Primera guerra carlista causas y consecuencias

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1. Los Fueros

Mientras que el fuero seria el ordenamiento, código o sistema normativo, el régimen foral seria el régimen constitucional de los territorios históricos vascos. Sus carácterísticas son:

  • La globalidad, las disposiciones del ordenamiento foral contemplan tanto el régimen jurídico de los territorios históricos como su vertebración política-institucional.
  • El dinamismo evolutivo: el código foral no se mantiene inmutable t inalterable sino sujeta a evolución. El substrato básico de los ordenamientos forales vascos es el uso y la costumbre o derecho consuetudinario, a partir del cual se evoluciona hacia un ordenamiento  legal escrito
  • La pluralidad: un heterogéneo conjunto de factores origino una abigarrada pluralidad de redes socio espaciales de poder de diferente formato, rango y alcance: las villas, señoríos, iglesia…

Las piezas que insertan la articulación del cuerpo provincial en seno de la Corona son dos: el reconocimiento de la figura del rey y de su poder arbitral por parte de las comunidades forales y el reconocimiento  por parte de aquel de los derechos forales de cada comunidad. Ambos pivotes se sustentan en la teoría del pacto. El método para asegurar el cumplimiento del contractualismo era el Pase Foral y la sobrecarta

2. Siglo XVII

Nos encontramos ante una España del Siglo XVII durante los reinados de Felipe III y Felipe IV. El primer monarca tuvo un único objetivo que era buscar la paz internacional y durante el reinado de Felipe IV y dirigido por su válido el conde Duque de Olivares España pretende engrandecer la monarquía, para ello Olivares recurre al gran memorial y dicho gran memorial chocara con los intereses de las provincias vascas.

2.1 La consolidación de los sistemas forales

En el Siglo XVII los regíMenes forales se consolidaron. Continuaron vigentes los Fueros del reino de Navarra y el Señorío de Vizcaya, y las provincias de Araba y Guipúzcoa reafirmaron sus normas de gobierno interno y privilegios, que fueron recogidos en Recopilaciones forales, confirmadas por los Reyes. Las tensiones crecieron cuando los soberanos reforzaron su autoridad y su tendencia al absolutismo- para hacer frente a la grave crisis bélica y financiera- y sus órdenes chocaron con las libertades forales.

Los Fueros otorgaban una amplia capacidad de autogobierno a cada uno de los territorios, las leyes forales convivían con las normas dictadas por el monarca, ya que existía un compromiso táctico de respeto del rey a los Fueros, y de ayuda y obediencia de los vascos al poder del monarca. En ese momento las libertades forales más significantes eran:

El autogobierno a través de sistemas políticos representativos. En cada territorio las instituciones representativas de la comunidad (Juntas, Cortes) realizaban y ejecutaban las leyes internas. En ellas solo participaban los representantes con mucho poder y de grandes posesiones de riqueza, alfabetización del castellano y de ser hidalgo.

Otro derecho foral era el pase foral vasco o derecho de sobrecarta navarro. Este derecho permitía paralizar las órdenes reales contrarias a los Fueros y se establecía un debate con el poder real sin contradecir estas expresamente.

La amplia exenciona de impuestos era otro derecho foral el cual les permitía  pagar impuestos pero muy bajos y en cantidad reducida a parte de este derecho se encuentra el de la libertad de comercio en el que las aduanas se situaban a en el interior permitiendo a los territorios vascos en una provincia exenta de pagar el comercio tanto al exportar como al importar al igual que Navarra.

El último de estos derechos era el de aportar soldados pero cobrando un sueldo ya que estas territorios tenían el derecho a que los soldados solo defendieran su propio territorio bajo órdenes de militares autóctonos.

2.2 Los problemas económicos y sus repercusiones sociales

La crisis del Siglo XVII también afecto a los vascos en especial desde 1620. Hubo un descenso demográfico, una caída en la demanda y una desarticulación de las bases económicas tradicionales. El comercio se vio afectado por la crisis general y por los bloqueos comerciales derivados de los conflictos bélicos. EL comercio de lana con los Países Bajos se paralizo, pero Bilbao aprovecho la decadencia de Burgos para monopolizar los tráficos comerciales cantábricos. El aumento del contrabando en las áreas fronterizas  fue otra consecuencia  de estos bloqueos. También cayó la producción siderúrgica ante el descenso de la demanda y la aparición de los nuevos competidores, la pesca y los astilleros consiguieron mantenerse.

