La poesía de Miguel Hernández y sus influencias en la literatura española
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Miguel Hernández
Miguel Hernández. Miguel Hernández, destacado poeta español del siglo XX, desempeñó un papel crucial como puente entre la Generación del 27 y la Generación del 36. Su obra poética se distingue por la autenticidad y pasión con las que aborda su mundo humano y doméstico, alejándose de la frialdad vanguardista. Aunque carecía de una formación académica convencional, sobresalía por la originalidad de sus metáforas y su maestría en la métrica tradicional, empleando sonetos, octavas reales, romances, entre otros. El estilo poético de Hernández se articula en torno a tres grandes ejes temáticos: el amor, la muerte y la vida con esperanza. En el ámbito del amor, su poesía, en ocasiones cercana al erotismo, evoluciona desde ser fuente de dolor por la falta de reciprocidad hasta una expresión dichosa cuando es correspondido. La muerte, temática recurrente, se entrelaza con circunstancias históricas, como la guerra civil, y experiencias personales, como la cárcel y la pérdida de seres queridos. La vida y la esperanza, a pesar de la tonalidad pesimista en muchos poemas, emergen como fuerzas impulsoras, enraizadas en la solidaridad y el amor. La trayectoria poética de Hernández refleja similitudes con la Generación del 27. En una etapa inicial de experimentación, buscó un lenguaje propio fusionando vanguardia y tradición, como evidencia en su obra "Perito en lunas". Luego, en una fase de compromiso social, manifestó su voz como poeta militante en "Viento del pueblo", donde abordó las penurias de los pobres y los niños.
La poesía en los años 40: existencialista
En los años 40, tras la Guerra Civil española, la poesía se divide entre los vencedores y los desterrados. Inicialmente, predomina la poesía arraigada de los vencedores, como la de José María Pemán, con temas amorosos, religiosos e imperiales. La revista Garcilaso se destaca como representativa, con poetas garcilasistas que vuelven al soneto y al endecasílabo, mostrando un optimismo alejado de la realidad. Características de la poesía arraigada: - Visión serena y armónica, alejada de la realidad cotidiana. - Religiosidad armónica que aporta serenidad y confianza. - Utilización de métrica clásica, especialmente el soneto. Destacados poetas arraigados incluyen a Luis Rosales, Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco y Dionisio Ridruejo. Luego, surge una poesía desarraigada, reflejando la angustia y desesperación en tiempos de dolor. Es una poesía existencialista con características como: - Sentimiento de angustia y desesperación ante un mundo absurdo. - Enfoque en temas más cercanos a la realidad: muerte, soledad, violencia. - Abandono del ámbito personal para solidarizarse con los que sufren. - Estilo desgarrado, con lenguaje coloquial brusco y verso libre. Autores destacados de esta corriente incluyen a Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre de la Generación del 27, junto a poetas más jóvenes como Gabriel Celaya y Blas de Otero, que posteriormente evolucionan hacia la poesía social.
La poesía en los años: la poesía social
En la década de los años 50, la poesía social emerge como un cambio significativo en la literatura española. Gabriel Celaya marca el inicio con su obra "Tranquilamente hablando" (1947), desplazando el enfoque de la angustia personal hacia la colectividad. Los poetas ahora buscan retratar la realidad auténtica del hombre y del país, desafiando la versión oficial y adoptando un tono de testimonio y denuncia social. Características de la poesía social en los años 50: - La colectividad se convierte en el problema central, abordando la realidad del hombre y del país. - Palabras como "compromiso" y "solidaridad" reflejan la intención de los poetas de dirigirse a la mayoría, utilizando un lenguaje directo y coloquial. - Continuación de la lírica de realismo testimonial iniciada antes de la Guerra Civil, influenciada por poetas como Antonio Machado, Pablo Neruda, César Vallejo y Miguel Hernández. - Busca ser una herramienta de transformación social y dar voz a los silenciados. Los poetas, como Gabriel Celaya, Blas de Otero, Victoriano Crémer, Eugenio de Nora y José Hierro, conciben la poesía como comunicación y la presentan como un medio para señalar la injusticia dominante y concienciar sobre la dura realidad. La ideología de izquierdas de algunos autores se refleja en la exploración de temas como la situación de España, la injusticia social y el deseo de paz y libertad, transmitiendo a menudo un tono pesimista, pero ocasionalmente con destellos de esperanza hacia un futuro mejor. Las obras "Pido la paz y la palabra" (1955) de Blas de Otero y "Cantos íberos" (1955) de Gabriel Celaya son consideradas representativas de esta poesía social, marcando un hito en el compromiso literario con la realidad social y política de la época.
Blas de Otero
Blas de Otero. Blas de Otero, poeta español, experimentó una evolución poética desde lo existencial a lo social, marcando tres etapas en su obra: 1. Poesía existencial: Comienza con poesía religiosa, como "Cántico espiritual", pero cambia en "Ángel fieramente humano" y "Redoble de conciencia". Expresa la angustia ante la muerte y la búsqueda desesperada de Dios y sentido en la existencia. Su estilo es dramático, tenso, con encabalgamientos y cortes abruptos. 2. Poesía social: Enfocada en la situación de España y la solidaridad humana. Representa una lucha por la justicia, libertad y paz en obras como "Pido la paz y la palabra" y "Que trata de España". Destaca el compromiso y la palabra como herramientas para protestar y buscar la paz. 3. Última poesía: Se acerca al experimentalismo con temas autobiográficos en obras como "Hojas de Madrid" y "Mientras". Experimenta con formas métricas libres, poemas en prosa y utiliza imágenes renovadoras. Su lengua poética se caracteriza por una sintaxis abrupta, recursos fónicos, antítesis, juegos de palabras y un uso transgresor del lenguaje literal.
