La Poesía y Novela Hispanoamericana: Evolución y Autores Clave
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1. La Poesía Americana Después de la Vanguardía
En los años 30 hubo una gran conflictividad político-social en todo el mundo, que favoreció la toma de conciencia de los escritores. La poesía hispanoamericana no renunció a lo vanguardista, pero acentuó su realismo. En su evolución, fue tomando caminos muy diversos. Destacan los autores:
Nicolás Guillén
(1902 - 1989), cubano y mulato, es el principal representante de la poesía negra o afroamericana, similar al neopopularismo de la Generación del 27. Es la fusión entre vanguardismo y folclore negro.
En sus primeras obras (Motivos de son 1930; Sóngoro Cosongo 1931) describe el mundo de la población de color: costumbres, ritos, supersticiones, etc. Después, denuncia la marginación del negro y las injusticias sociales en Hispanoamérica (El son entero 1947; La paloma del vuelo popular 1958). Su oposición a Batista le obliga a exiliarse. Tras el triunfo de Castro, su obra se orienta a lo revolucionario (Antología mayor 1964).
Su poesía se basa en recursos rítmicos (paralelismo, repetición), así como en onomatopeyas, metáforas y la reproducción del lenguaje popular (léxico, alteraciones fonético-gramaticales).
Pablo Neruda
Es uno de los poetas más importantes del siglo XX. Escribió también teatro y prosa, especialmente sus memorias (Confieso que he vivido 1977). Su primer libro importante, Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), es un clásico por su madurez y emotividad. Con estilo sencillo, combina el canto al amor, la angustia adolescente y la añoranza de la naturaleza de su infancia.
Residencia en la tierra (1933-35) nace de una profunda crisis existencial. Adopta el estilo surrealista para expresar con metáforas su desolación y oscuridad interior. Sale de esta situación volcándose en el compromiso político y social, que culmina con Canto general (1950), extenso poemario que repasa la historia de América. En sus últimas obras alterna con la temática amorosa (Los versos del capitán 1952) y el canto a los objetos cotidianos (Odas elementales 1954-1970).
Octavio Paz
Mexicano (1914-1998) combatió en la Guerra Civil con el bando republicano. Como diplomático, vivió en distintos continentes. Autor de importantes ensayos sobre México, filosofía y estética (El laberinto de la soledad 1950; El arco y la lira 1956). Recibió el premio Nobel en 1990.
Su poesía inicial, en Libertad bajo palabra (1960), combina la poesía comprometida con la estética surrealista para plantear problemas existenciales (soledad, tiempo, amor) con un lenguaje libre y hermético.
Sus siguientes obras (Salamandra 1962) acusan la influencia de la cultura oriental, tanto en la forma (haikus), como en los temas (lo esotérico y misterioso, la identidad, el doble). En sus últimos años, siguió insistiendo en su preocupación por el lenguaje y recuperó el experimentalismo vanguardista, con obras de lectura múltiple (Blanco 1967) o poemas visuales (Topoemas 1968).
Otros Posvanguardistas
Nicanor Parra (1914), chileno, compone una poesía entre popular e irónico-crítica sobre la realidad que le rodea. En sus antipoemas abundan el humor negro y sarcástico, los juegos lingüísticos y lo intelectual. Sus obras principales son La cueca larga (1958) y Canciones rusas (1967). Ernesto Cardenal (1925), sacerdote y político nicaragüense, en su poesía expresa su compromiso social (Hora cero 1960; Homenaje a los indios americanos 1969) y su religiosidad (Salmos 1964). Otros poetas destacados de los últimos años son el mexicano T. Segovia (1927), el cubano R. Fernández Retamar (1930), el peruano J. E. Eielson (1921), el ecuatoriano J. Adoum (1926) y los argentinos M. Benedetti (1920) y J. Gelman (1930).
2. La Novela Hispanoamericana
La primera peculiaridad que debemos comentar de la novela hispanoamericana del siglo XX es el estancamiento que experimentó en las primeras décadas del siglo. Mientras que la poesía no había dejado de evolucionar, la narrativa permaneció hasta los años 40 apegada a las formas del siglo XIX. No obstante, su despertar supuso una enorme renovación que superó a la producida en el resto del mundo.
