÍ", o con un "NO", significa incorporar a la solución valores absolutos , con lo cual se resta al conocimiento su carácter dinámico y se le asigna, a cambio, uno radical, estático, que lo coloca fuera de toda posibilidad de comprobación. La tendencia moderna es pues a responder a la solución de un problema con valores de probabilidad, lo que a su vez da al investigador pautas para elaborar hipótesis en forma de proposiciones comprobables, que indican o plantean una afirmación (o una negación), también comprobable, de una relación potencial entre dos o más variables.
En el marco de todas estas consideraciones, vale la pena recordar con mucha precisión que una hipótesis es "una proposición que relaciona conceptos empíricamente observables, o que pueden ser reducidos a referentes empíricos, es decir, enunciados fácticos generales, susceptibles de ser verificados".
Las proposiciones de la clase "SÍ", "NO", como respuestas (hipotéticas) a los interrogantes generados por un problema, no son susceptibles de verificación empírica dado que no ofrecen ningún contenido fáctico, es decir, no refieren a elementos (o hechos) del problema que son medibles y observables .
Ese tipo de respuestas no establece la posibilidad de relaciones causa-efecto, o antecedente-consecuente, ni descripciones que en sus enunciados plantean supuestos que detallen el fenómeno en su existencia, estructura, función o relaciones.
En fin, en esta clase de respuestas (sí, no) parecen interesar más las condiciones del sujeto que las formula (su psiquis, o estado de ánimo hacia el problema), que la reconstrucción lógica en su pensamiento del desarrollo del trabajo.
Preguntas del por qué y el cómo
Las preguntas que nos hacemos están muchas veces determinadas por nuestros intereses y condicionadas por los conocimientos que ya poseemos. De estos dos factores depende también la clase de respuesta que habremos de obtener y juzgar satisfactoria. El individuo pensante formula su pregunta desde un punto de vista dado, determinado por el contexto de su propia experiencia que incluye aquellas creencias sostenidas amplia y firmemente por la sociedad.
Ciertos hábitos de pensamiento, ciertas preferencias personales, ciertas actitudes emocionales, combinados con el que el pensante realmente sabe, determinan que éste se pregunte: "¿por qué esto ocurre así?" y también que acepte la respuesta: "porque tal o cual cosa". Puesto que la ciencia es un intento de descubrir el orden de los acontecimientos naturales o de atribuirles un orden al cual son susceptibles, cualquier sistema que logre ordenar los hechos puede parecer aceptable; pero su aceptabilidad dependerá del clima de opinión. El pensador medieval tenía su propia manera de ordenar su universo; su tipo de orden era intencional; concebía que los sucesos naturales tenían lugar de acuerdo con los decretos de Dios, de tal suerte que todo lo que acontecía guardaba una relación esencial con el destino divinamente ordenado del hombre.
La naturaleza, así considerada, era a un mismo tiempo ordenada e inteligible en términos de un propósito. Desde este punto de vista, a la pregunta "¿por qué?", la respuesta correcta sería: "porque el resultado es valioso ". El recurrir al valor es final; señala la terminación del propósito.
En el comienzo del período científico, el énfasis se pone en la diferencia entre ¿ por qué ? y ¿ cómo ? Se insiste en que la segunda pregunta es la única adecuada acerca de los acontecimientos en la naturaleza. Esta es la actitud científica reciente. La pregunta "¿por qué?", es decir, "¿para qué propósito?", es la pregunta adecuada cuando nos interesan la agencia personal, divina o humana, y la operación de los motivos.
Cuando preguntamos "¿cómo?", no hay referencia a un propósito; por lo tanto, el valor es no pertinente. Podría suponerse que las preguntas de que se trata son tan diferentes que nunca se confundirían la una con la otra, así que la primera (¿por qué?) siempre estaría confinada a las acciones y la segunda (¿cómo?) al acontecer de los sucesos naturales. Pero no siempre es fácil mantener la distinción entre estas preguntas, confinando cada una a su propia esfera, y en la ciencia conviene resolver estos dos en el simple interrogante de ¿cómo ocurre esto o aquello?
