Los Postulados de la Racionalidad Tecnológica: Ética, Instrumentalización y Control Social

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La Racionalidad Tecnológica

La tecnología, siendo utilizada para la fabricación de instrumentos —aunque no solo para eso—, es ella misma un instrumento (o un medio) para determinados fines: los fines de la humanidad. El problema es el siguiente: ¿Qué pasa si se pretende que la tecnología no es un medio, sino un fin en sí misma? Es decir, ¿si se pretende que el desarrollo tecnológico —de por sí— es uno de los fines últimos de las sociedades modernas? Nadie, desde luego, se atrevería a formularlo explícitamente de un modo tan crudo. Pero, en la práctica, se puede estar actuando como si así fuera.

Porque el uso de la tecnología parece obedecer a los siguientes postulados tecnológicos:

Postulados Fundamentales de la Tecnología

1. Postulado de la Neutralidad

«La tecnología es neutral». Es decir, la tecnología no es, de por sí, ni buena ni mala (ética o políticamente); todo depende de los fines para los que se utilice. La tecnología nuclear, por ejemplo, puede usarse para la destrucción o para la paz. Hasta aquí, de acuerdo. Pero encubiertamente puede querer decir: puesto que es neutral, no se le ponga traba alguna.

2. Postulado de Instrumentalidad

«Todo puede ser objeto de manipulación y transformación tecnológica». Incluido el ser humano. De modo que la tecnología, de ser un instrumento, pasa a instrumentalizarlo todo. Se manifiesta así una voluntad de dominio total sobre la realidad.

El Imperativo Tecnológico y sus Principios Derivados

Estos dos postulados conducen evidentemente al:

Imperativo Tecnológico

«Lo que tecnológicamente se puede hacer, hay que hacerlo». Porque la innovación siempre será provechosa, dependiendo del uso que se haga de ella. Pero, pase lo que pase, siempre queda el recurso a lo que podemos llamar:

Principio de Autocorrección

«Si la aplicación de una tecnología produce efectos no deseados, otra tecnología pondrá remedio». Lo cual implica que no debe haber marcha atrás: los problemas producidos por la tecnología se solucionan con más tecnología.

Todo parece funcionar como si el desarrollo tecnológico obedeciera a lo que proponemos denominar:

Principio de Fatalidad

«El desarrollo tecnológico no tiene límites». Y es inútil que pretendamos ponérselos. El proceso es imparable. Ya la Exposición Universal de Chicago (1933) se abría con este lema:

«La ciencia descubre. La industria aplica. El ser humano se resigna».

Finalmente:

Principio de Eficacia

«La eficacia se mide en función del ahorro de tiempo y de capital invertido». Y el cálculo se realiza con frecuencia sin tener en cuenta la degradación ambiental, el coste social, etc.

Conclusión

La lista podría continuar con máximas como: «El progreso exige sacrificios», y otras semejantes. No es necesario. Si estos son los postulados implícitos en la tecnología actual —aunque no tienen por qué serlo de la mayoría de los científicos o tecnólogos—, es claro que el denominador común es que esta pretende justificarse por sí misma, es decir, escapar a todo control ético-político.

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