2.1. La Novela Regionalista (1900-1940)
Hasta los años 40, la novela y el cuento hispanoamericano discurrieron por el cauce del realismo costumbrista, sin experimentar una revolución de sus estructuras y su lenguaje, como la del Modernismo en la poesía. Los narradores hispanoamericanos reaccionan frente al exotismo y cosmopolitismo modernista y toman conciencia de la originalidad de su entorno natural. Tendencias temáticas de esos años:
- Novela de la tierra: Describe la naturaleza americana en toda su grandiosidad y los relatos se basan en la acción de la naturaleza sobre los hombres que la habitan: Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, La vorágine de José Eustasio Rivera, o Don Segundo Sombra de Ricardo Guiraldes.
- Novela indigenista: El tema central son las injusticias que provoca el hombre blanco en la sociedad india y las reivindicaciones de una identidad nacional y cultural propias: El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría y Huasipungo de Jorge Icaza.
- Novela político-social: Centrada en la problemática social del habitante de las ciudades. En este grupo destacan las novelas referidas a la revolución mexicana, como Los de abajo de Mariano Azuela.
2.2. La Renovación de la Novela: La “Nueva Novela” (1940-1960)
Entre 1945 y 1960 se observan características nuevas en la narrativa que la diferencian de la novela desarrollada hasta entonces, superando el regionalismo de la etapa anterior. Estos cambios se deben a una nueva concepción del mundo y de la vida, consecuencia de los cambios sociales, políticos y económicos que se estaban produciendo en los diferentes países de Hispanoamérica. A estas novedades se añaden las influencias de la narrativa europea y norteamericana del momento, y se une además la de las culturas indígenas, lo que prepara el camino de una profunda renovación del género. Los cambios principales son:
- Se abandona el interés prioritario por los espacios rurales y naturales y la denuncia explícita de problemas sociales. Surgen temas nuevos en los que se integra lo urbano y los problemas del hombre contemporáneo.
- Se introduce en las novelas lo fantástico, lo onírico y lo irracional, dando lugar al “realismo mágico”, que consiste en destacar los elementos mágicos y maravillosos presentes en la realidad, la cual se puede llegar a conocer no sólo por la razón, sino por medio del inconsciente, el sueño o la alucinación.
- Se abandona la estética realista del XIX y se adoptan nuevas técnicas narrativas: el subjetivismo, el monólogo interior, saltos cronológicos. Profunda renovación del lenguaje: brillante, barroco, imágenes...
El pozo (1939) de Juan Carlos Onetti marca el cambio de rumbo. Le seguirán otras obras en los años 40: La invención de Morel de Bioy Casares; El reino de este mundo de Alejo Carpentier; El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, y El túnel de Ernesto Sábato. En los 50: Los pasos perdidos de Carpentier; La vida breve de Juan Carlos Onetti; Pedro Páramo de Juan Rulfo; La hojarasca de Gabriel García Márquez y La región más transparente de Carlos Fuentes.
La Novela del “Boom”, los Sesenta
La renovación definitiva de la novelística hispanoamericana se produce a partir de los años 60, puesto que se alcanza una proyección internacional extraordinaria. La cantidad y calidad de las obras que aparecieron hicieron que el fenómeno se calificase como boom, a cuyo éxito de crítica y público contribuyeron diversos factores: el interés de las editoriales españolas y argentinas en recuperar el mercado hispanoamericano, adaptaciones cinematográficas, asistencia a numerosas reuniones de los escritores en promoción, etc.
Hay que añadir también la coincidencia en un corto espacio de tiempo de una sucesión de novelas y novelistas deslumbrantes: Sobre héroes y tumbas del argentino Ernesto Sábato; El astillero del uruguayo Juan Carlos Onetti; La ciudad y los perros del peruano Vargas Llosa; La muerte de Artemio Cruz del mexicano Carlos Fuentes; Rayuela del argentino Julio Cortázar; El siglo de las luces del cubano Alejo Carpentier; Bomarzo del argentino Manuel Mujica Laínez; Paradiso del cubano José Lezama Lima; El obsceno pájaro de la noche del chileno José Donoso. Y sobre todo Cien años de soledad (1967), del colombiano Gabriel García Márquez, que fijó la atención de la crítica y el público internacionales en este grupo de escritores y en algunos de sus antecesores.