2.2.14 SUGERENCIAS PARA PLANTEAR EL PROBLEMA
Normalmente, un problema se plantea después de haber considerado y hablado sobre un tema que se ha venido estudiando, es decir, que se ha explorado suficientemente y que es del dominio general en el mundo de los científicos.
a) Una cosa es el tema y otra el problema. Este último es el enunciado concreto donde se presenta el planteamiento de la dificultad cuya solución es considerada como la más importante en la investigación que se inicia. El tema es el área de conocimientos dentro de la cual se enmarca la investigación.
b) Antes de presentar el problema es conveniente recordar los antecedentes (no la teoría), es decir, la situación en que se encuentran los estudios de esa área del conocimiento.
c) El problema debe plantearse de manera que sea evidente el objetivo pretendido.
Es indispensable, pues, tomar las precauciones necesarias para que el planteamiento del problema sea lo más correcto posible. He aquí seis reglas básicas:
El problema propuesto debe ser un problema de Interés
El interés puede provenir de dos fuentes:
a) Si la solución del problema contribuye a ampliar una investigación que está en proceso, será interesante.
b) Si se trata de una investigación independiente, el problema interesará si su solución nos conduce al logro de los objetivos propuestos. En el caso de Herschel, de nada serviría enfilarse a descubrir la composición del sol.
El problema debe ser auténtico. En otras palabras, hay que evitar los seudoproblemas, es decir, aquellos que más bien parecen ser juegos de palabras, como éste: Si el peluquero M está encargado de afeitar a todos los peluqueros que no se afeitan a sí mismos, ¿podrá afeitarse a sí mismo?
El problema debe ser coherente en su planteamiento. Hay ocasiones en que la incoherencia salta a la vista; por ejemplo, ¿podrá una fuerza extraordinariamente grande mover una piedra inamovible? En otras ocasiones la incoherencia se puede deber a que haya contradicción entre la posible solución y algunos conceptos previamente establecidos.
Debe haber precisión en el planteamiento La precisión debe ser doble: por una parte, quedar clara la idea de fondo o el área al a cual pertenece y, por otra, debe ser preciso el aspecto o aspectos que se pretende investigar.
El problema debe estar ubicado correctamente. En En la investigación puede haber varias fases, por ejemplo, interpretación, metodología, etc. Si el problema es de metodología, deberá ser presentada cuando de esto se trate, y así con los demás problemas.
El problema debe tener implicaciones comprobables. Si se pretendiera solucionar un problema como éste: ¿Cuál será el número total de hojas que tienen los árboles en la ciudad de Pereira el día de hoy?, el investigador se vería en dificultades muy serias para su comprobación.
2.2.15 REQUISITOS QUE DEBE REUNIR UN PROBLEMA CIENTÍFICO.
• Ser objetivo. Todo problema tiene que responder a una necesidad real de la sociedad: (Importancia práctica y su significación social).
• Debe basarse en un conocimiento previo del mismo. Para lograr una exitosa formulación del problema, es necesario conocer la teoría e historia precedente acerca del mismo. El desarrollo científico acerca del problema será el punto de partida sobre el cual se elaboran los nuevos conocimientos.
• La solución que se alcance al problema estudiado debe de contribuir al desarrollo del conocimiento científico, al desarrollo de la ciencia.
El problema tiene que ser expresión de un desconocimiento, la solución de un problema tiene que traer como resultado la aparición de un nuevo conocimiento. No debe ser trivial, debe contribuir efectivamente al conocimiento y/o a la aplicación práctica de sus resultados y cumplir las exigencias éticas propias de cada organización profesional.
• Debe presentar el objeto de la investigación en sus dimensiones exactas, mediante una exposición formalmente explícita, indicando por medio de ella qué información debe obtener el investigador para resolver el problema. No puede ser impreciso, al extremo de ser vago. Para ello se hace necesario determinar cual va a ser el objeto de estudio de la investigación y qué cuestiones particulares nos interesan.
• Debe tener la posibilidad de prueba empírica, de poder observarse en la realidad.