La poesía en los años 60
La poesía en lo años 60. En los años 60, la poesía experimenta cambios con la llegada de un grupo de poetas, conocidos como "niños de la guerra", que buscan una mayor elaboración del lenguaje poético y un enfoque más personal que complemente lo social. Este grupo incluye a Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines y Claudio Rodríguez. Características del "grupo de los cincuenta":
1. Temas íntimos: Exploran lo personal, el fluir del tiempo, la infancia, el amor, el erotismo y la amistad. Se centran en la expresión directa de los sentimientos y la comunicación sin pudor de la intimidad, a veces teñida de escepticismo dolorido. 2. Preocupación por el hombre: problemas éticos, sociales, existenciales e históricos, enlazando con el "humanismo existencial". Muestran inconformismo frente al mundo pero se alejan del patetismo de la poesía social, centrándose en la experiencia personal. 3. Estilo: Rechazan el patetismo y prosaísmo, optando por un estilo conversacional, antirretórico y cálido. Evitan las experiencias vanguardistas y prefieren una estructura narrativa en el poema, con uso frecuente de reiteraciones y paralelismos. Introducen léxico urbano y prosaísmos con intención irónica. 4. Lenguaje coloquial y verso libre: Mantienen un lenguaje coloquial y utilizan el verso libre. El humor y la ironía sirven como distanciamiento respecto a la realidad. La reflexión sobre la poesía, metapoesía, también aparece ocasionalmente. Aunque cada poeta del grupo sigue una trayectoria individual, comparten rasgos comunes y orientan la poesía hacia nuevos derroteros, consolidando su influencia en la década de los 60.
Gil de Biedma
Gil de Biedma. Gil de Biedma, un destacado poeta de los años sesenta, refleja el cambio poético de esa época mediante su obra. Su poesía se basa en experiencias personales evocadas desde la distancia del tiempo, incorporando elementos cotidianos y privados con una mirada escéptica y analítica. Abordó más temas sociales, pero con el tiempo se centró en asuntos íntimos como la amistad, el amor y la soledad.
El escepticismo presente en sus versos surge de su visión de la derrota inherente al ser humano, donde la cultura se convierte en la única respuesta. Gil de Biedma fusiona sus lecturas como evocaciones en sus composiciones, utilizando la intertextualidad como recurso habitual. Su obra principal, "Las personas del verbo," recopila poemas de diferentes libros: 1. Compañeros de viaje (1959): Aborda la infancia, adolescencia, amistad y ciudad, con énfasis en el amor y el sufrimiento en la historia de España. 2. Moralidades (1966): Reflexiona sobre la situación de España, la burguesía, la Guerra Civil, y manifiesta su denuncia ante la opresión de la sociedad, especialmente hacia las mujeres. 3. Poemas póstumos (1968): En esta etapa de madurez, aborda la pesadumbre y angustia ante el paso del tiempo, la vejez y la inminencia de la muerte. Se sumerge en una crisis existencial, explorando temas como el fracaso, la destrucción de mitos personales y la presencia constante de la muerte. Gil de Biedma describe sus poemas como una invención y asunción de una identidad propia, lo que lo llevó a abandonar tempranamente la escritura. Su estilo se caracteriza por un tono conversacional, desdoblamiento del yo, intertextualidad y prosaísmo coloquial. Su voz poética se dirige a menudo a un tú o vosotros, construyendo un diálogo irónico y distanciado. En su poesía, se refleja la dualidad entre el presente y el pasado, explorando el paso del tiempo y el análisis de experiencias personales.
Gloria Fuertes
Gloria Fuertes. Gloria Fuertes, a pesar de ser conocida principalmente por su contribución a la literatura infantil, también fue una destacada poetisa con una vocación literaria radical. Su poesía, humana y cálida, abordó temas sociales, religiosidad, amor y preocupación por los marginados y pobres. Aunque algunos de sus primeros libros reflejan una fuerte inquietud social, no puede ser encasillada únicamente en la poesía social. En cuanto a su estilo, Gloria Fuertes empleó un lenguaje claro, directo y coloquial, con una aparente despreocupación por la técnica. Utilizó recursos como el estilo enumerativo, la asonancia, desajustes morfológicos y sintácticos, el verso libre y la referencia a objetos y acontecimientos cotidianos. Su poesía refleja la influencia del postismo, un movimiento vanguardista que abogaba por el humor y la libertad lúdica, y mostraba influencias surrealistas. A lo largo de su extensa trayectoria, publicó varios libros, destacando "Isla ignorada" (su primer libro), "Antología y poemas del suburbio," "Aconsejo beber hilo," "Que estás en la tierra," "Ni tiro, ni veneno, ni navaja," "Poeta de guardia," "Cómo atar los bigotes del tigre," "Sola en la sala," "Cuando amas aprendes," "Obras incompletas," y "Historias de Gloria (amor, humor, desamor)." Tras su fallecimiento en 1998, se publicó la antología "Mujer de verso en pecho." Su obra abarca desde la fantasía juvenil hasta temas más profundos, como la muerte, la fe en la vida y el amor confiado en Dios.