Como consecuencia de la crisis comercial y metalúrgica se inicio un proceso de ruralización, favorecido por la implantación  del maíz que permitíó reducir la independencia del exterior. La población se empobrecíó en especial, las haciendas municipales, que tuvieron que endeudarse para hacer frente a los fuertes gastos.

2.3 Las tensiones con el poder real

El establecimiento de impuestos  aplicados en Castilla y el aumento de los existentes genero importantes tensiones, aunque finalmente los nuevos tributos no fueron aplicados. A ello había que sumar el descontento por la política de guerra económica desarrollada por los monarcas, que chocaba con las libertades comerciales.

Algunas de estas tensiones estallaron de manera violenta por ejemplo en Vizcaya a raíz del llamado estanco de la sal- que elevaba el precio de la sal y prohibía su libre comercio- que genero revueltas en Bilbao entre 1631 y 1634 y en Guipúzcoa en 1632 por la recaudación forzosa de lo que era un donativo voluntario.

3. Siglo XVIII

El Siglo XVIII comienza con la guerra de sucesión  en esta guerra se enfrentan dos dinastías, los Austrias y los Borbones, los borbones dirigidos por Felipe V será la triunfadora y gracias al apoyo dado por las provincias Vascas a Felipe V los decretos de nueva planta en España no serna aplicados en Euskal Herria.

3.1 Los Decretos de Nueva Planta y las primeras reformas institucionales

Los Decretos de Nueva Planta fueron aplicados en 1707 en Aragón y Valencia en 1715 en Mallorca y en 1716 en Cataluña. Mediante ellos se establecía el modelo jurídico, político y administrativo castellano y se ponía fin a las particularidades y el carácter pactista que había primado en las relaciones políticas entre los reinos y los Austrias los siglos anteriores.

Solo Araba, Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra consiguieron  conservar sus instituciones forales gracias a su apoyo a la causa de Felipe V durante la guerra de Sucesión. Los territorios vascos conservaron integras sus normas de autogobierno así como los privilegios y las libertades que caracterizaban a los Fueros de estos territorios. A partir  de ese momento comenzó a generalizarse el calificativo de provincias exentas para Araba, Vizcaya y Guipúzcoa.

Además de esta mayor uniformidad jurídica y territorial se abolíó el sistema de Consejos establecido por los Austrias y se crearon las secretarias de Estado o de Despacho, precedentes directos de los actuales. Y en 1713 se instauro la ley sálica, por las que las mujeres no podían acceder al trono.

3.2 La primera matxinada

En 1717 Felipe V traslado las aduanas del interior a los puertos costeros, para conseguir una mayor integración del mercado peninsular, pero la mediad perjudicaba a la amplia exenciona fiscal que habían gozado los territorios de Vizcaya, Araba y Guipúzcoa, contraviniendo las disposiciones forales y elevando los precios de los productos importados. Los grupos populares que dependían del aprovisionamiento marítimos se alzaron en 1718 contra la medida- en especial en Vizcaya y la zona del rió Deba- y dirigieron sus iras contra los representantes reales y los propietarios rurales que controlaban el poder local. Finalmente en 1727, Felipe V tuvo que retornar las aduanas al interior de Araba.

Isabelinos o cristinos defendían la implantación del liberalismo, la uniformización legislativa y la centralización, agrupando a miembros de la burguésía, negociantes, funcionarios, ejercito parte de la nobleza y amplios sectores de la población urbana.

4. Siglo XIX

4.1 Primera guerra carlista

La primera Guerra Carlista Con la muerte de Fernando VII se inicio una Guerra Civil entre los absolutistas y liberales que se prolongo hasta 1840 y afecto principalmente a Euskal Herria peninsular aunque también se extendíó por Aragón, Cataluña y el Maestrazgo.

Los carlistas y los liberales

En esta Guerra Civil se enfrentaron a los defensores del infante Carlos María Isidro hermano de Fernando VII y los isabelinos que apoyaban a la hija de Fernando VII Isabel II. Los carlistas apoyaban el mantenimiento del absolutismo monárquico y de los Fueros tradicionales y estaba integrado por el bajo clero, la pequeña nobleza rural propietaria y gran parte del campesinado perjudicados por el nuevo sistema liberal.
Los Isabelinos o cristinos defendían la implantación del liberalismo, la uniformización legislativa y la centralización, agrupando a miembros de la burguésía, negociantes, funcionarios, ejercito parte de la nobleza y amplios sectores de la población urbana.