• Debe ser investigable, ser factible de encontrar solución por los procedimientos usuales de la investigación. Los términos incluidos en la formulación del problema necesitan ser definidos de forma tal que permitan el trabajo directo del investigador en la búsqueda de la información teórica y empírica en un tiempo adecuado.
Se necesita formular el problema en términos concretos y explícitos y de manera que sea susceptible de ser investigado por procedimientos científicos.
Un ejemplo de problema de carácter docente puede ser el siguiente: Se puede apreciar que los estudiantes del nivel primario de la zona rural del Distrito de Santo Tomás después cursar el área de lógico matemático no son capaces de mostrar un buen dominio de las habilidades programadas en dicha área.
Otro ejemplo de problema de carácter administrativo puede ser: Se aprecia que la gestión en las Instituciones Educativas del nivel básico de las zonas rurales del país son deficientes e ineficaces.
2.2.16 CARACTERÍSTICAS DE LA FORMULACIÓN DEL PROBLEMA
Para que el problema científico este adecuadamente enunciado debe:
•Estar formulado claramente y sin ambigüedad.
• Formularse aplicando los conceptos, categorías y leyes de la rama del saber.
El problema científico debe ser formulado en los conceptos propios de la ciencia, partiendo del sistema de conocimientos científicos, donde se aprecia de forma clara el objeto de la investigación.
La formulación de un problema científico debe partir de un conocimiento previo de la ciencia en cuestión y debe estar estrechamente vinculado con problemas específicos que se presentan en la relación del hombre con la naturaleza y la sociedad.
• Debe contener las variables o aspectos principales que intervienen y las relaciones entre ellos.
• El enunciado puede expresarse mediante:
Una pregunta.
Una exposición o descripción.
Un problema correctamente planteado está parcialmente resuelto, a mayor exactitud corresponden más posibilidades de obtener una solución satisfactoria.
2.2.17 FUENTES DE LOS PROBLEMAS DE INVESTIGACIÓN
La fuente fundamental de problemas de investigación es la actividad práctico-transformadora del hombre. Toda actividad humana engendra nuevas situaciones problemáticas, las cuales demandan su solución y posible respuesta.
Otra fuente de problemas lo constituye el mismo proceso de desarrollo del conocimiento científico; dicho proceso resulta largo y tortuoso y va dejando lagunas que es necesario completar en la medida de que este avance. Estas lagunas constituyen a su vez múltiples problemas que el investigador debe de enfrentar para satisfacer las necesidades prácticas y enriquecer el conocimiento científico.
Aplicar respuestas conocidas a situaciones nuevas puede ser fuente de nuevos problemas al encontrarse que dichas soluciones no den respuestas a las nuevas situaciones. La critica a soluciones conocidas buscando sus puntos más controvertidos, son situaciones que pueden dar origen a nuevos problemas científicos.
2.2.18 LAS PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN
Para llegar a una adecuada formulación el problema se somete a un exhaustivo proceso de análisis, que en esencia consiste en el planteamiento de una serie de preguntas básicas, tales como:
¿En cuales circunstancias aparece el fenómeno o problema a estudiar? ¿Qué elementos pueden originarlo? ¿Cómo se percibe? ¿Quiénes lo perciben? ¿Qué elementos básicos los componen? ¿Cuáles componentes son fundamentales y cuáles secundarios? ¿Qué parámetros de percepción o de medida presentan? ¿Qué interrelaciones existen entre los elementos componentes? ¿Cuáles elementos dependen de otros? ¿Qué mediaciones existen en esas relaciones? ¿Qué efectos produce o podría producir ese fenómeno'? ¿Qué aspectos del problema se conocen, cuáles están identificados y cuáles faltan? ¿Cuáles serían superfluos'? ¿Qué tipo de explicaciones o modelos conceptuales nos permiten tener una mejor comprensión del fenómeno'? ¿A qué niveles se extiende el fenómeno'? ¿Dentro de qué niveles de abstracción y teorización podemos abarcarlo?, etc.
Es decir se desmenuza el problema para llegar a la mayor claridad posible sobre él y, consecuentemente, su acertada formulación.