Potestad Reglamentaria y Naturaleza de los Reglamentos en el Derecho Administrativo
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Titulares de la Potestad Reglamentaria
Todas las **Administraciones territoriales** tienen constitucionalmente reconocido el **poder reglamentario**. A la **Administración del Estado**, concretamente al **Gobierno**, le corresponde esta potestad. Para el resto de estas Administraciones, la potestad, según es pacíficamente admitido, se entiende implícita en el reconocimiento de **autonomía** que en su favor establece la **Norma Fundamental**, ya se trate de autonomía política, como la de las **Comunidades Autónomas (CCAA)**, o de autonomía administrativa, como ocurre con **Municipios** y **Provincias**.
A. La Potestad Reglamentaria en las Administraciones Territoriales
a) Es absolutamente lógico que la **potestad reglamentaria** se mencione al referirse al **órgano máximo del Ejecutivo**; sin embargo, ello no implica que otros órganos de este no dispongan de dicha potestad, según establezcan las leyes. Para el resto de los reglamentos, la potestad para dictarlos viene atribuida por las **leyes institucionales**, que suelen regular esta importante cuestión, estableciendo los **órganos concretos** que pueden dictar reglamentos, su **rango correspondiente** y, sobre todo, su **campo de acción natural**; es decir, aquello que pueden regular sin necesidad de contar para cada caso con una **ley habilitante previa**. En suma, es la ley en estos casos la que enmarca el ejercicio posible de esa potestad para cada órgano.
La **Ley del Gobierno (LG)** establece los dos tipos básicos de **reglamentos estatales** ordenados según la siguiente jerarquía:
- **Disposiciones aprobadas por Real Decreto** del Presidente del Gobierno o acordadas en el Consejo de Ministros.
- **Disposiciones aprobadas por Orden Ministerial**.
b) En el ámbito de las **Comunidades Autónomas (CCAA)**, la situación es muy similar a la existente en la Administración del Estado. Tomando como ejemplo la de Andalucía, la **potestad reglamentaria** viene atribuida al **Consejo de Gobierno**.
c) En las **Corporaciones locales**, la **potestad reglamentaria** corresponde a los **Municipios**, **Provincias** e **Islas**, potestad que puede extenderse, en tanto lo permitan las leyes de las respectivas CCAA, a otros entes locales distintos.
Naturaleza de los Reglamentos
El **Reglamento**, cualquiera que sea su rango y el órgano del que emane, se caracteriza por ser una **norma jurídica**, esto es, algo perteneciente al **ordenamiento jurídico**, o más concretamente a lo que llamamos **legislación**, es decir, el conjunto de normas escritas en el que se integran leyes y reglamentos. No hay duda sobre esto: el reglamento es una **norma subordinada a la ley** y, por supuesto, a la **Constitución**.
A. Distinción entre Reglamentos y Actos Administrativos
Los **actos administrativos** son el resultado o producto de la aplicación de estas [normas]. Por consiguiente, los actos quedan situados en un escalón inferior al de las **normas reglamentarias** y diferenciados de las normas. Suelen plantear dudas los actos administrativos dirigidos a una pluralidad de personas, pues esta es precisamente una característica típica de los reglamentos. El **criterio de distinción** que la **jurisprudencia** y la **doctrina** utilizan es el de la **ordinamentalidad**, según el cual los reglamentos son **normas jurídicas**, en tanto que los actos administrativos son siempre **actos de aplicación del Derecho**. Los actos administrativos, sean singulares o generales, e incluso cuando su propia forma aparezca estructurada mediante artículos, cláusulas o preceptos sospechosamente de corte reglamentario, **se agotan en su cumplimiento**, se consumen en este; mientras que los reglamentos **no se consumen con su aplicación**, nacen con la vocación de ser aplicados cuantas veces proceda mientras estén vigentes, siendo este un atributo visible y palpable, capaz de dilucidar si un acto jurídico tiene o no la característica de la ordinamentalidad.