En Euskal Herria peninsular se estaba desarticulando el equilibrio que existía en las comunidades y en sus formas de vida tradicionales: la venta de las tierras comunales y de aprovechamiento colectivo beneficiaba solo a los terratenientes y a los burgueses más ricos; además, la supresión del mayorazgo obligaba a la fragmentación excesiva de la tierra. La desamortización eclesiástica acentuó estos conflictos e hizo que el clero se convirtiera en el principal pilar del carlismo.

El lema carlista << Dios, Patria y Rey>> defendía el absolutismo monárquico, el catolicismo y el régimen tradicional privilegiado de los territorios vascos. El liberalismo, en cambio, conllevaba la laicización del Estado y una uniformidad y centralización incompatible con el sistema tradicional vasco.

Pero no todos defendieron la causa carlista. La burguésía donostiarra apoyaba una ideología liberal progresista. Además, durante la contienda, los grandes señores rurales que habían controlado las instituciones forales, y diversos sectores de la población, fueron asumiendo las ventajas de apoyar a Isabel II, transigiendo con un liberalismo moderado que conviviera con el régimen foral.

La evolución de la guerra

La primera fase, de 1833 a 1835, estuvo protagonizada por Zumalakarregi, cuyo ejército regular empleo la táctica de las guerrillas, lo que mantuvo a los liberales en alerta en toda el área rural. Pero las grandes ciudades siguieron bajo control liberal.

Desde la muerte de Zumalakarregi en 1835, en el asedio de Bilbao, hasta 1837 se realizaron incursiones hacia Andalucía y Madrid, pero fracasaron.

A partir de 1837, el ejército liberal fue fortalecíéndose, al contar con los recursos obtenidos de la desamortización eclesiástica. Finalmente, en 1839, el cansancio por la guerra llevo a ambos bandos a buscar un entendimiento: los liberales vieron las ventajas de separar la causa de los Fueros de la de don Carlos, y en el bando carlista, un sector llamado transaccionista apoyo una salida negociada al conflicto. En Cataluña y Castellón, la guerra siguió hasta 1840.

El final de la contienda

En general carlista Arroto y el general liberal Espartero firmaron en 1839 el Convenio de Bergara por el que primero reconocía los derechos del trono de Isabel II, mientras que Espartero se comprometía a defender los Fueros.

Las Cortes de mayoría moderada y María Cristina confirmaron los Fueros de Navarra y de las provincias vascas en 1830 <<sin perjuicio de la unidad constitucional>> y reconocieron el sistema de los ayuntamientos tradicionales

4.2 Tercera guerra carlista

Causas de la guerra

La revolución democrática y el establecimiento de un Estado laico chocaron con el sentimiento religioso existente en Euskal Herria. Precisamente, la principal causa del crecimiento del carlismo de corte tradicionalista fue la defensa del catolicismo, puesto que los revolucionarios del Sexenio fueron muy respetuosos con el régimen foral.

Gracias a la propaganda política realizada por los carlistas en la prensa y por la Iglesia en los púlpitos, gran parte de la población de Euskal Herria -pequeños y medianos campesinos, algunos obreros de las ciudades y grandes hacendados y terratenientes- comenzó a identificar el liberalismo con el anticatolicismo y el antifuerismo. La restauración de la monarquía de Carlos VII permitíó mantener la sociedad tradicional, el catolicismo y las peculiaridades forales que habían regido la vida en Euskal Herria y que habían sido trasformadas a lo largo del Siglo XIX. Bajo el lema <<Dios, Patria Fueros y Rey>>, los carlistas pasaron de la ofensiva parlamentaria -que habían llevado a cabo durante los primeros años de la Revolución- a la militar, iniciando una guerra que pretendía reinstaurar un régimen monárquico tradicional.

Desarrollo de la guerra

La tercera guerra carlista -segunda en Euskal Herria- estallo en Abril de 1872 con la proclamación de Carlos VII como monarca legitimo frente al extranjero Amadeo de Saboyá.

En un primer momento, los carlistas fueron vencidos en las batallas de Arrigorriaga, Mañaria y Oñati. Tras las batalla de Orokieta, el 24 de Mayo, se firmo una breve tregua en Amorebieta, por la que el general Serrano del ejercito republicano deba una amnistía a cambio de que los carlistas vascos depusieran las armas; pero poco después los carlistas, entre los que destacaba el cura Santa Cruz, continuaron la guerra.