Aunque no sean una generación, se encuentran entre ellos líneas comunes:
- Subjetivismo: Muestran la acción a través de la óptica parcial de un yo (protagonista, personaje secundario o testigo) o desde las diversas conciencias de los diferentes personajes (perspectivismo), incorporando el mundo del subconsciente (mediante el monólogo interior, la segunda persona, etc.).
- Ruptura de la linealidad temporal: El tiempo anímico sustituye al cronológico, que se ve alterado por saltos temporales, adelantos, entrecruzamientos, etc.
- Variedad temática: En cuanto a los temas, aunque no resulta sencillo sintetizarlos, destacan:
- La crisis existencial del individuo. Son recurrentes los temas de la sexualidad, la muerte, la soledad y la incomunicación, que sirven de marco para ahondar en la esencia del ser humano a través de elementos míticos y alegóricos.
- El dictador: La primera irrupción narrativa de esta figura de la historia hispanoamericana se produjo con Tirano Banderas de Valle-Inclán. Con posterioridad ha sido retratado en El señor Presidente de Asturias, El recurso del método de Carpentier, El otoño del patriarca de García Márquez, Yo, el supremo de Roa Bastos…
- La historia de Hispanoamérica: La historia del continente ha sido pródiga en acontecimientos de sugerentes posibilidades narrativas. De esta manera, han surgido numerosísimas novelas históricas de calidad excepcional: Las lanzas coloradas de Arturo Uslar-Pietri; El siglo de las luces de Carpentier; La guerra del fin del mundo de Vargas Llosa; incluso Cien años de soledad puede integrarse en este grupo.
- Preocupación por los aspectos formales: Complejidad estructural que requiere un lector activo, experimentación lingüística mediante la reproducción del habla hispanoamericana, búsqueda de un lenguaje sugerente y no convencional, etc.
2.3. La Narrativa Posterior al “Boom”
A partir de los años setenta, continúan publicando autores ya consagrados, a los que se unen otros que no habían alcanzado la difusión de los autores relacionados con el boom. La consecuencia es una lista enorme de creadores y creaciones, que no podemos abordar.
La narrativa de estos años reduce la complejidad técnica iniciada en obras anteriores para crear una novela a la que el lector pueda acceder más fácilmente, aunque esto no suponga un abandono total de la experimentación. Prevalece la narración realista que incluye, además, el habla coloquial, pero también se recurre al realismo mágico.
Nombres y títulos fundamentales de este período: El amor en los tiempos del cólera de García Márquez; Tres tristes tigres del cubano Guillermo Cabrera Infante; El beso de la mujer araña del argentino Manuel Puig; La mujer imaginaria del chileno Jorge Edwards; La casa de los espíritus de la chilena Isabel Allende; El cartero de Neruda del chileno Antonio Skármeta; Como agua para chocolate de la mexicana Laura Esquivel; Primavera con una esquina rota del uruguayo Mario Benedetti; Un mundo para Julius del peruano Alfredo Bryce Echenique.
Por último, cabe señalar que junto con la novela, el cuento ha sido un género narrativo ampliamente cultivado en Hispanoamérica desde los años cuarenta hasta la actualidad. Los narradores de los años cuarenta y cincuenta han sido grandes cultivadores del cuento literario. Destaca la aportación extraordinaria de Jorge Luis Borges (Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph y El libro de arena).
Por lo que respecta a los años sesenta hasta la actualidad, los relatos cortos de los narradores del boom hispanoamericano han pasado inadvertidos debido a la importancia de sus novelas, como es el caso de García Márquez (Relato de un náufrago, Doce cuentos peregrinos) o Vargas Llosa (Los jefes, Los cachorros). Sin embargo, uno de los principales renovadores del género es Julio Cortázar, quien muestra en sus cuentos una realidad compleja (Bestiario, Las armas secretas, Historias de Cronopios y de Famas), en los que revela el absurdo de lo cotidiano con gran sentido del humor. Refleja en Y con y sin nostalgia la vida diaria y las circunstancias.
Otros narradores importantes son Mario Benedetti (La muerta y otras sorpresas), Augusto Monterroso (La oveja negra); Isabel Allende (Los cuentos de Eva Luna); Antonio Skármeta (El entusiasmo, Tiro libre).