Primera República Española y Constitución de 1845: Contexto Histórico y Legado

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La Primera República Española y el Discurso de Emilio Castelar

El texto se sitúa en el contexto de la **Primera República Española**, proclamada el 11 de febrero de 1873. Este periodo estuvo marcado por una profunda **inestabilidad política y social**, consecuencia del fin de la monarquía de Isabel II y la posterior abdicación de Amadeo I. Representa, además, la etapa final del **Sexenio Democrático**, un periodo iniciado con la Revolución de 1868, conocida como *La Gloriosa*, y que concluyó con el fracaso del proyecto republicano en 1874.

En el discurso de **Emilio Castelar** se destaca una idea clave: la República no es el resultado de la acción de un partido o un líder en particular, sino una consecuencia inevitable de la evolución histórica del país, que se ha dado de forma natural y sin violencia. Esta visión es relevante, ya que el siglo XIX estuvo caracterizado por la constante intervención de los militares en la política mediante pronunciamientos y golpes de Estado.

Siguiendo esta línea argumentativa, Castelar sostiene que la monarquía no fue derrocada, sino que cayó por su propio desgaste. A través de un recorrido por la historia reciente de España, menciona la transición desde la monarquía absoluta de Fernando VII hasta la consolidación del liberalismo moderado con Isabel II, culminando con la abdicación de Amadeo I de Saboya, lo que puso fin a la posibilidad de una monarquía parlamentaria con tintes democráticos. Así, refuerza la idea de que la llegada de la República no fue impuesta, sino un paso natural en la evolución política del país.

Por último, el discurso de Castelar transmite la esperanza de que la República marcará un nuevo comienzo para España, representando un futuro más democrático. Su mensaje busca fomentar la unidad y la aceptación de la nueva realidad política, dejando de lado divisiones y resentimientos.


La proclamación de la Primera República y el discurso de Castelar desempeñan un papel crucial en la historia de España. Por un lado, la instauración de la República supuso la adopción de un nuevo modelo de gobierno que, por primera vez, no estaba basado en la monarquía. A pesar de este cambio, el sistema seguía sustentándose en los principios democráticos introducidos tras la Revolución de 1868, con el objetivo de fomentar una mayor participación política. Sin embargo, la etapa republicana estuvo marcada por grandes dificultades. A pesar de las aspiraciones de unidad y progreso, la falta de acuerdo entre las distintas fuerzas políticas, la oposición de los sectores tradicionales y el aumento de la inestabilidad social obstaculizaron su consolidación.

Es importante destacar que el respaldo a la República no era genuino, ya que las Cortes, de tendencia monárquica, aprovecharon las divisiones dentro del movimiento republicano para justificar la restauración de la monarquía y favorecer el regreso de los Borbones. La incapacidad de formar un gobierno estable, sumada a la crisis económica y los profundos problemas estructurales del país, generó una situación de inestabilidad que llevó al colapso de la República en 1874. Con ello, se puso fin al Sexenio Democrático y se dio paso a la **Restauración Borbónica** con la coronación de Alfonso XII.

Este desenlace no solo marcó el cierre de una etapa, sino que también dejó abiertas cuestiones fundamentales sobre el republicanismo y la democracia en España, influyendo en los movimientos políticos del siglo XX. En este sentido, el discurso de Castelar anticipa las tensiones y desafíos que seguirían definiendo la política española, reflejando los continuos avances y retrocesos en el proceso democrático del país.


La Constitución de 1845: Un Análisis Detallado

El texto es un fragmento de varios artículos de la **Constitución de 1845**, de orientación liberal conservadora. Se trata de un documento jurídico aprobado durante la **Década Moderada** (1844-1854), en el periodo de gobierno efectivo de **Isabel II** (1840-1868).

El contenido principal del texto gira en torno al sistema político y la distribución del poder en la España del siglo XIX bajo el reinado de Isabel II. Su eje temático se centra en la organización del Estado, los derechos de la religión y la estructura del gobierno, consolidando los principios del **liberalismo doctrinario** con una tendencia conservadora. En primer lugar, reconoce a Isabel II como monarca, legitimando su autoridad bajo el principio de la "gracia de Dios y de la Constitución", lo que enfatiza el carácter divino y constitucional de su reinado.

El artículo 11 subraya la confesionalidad católica del Estado, estableciendo un vínculo estrecho entre la Iglesia y el poder político, reflejo de la influencia conservadora en la legislación de la época. Asimismo, el artículo 14 define los requisitos para ser senador, restringiendo el acceso a la representación política a las élites económicas y sociales, excluyendo a las clases populares. De igual forma, el artículo 15 establece un sistema de sufragio muy limitado, manteniendo la soberanía compartida entre la Corona y el Parlamento, pero restringiendo la participación política a una minoría privilegiada.

Por otro lado, el artículo 45 otorga al monarca la facultad de nombrar y destituir ministros, lo que indica que, aunque la Constitución define un sistema parlamentario, el poder real sigue siendo determinante dentro del Ejecutivo. En conjunto, estos elementos reflejan el intento de consolidar la autoridad monárquica en un contexto de tensión entre el liberalismo moderado y una corriente más progresista que buscaba ampliar derechos y libertades.


Consecuencias y Legado de la Constitución de 1845

La Constitución de 1845 desempeñó un papel fundamental en la consolidación del liberalismo doctrinario en España. Sin embargo, su aprobación también desencadenó un periodo de inestabilidad política, marcado por la intervención constante del ejército en los asuntos de Estado. La tendencia moderada de Isabel II favoreció que los cambios de gobierno se produjeran a través de golpes de Estado, lo que debilitó aún más la estabilidad institucional. Asimismo, el sistema electoral censitario y el fraude en las elecciones propiciaron la injerencia de la Corona, que mostró una clara preferencia por el partido moderado. Este clima de agitación generó revueltas populares en demanda de reformas, dando lugar a la formación de Juntas revolucionarias como manifestación del creciente malestar social.

En este contexto de reafirmación del liberalismo doctrinario, **Ramón María Narváez**, líder del partido conservador, emergió como una figura central. Aunque la Constitución de 1845 fue la más duradera de su época, con una vigencia de 24 años salvo el paréntesis del Bienio Progresista, los moderados sentaron un precedente negativo al diseñar un texto constitucional que reflejaba sus propios intereses partidistas, en lugar de representar a toda la nación. Esta situación generó un problema, ya que una constitución debe ser un marco legal válido para todos los ciudadanos y no depender del partido en el poder.

El establecimiento del Estado liberal enfrentó múltiples obstáculos, entre ellos la continua interferencia de Isabel II en el gobierno y la oposición de sectores tradicionales. El ejército desempeñó un papel determinante, ya que muchos cambios de gobierno fueron consecuencia de pronunciamientos militares, con líderes políticos de origen castrense en primera línea. Además, el sistema liberal mostró sus limitaciones al excluir del proceso político a una gran parte de la población debido al sufragio restringido y a la manipulación electoral. Finalmente, la **Revolución de 1868**, conocida como *La Gloriosa*, aunque representó un intento de transformación, solo puso las bases de un futuro democrático, cuya verdadera consolidación no se lograría hasta el siglo XX.

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