En Enero de 1873 los carlistas iniciaron una ofensiva en los cuatro territorios vascos peninsulares y en Cataluña, mediante la táctica de las guerrillas y los sabotajes a ferrocarriles, telégrafos, etc. Los territorios vascos pasaron a dominio carlista a excepción de las capitales, precisamente en el momento en que las cortes proclamaban la República, lo que daba un nuevo empuje ideológico a los defensores de Carlos VII. Ese año, los carlistas vencieron al ejército republicano en batallas, como las de Metauten, Beramendi y Dicastillo. En Noviembre, los republicanos fueron derrotados en la batalla de Montejurra, dirigida por los generales carlistas Dorregaray, Valdespina, Velasco y Ollo. Pero los carlistas no pudieron ocupar las capitales y, tras asediar Bilbao en 1874 durante 125 días, tuvieron que desistir.

Las escaramuzas militares continuaron hasta 1876. Sin embargo, con la aparición de Alfonso XII en el escenario político, muchos antirrepublicanos y liberales fueristas conservadores que se habían sumado al carlismo comenzaron a abandonarlo. En 1875, los liberales consiguieron dominar al ejército carlista en Cataluña y el Maestrazgo. En 1876, tras la caída de Estella en Febrero, se produjo el triunfo definitivo de los liberales. Con el nuevo gobierno de Cánovas se inicia el nuevo periodo de la Restauración y se lleva a cabo la abolición nominal de los Fueros, suceso que abríó una nueva etapa en la historia de Euskal Herria.

4.3 La abolición foral y el Concierto Económico

Como consecuencia inmediata de la derrota carlista, se produjo la abolición foral de los fueros: la ley del 21 de Julio de 1876 asimilo a Araba, Guipúzcoa y Vizcaya en las cuestiones fiscales y militares al resto de provincias del estado. En Navarra siguió vigente la Ley Paccionada de 1841. Las Juntas Generales y las Diputaciones Forales fueron suprimidas y en su lugar se instauraron las Diputaciones Provinciales. Sin embargo tanto el talante conciliador de Cánovas como la labor negociadora de los liberales fueristas vascos se tradujeron en una atenuación de esta supresión foral. Se consensuó la negociación de las cantidades con las que debían contribuir las tres provincias a la Hacienda estatal, se promulgo un decreto que establecíó los Conciertos Económicos. Supónían un régimen fiscal particulares, diferente a las del resto del Estado. En los Conciertos Económicos cada provincia negociaba la cantidad que debía aportar a las arcas del Estado; además la gestión y la recaudación de impuestos quedaban en manos de las Diputaciones.

Consecuencias de los Conciertos Económicos

La indeterminación sobre las atribuciones de las Diputaciones otorgo a estas instituciones una gran autonomía administrativa que les permitía tener un amplio poder y establecer un régimen fiscal muy favorable a los sectores más productivos el cual contribuyo al desarrollo económico de cada provincia por otra parte esta fiscalidad que afectaba a los productos de primera necesidad, incidíó negativamente en las clases más desfavorecidas. La clase más beneficiada fue la oligarquía industrial vas que muy pronto abandono las reivindicaciones fueristas, porque no defendían sus intereses económicos.

Definición de Concierto Económico

Acuerdo entre el Estado y las distintas diputaciones (Álava, Vizcaya, Guipúzcoa) para acordar las aportaciones fiscales que cada una de ellas debía aportar al Estado en concepto del llamado cupo, el cual en la actualidad aun se mantiene.

La primera Guerra Carlista

Con la muerte de Fernando VII se inicio una Guerra Civil entre los absolutistas y liberales que se prolongo hasta 1840 y afecto principalmente a Euskal Herria peninsular aunque también se extendíó por Aragón, Cataluña y el Maestrazgo

En esta Guerra Civil se enfrentaron a los defensores del infante Carlos María Isidro hermano de Fernando VII y los isabelinos que apoyaban a la hija de Fernando VII Isabel II. Los carlistas apoyaban el mantenimiento del absolutismo monárquico y de los Fueros tradicionales y estaba integrado por el bajo clero, la pequeña nobleza rural propietaria y gran parte del campesinado perjudicados por el nuevo sistema liberal. Los

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