Primera República Española: Origen, Conflictos y Fin (1873-1874)

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La Llegada de la Primera República Española (1873-1874)

La Primera República Española nació en un contexto de inestabilidad política y social. Tras la renuncia de Amadeo I en 1873, las Cortes Españolas se vieron obligadas a encontrar una solución que evitara un vacío de poder. En este contexto, el líder del Partido Demócrata Republicano, Francisco Pi y Margall, propuso la proclamación de la República Española. Esta propuesta fue aprobada por una amplia mayoría en las Cortes (258 votos a favor y 32 en contra). Así, el 11 de febrero de 1873, España pasó a ser una república.

En ese mismo momento, el gobierno republicano comenzó a organizarse, con Estanislao Figueras como presidente (11 de febrero a 11 de junio de 1873) y Pi y Margall como jefe de gobierno. Se establecieron los primeros símbolos republicanos y se envió una circular a los gobernadores de las provincias para comunicarles el cambio de régimen.

La República fue recibida con entusiasmo por las masas populares, que esperaban que la nueva forma de gobierno resolviera rápidamente los problemas de España, como la crisis económica, la inestabilidad política y las tensiones sociales. En muchas ciudades hubo manifestaciones populares, ocupaciones de ayuntamientos y la constitución de juntas revolucionarias que reclamaban reformas, como la abolición del servicio militar obligatorio (los "quintos") o la eliminación de los impuestos sobre productos de consumo (los "consumos"). Sin embargo, el nuevo gobierno se encontró rápidamente con una serie de desafíos difíciles de manejar.

Figueras, incapaz de resolver los problemas del país, dimitió y se exilió. Pi y Margall asumió la presidencia el 11 de junio de 1873, con el objetivo principal de redactar una nueva Constitución. Las Cortes Constituyentes se abrieron en julio de 1873, y Pi y Margall propuso que España adoptara una República federal. Este modelo radical establecía que el país estaría compuesto por 17 estados autónomos, algunos de ellos incluso fuera del territorio peninsular, como Cuba y Puerto Rico. La nueva Constitución también garantizaba el sufragio universal masculino, la libertad de culto y la separación de la Iglesia y el Estado. Además, se proponía una estructura política con un Congreso y un Senado. Sin embargo, a pesar de estos ambiciosos cambios, la Constitución de 1873 nunca fue aprobada debido a la inestabilidad política y las tensiones internas.


Conflictos Internos y la Sublevación Cantonal

Durante el breve período de la Primera República, España siguió enfrentando problemas graves. La guerra carlista y la guerra de independencia de Cuba continuaban, pero el conflicto más urgente que se desató fue la sublevación cantonal. En varias ciudades españolas, especialmente en el sur y el Levante, surgieron cantones independientes, que proclamaron su autonomía y rechazaron la autoridad central del gobierno republicano. Algunos de los principales cantones fueron los de Cartagena, Sevilla, Cádiz, Valencia, Almería, Málaga y Alicante, entre otros.

Este movimiento cantonalista surgió como respuesta a la frustración de muchos sectores populares y regionalistas que sentían que las reformas de la República no estaban cumpliendo sus expectativas. Los cantonalistas impulsaron reformas sociales y políticas, pero su independencia fue vista como una amenaza por el gobierno republicano central. Pi y Margall se opuso a recurrir a la violencia para sofocar los cantones, lo que le llevó a dimitir el 18 de julio de 1873.

Salmerón asumió la presidencia tras la dimisión de Pi y Margall y se enfrentó a la creciente rebelión cantonal. Intentó sofocar la revuelta con medidas militares, pero cuando se vio obligado a firmar sentencias de muerte contra los líderes cantonalistas, su conciencia le obligó a dimitir el 7 de septiembre de 1873. Fue reemplazado por Emilio Castelar, un político más conservador y autoritario, que buscó restablecer el orden.

Castelar y la Suspensión de las Cortes

Castelar asumió el cargo de presidente del gobierno el 7 de septiembre de 1873. Frente a la falta de apoyo parlamentario y el temor de ser destituido por las Cortes, Castelar suspendió las sesiones parlamentarias y gobernó de manera autoritaria, confiando en el ejército para mantener el orden público. En este momento, se eliminó la estructura federal de la República y se adoptó una forma de república unitaria. Sin embargo, su gobierno fue breve. El 2 de enero de 1874, las Cortes reabrieron sus sesiones y Castelar fue derrocado por una votación que no le dio apoyo mayoritario.


Golpe de Estado de Pavía y el Fin de la República

Para evitar la restauración del federalismo, el general Pavía dio un golpe de Estado el 3 de enero de 1874, invadiendo el Congreso de los Diputados con la Guardia Civil. Tras el golpe, se instauró un gobierno autoritario, liderado por el general Serrano, que suspendió las garantías constitucionales, censuró la prensa, disolvió los ayuntamientos y prohibió a los federales. A pesar de ello, los republicanos y muchos sectores progresistas se sentían desconectados del régimen de Serrano, que, aunque era republicano, comenzó a buscar el apoyo de sectores conservadores.

Serrano intentó ganar apoyo entre los monárquicos, quienes cada vez más favorecían el regreso de la monarquía borbónica. En diciembre de 1874, el político Cánovas del Castillo, defensor de la monarquía, llevó a cabo negociaciones con el príncipe Alfonso XII, quien se encontraba en el exilio en Inglaterra. A través del Manifiesto de Sandhurst (firmado el 1 de diciembre de 1874), Alfonso XII se comprometió a restablecer una monarquía constitucional, respetuosa con las reformas del Sexenio Democrático.

La Restauración Borbónica

A finales de diciembre de 1874, los generales Martínez Campos y Jovellar se sublevaron en Sagunto, proclamando a Alfonso XII como rey de España. El gobierno de Serrano no opuso resistencia, y las Cortes proclamaron oficialmente a Alfonso XII como rey. Así, tras una década de intentos de cambio y experimentos con sistemas políticos como la república federal y el republicanismo autoritario, se cerró un ciclo de inestabilidad política y comenzó un nuevo período que la historiografía ha denominado la Restauración, un período en el que la monarquía borbónica, bajo Alfonso XII, fue restaurada, poniendo fin a la Primera República y estableciendo un régimen político que duraría hasta 1931.

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