Poesía Romana: Épica, Didáctica y Lírica
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1. La Épica Romana Antes de la Época de Augusto
La 1 persona que escribió una epopeya en Roma fue un griego, Livio Andronico, que utilizó su Odisea como texto en la escuela que fundó en Roma en la 2 mitad del s III a.C. La importancia de esta obra, pese a ser una traducción, fue enorme, porque creó una expresión poética latina según un modelo griego. Gneo Nevio fue el 1 que creó un poema épico tomando un tema de la actualidad inmediata, Bellum Poenicum, crónica versificada de la guerra entre Roma y Cartago, en la que él participó como soldado. Esta obra se remonta a la leyenda de Eneas y cuenta la estancia de este en Cartago y sus amores con Dido, la reina púnica, cuyo trágico final era, para Nevio, la explicación del secular odio entre romanos y cartagineses. Esta obra tuvo una gran influencia en las siguientes generaciones literarias, fue imitado por Ennio y Virgilio y alabado por Cicerón. Los Annales de Ennio, también de finales del siglo III, son la epopeya escrita en latín. Quinto Ennio narra aquí toda la historia de Roma desde sus orígenes hasta los tiempos del autor, helenizando la epopeya romana: usa hexámetros, reproduce las formas estilísticas griegas e imita las estructuras de acción homéricas. La fuerza dramática de Ennio y su sonoridad están conseguidas por los recursos estilísticos, utilizados con exageración. Por último, los Neoteroi opinan que lo más importante de una obra es su perfección formal, que solo puede conseguirse mediante una extensión reducida, por lo que optan por la epopeya corta o epilión, género que todos ellos cultivaron. La siguiente gran epopeya romana es la Eneida de Virgilio.
2. La Poesía Didáctica Romana
La poesía didáctica de época arcaica cuenta con muchísimas obras menores pero la gran obra de este género antes de Virgilio es De rerum natura de Lucrecio. En ella se exponen los principios de la filosofía natural epicúrea en 6 libros: los libros I y II contienen las teorías sobre los átomos; el III y el IV la teoría epicúrea sobre el principio vital (anima) y el espíritu (animus); el V y el VI contienen la doctrina sobre el mundo y sus fenómenos, tanto celestes como terrestres, incluido el origen y desarrollo de la cultura humana. Tito Lucrecio Caro pretende liberar a los hombres de la religión, liberación que se consigue comprendiendo que todo es natural y perecedero y se rige por leyes físicas que no son aleatorias, por lo que el único medio de alcanzar la felicidad es mediante la vida sencilla, libre de pasiones y de otras inquietudes del alma. La épica y la de De rerum natura está enmarcado por prólogos y epílogos muy cuidados: en los prólogos entona Lucrecio líricos himnos a Venus como símbolo del principio vital, a la ciencia como fuente de todo bien y a Epicuro como maestro revelador de los misterios del universo, liberador de la humanidad de las cadenas de la ignorancia y de la superstición y verdadero dios benefactor; en los epílogos el autor se abandona a su lúgubre tristeza, ofreciendo visiones tétricas de la muerte, del temor a los castigos infernales, de los peligros del amor, de la infelicidad que acompaña siempre al hombre, de las enfermedades que hacen estragos en la humanidad, etc. El estilo es rico en imágenes y sonidos, arcaizante y con neologismos.
3. La Poesía Personal o Lírica en Roma
Hasta la aparición de la obra de Catulo no existía en Roma poesía personal; tuvo que perfeccionar las técnicas literarias, en el marco de una realidad social y cultural favorable para que Catulo y los poetas nuevos dedicaran su culto y conocimientos a expresar sus sentimientos y vivencias más íntimos. Estos autores publicaron escritos para sus amigos o para ellos mismos. Los poetas nuevos, que eran casi todos ellos de la Transpadana, se olvidaron de la grandilocuencia y del retoricismo tradicionales en la literatura romana y cultivaron la ironía, la naturalidad y la subjetividad, en el marco de una nueva literatura donde comienza a tener importancia la metaliteratura (literatura sobre literatura), los pequeños géneros literarios ajenos a los tradicionales, sobre todo la sátira social o personal y el epigrama amoroso o satírico. Valerio Catulo, Este hombre no fue amante de las actividades públicas, jurídicas ni comerciales, sino que se dedicó a no hacer nada considerado productivo. Publicó un libro de versos, todo tipo de escritos personales y privados, dándoles así el rango de literatura. Su obra consta de 106 poemas, repartidos en 3 partes. La primera parte incluye lo que él llamó nugae, "menudencias", escritas en varios tipos de verso y referidas a diversos temas de su vida personal o diaria; la segunda parte está formada por poesías de una extensión mayor y de un carácter más erudito, como la número 64, que es un epilión que narra la boda de Tetis y Peleo; en la tercera parte hay epigramas amorosos o satíricos en dísticos elegíacos (hexámetro dactílicos más pentámetro dactílico). El mayor mérito de Catulo fue plantar las bases de la elegía amorosa romana mediante sus poemitas amorosos dedicados sobre todo a Lesbia; en estos poemas Catulo nos habla de los momentos de felicidad, de los malos momentos, de los celos, las infidelidades, reconciliaciones y de la ruptura y sus consiguientes recuerdos melancólicos. En Catulo podemos encontrar todo lo típico de los neotéricos: poesía amorosa, poesía de amistad, sátira personal, crítica política, epilia, etc., pero sobre todo Catulo es considerado un maestro de lo más dulce del amor y de lo más grosero en lo obsceno. Los elegíacos romanos La elegía amorosa romana toma de la griega el nombre y la estrofa, el dístico elegíaco, pero mientras que la griega abarcaba multitud de temas la romana se limita a los episodios y situaciones amorosas entre el autor y su amada, especialmente a unos pocos temas típicos, llamados "tópicos elegíacos", como las rixae in amore o discusiones de enamorados, la militia amoris o amor como servicio que el enamorado-soldado presta a su enamorada-patria, etc.; hay otros aspectos en los que la elegía romana también se parece a la griega: aparecen episodios amorosos de dioses, se contrapone la muerte y el amor, se alterna entre el dolor y el triunfo... En la época de Catulo y poco después hubo varios poetas de gran calidad que cultivaron este tipo de poesía, son los llamados poetas elegíacos: Propercio, Tibulo y Ovidio, precedidos por Cornelio Galo, el primero escribió un libro de elegías amorosas, Amores. Propercio publicó en primer lugar un libro llamado Cintia, dedicado a una sola mujer que incluye poemas de amistad. En sus otros 3 libros el tema amoroso va dando paulatinamente paso a otros temas, especialmente a los temas nacionales romanos, como las costumbres y las instituciones romanas. Tibulo, en cambio, publicó preferentemente elegías amorosas, pero dedicadas a diferentes personas, sobre todo a Delia, Némesis y Márato. Tibulo destaca por su delicadeza, especialmente al tratar temas sencillos e íntimos en un marco bucólico y campestre.