El principio de copia de David Hume: Criterio de verdad y demarcación del conocimiento

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El principio de copia de David Hume

Argumentos a favor del origen empírico de las ideas

Primer argumento

El primer argumento dice que todas nuestras ideas, por complejas que sean, están formadas a partir de ideas más simples. Como ocurre con la idea de Dios, un ser infinitamente inteligente, poderoso y bueno, que se forma aumentando al grado máximo características que sólo nosotros poseemos. Es decir, que nuestras ideas complejas no siempre son asociaciones de otras ideas tal como se nos muestran en la experiencia, sino que a veces nuestra imaginación mezcla las ideas libremente, produciendo ideas complejas que no se corresponden con ningún objeto que hayamos percibido en la experiencia, dando lugar a seres imaginarios o fantásticos. Pero esto no nos permite conocer el mundo sino inventar entes de ficción, porque la razón no puede engendrar por sí sola ideas que nos permitan conocer el mundo. Para comprobar la validez de una idea compleja es necesario encontrar el conjunto de impresiones de las que está copiada.

Segundo argumento

El segundo argumento que Hume utiliza para demostrar que todo lo que la mente puede conocer son los datos procedentes de la experiencia, es que una persona que carezca de alguno de sus sentidos y que no sea capaz de alguna clase de sensación, tampoco será capaz de tener ideas relacionadas con ese sentido. La falta de impresiones previas impedirían que un invidente pudiera formarse una idea de cómo son los colores. Lo que demuestra que las impresiones son siempre el origen de nuestras ideas. Sin ellas, no podríamos conocer nada, ni siquiera lo imaginario. La mente humana puede transformar las ideas, relacionarlas, combinarlas, pero siempre han de ser copia de impresiones. Una idea compleja será verdadera sólo si las ideas que contiene son copia de alguna impresión. Y si no se encuentra ninguna sensación o sentimiento de la que una idea sea copia, entonces se trata de una idea falsa.

El principio de copia como criterio de verdad

Ahora bien, lo más interesante es que este principio de copia va a servir a Hume como criterio de verdad para todas las ciencias, incluida la metafísica. Cuando una idea sea ambigua buscará la impresión correspondiente de la que pueda ser copia y, si una idea filosófica no puede relacionarse con ninguna impresión, dirá que carece totalmente de significado, que se trata de una idea falsa y, debemos rechazarla. El principio de copia establece un criterio de demarcación entre el conocimiento verdadero y la engañosa metafísica. Cualquier afirmación sobre el mundo tiene que basarse en lo que nos muestran los sentidos y, en caso contrario, habrá que declarar a esa afirmación como “metafísica”.

David Hume y su obra

David Hume nació en Edimburgo a principios del siglo XVIII. Después de acabar sus estudios, pasó varios años en Francia, y allí escribió su primera obra, Tratado sobre la naturaleza humana, donde hablaba del entendimiento, las pasiones y la moral. Pero no tuvo mucho éxito, quizás por su larga extensión o por la complejidad de sus ideas, y además fue muy criticada por los racionalistas. Más tarde, regresa a Escocia, donde pretende convertirse en catedrático de la Universidad de Edimburgo, pero no obtuvo la plaza probablemente por su fama de ateo.

Hacia la mitad de su siglo publica la obra Investigación sobre el entendimiento humano, en la que resume y actualiza las teorías sobre el entendimiento de las que hablaba en el “Tratado”, y poco después su Investigación sobre los principios de la moral, donde resume y actualiza las ideas de su “Tratado” sobre la moral, y quizá por su brevedad, por fin tuvieron sus obras el éxito que esperaba. También escribió otras obras sobre asuntos históricos, sociales y políticos. Por otra parte, participaría en la famosa Enciclopedia francesa y haría amistad con otros importantes autores ilustrados como Rousseau. Finalmente, vuelve a su ciudad natal y muere en 1776.

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