Poesía Lírica en Roma: Catulo, Horacio y Ovidio

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Lírica: Poesía Lírica en Roma

Había precedentes de “carmina” religiosos en el Carmen Saliorum y el Carmen Fratrum Arvalium, lírica latina propiamente dicha comienza en Roma mucho más tarde que la épica o el teatro, a finales del siglo II a.C. L. Innegable influencia griega. Nos referimos al círculo de Lutacio Cátulo y sus célebres epigramas eróticos, a quien consideramos como precedente de los neotéricos, verdaderos innovadores de la poesía lírica.

Los Neotéricos

Así llamó Cicerón a un grupo de poetas renovadores cultistas de la poesía latina del momento. Propugnaban el abandono de la épica en beneficio de unas pequeñas composiciones en las que predominaban la pureza estética, la propiedad en el lenguaje, la selección del vocabulario y la polimetría, buscando siempre la perfección métrica, insisten en un nuevo tratamiento poético que gira en torno al culto a la forma perfecta y a la introducción de una nueva temática.

Autores

Helvio Cina, con su obra Zmyrna, que tardó nueve años en componer y es una de las muestras más representativas del grupo. Valerio Catón, autor de una de las producciones eróticas más celebradas: Lydia, así como su poema de técnica calimaquea, Dyctinna. Licino Calvo, quien destaca en literatura epitalámica y erótica, especialmente por el poema elegíaco a su esposa muerta, Quintilia. Cornificio, Furio Bibáculo, Terencio Varrón, etc... CATULO. Cayo Valerio Catulo, nacido en Verona (84.54 a.C.). Su padre se enorgullecía de la amistad con César, aunque Catulo no compartía su admiración por el gran Julio. No buscó cargos políticos o la riqueza en los negocios sino que gustaba del otium, de la vida social de Roma, del trato con sus amigos, con hermosas mujeres, del arte de la poesía. Sus obras se dividen en:

  • La primera parte, del poema 1 hasta el 60, comprende poemas líricos cortos, en metros y contenidos variados: Así encontramos incidentes de la vida diaria, expresiones de amistad, sátiras, críticas políticas, poemas de amor e, incluso, un himno a Diana y la traducción (51) de un célebre poema de Safo.
  • La segunda parte, del poema 61 hasta el 68, se caracteriza por una mayor extensión de las poesías e importancia del asunto: himnos nupciales, elegías epistolares, y hasta una breve epopeya con motivos mitológicos.
  • La tercera parte, del poema 69 hasta el 116, se caracteriza por el empleo del dístico elegíaco y por expresar sus sentimientos de una forma más tradicionalmente romana.

Catulo escribió, pues, básicamente dos modos de poesía: poemas yámbicos o mélicos (corto) y epigramas en dísticos elegíacos, que en su mayoría reflejan sentimientos personales o impresiones vividas y poemas narrativos, en los que o no se alude en absoluto a su persona o sólo para dar pretexto a una extensa digresión, donde el preciosismo y la precisión técnico-poética dominan absolutamente. Catulo se presenta como la figura más destacada entre los poetas jóvenes de su época, que buscaban la inspiración en los griegos, como Safo. Catulo vivió en una Roma brillante y disipada. Su poesía destila pasión, ilusión, angustia y dolor según las fases vitales en que se encuentre su poesía. Al final no encuentra alivio para el rechazo de Lesbia, a quien acusa de haberlo engañado y utilizado. A través de su poesía se observa cómo encauza su pasión a través de una expresión exquisita, a veces, familiar en la mayoría de ocasiones y hasta vulgar y despiadada cuando expresa el dolor del abandono y la traición. Su poesía nos sumerje en la disoluta sociedad de la Roma en su tiempo.

HORACIO

Quinto Horacio Flaco (65-8 a.C. Tuvo una esmerada educación en Roma y más tarde en Grecia, entusiasmándose con la filosofía epicúrea. Se enroló en el ejército de Bruto y combatió en Filipos con el grado de tribuno militar. Tras la derrota volvió a Roma y compró un puesto de amanuense de los cuestores para poder vivir. Allí empieza a escribir con amargura sus Épodos y Sátiras, trabando amistad con Virgilio, quien lo presentó a Mecenas, al cual le unió una profunda amistad durante toda su vida. Se dedicó por completo a su actividad literaria, permitiéndose incluso rechazar el cargo de secretario particular del 'princeps', que el propio Augusto le había ofrecido.

Obra Lírica

Épodos: Son 17 poemas cortos, de tono violento y agresivo sobre temas varios: amarga contra las guerras civiles, invectivas contra personas de la vida pública o privada, ataques contra sus enemigos literarios o contra mujeres perversas. No obstante, también hay un poema de tema bucólico, Beatus Ille, en el que canta la agradable vida del campo frente a las complicaciones de la vida urbana. Odas (CARMINA): Son composiciones líricas agrupadas en cuatro libros, con las que intenta crear una poesía lírica que rivalice con la griega; utiliza temas y metros líricos griegos, estrofas eólicas sobre todo. Temas político-nacionales. Tanto gustaron al 'princeps' estos cantos, entre los que se encuentran las llamadas Odas Nacionales, que pidió a Horacio que compusiera un himno para los Juegos Seculares del 17 a.C. (destinados a conmemorar la paz definitiva en Oriente, tras el sometimiento de los Parthos), al que se denominó Carmen Saeculare. Temas religiosos, donde Horacio usa a los dioses como un mero artificio literario. Temas de ética y moral: donde se pueden incluir también alguno de tipo erótico y otros de tipo profano (la alegría de los banquetes, la tranquilidad de la vida del campo, amores propios y ajenos...), pero donde fundamentalmente se deja ver la influencia de la filosofía epicúrea que Horacio profesaba, disfrutando de la vida ('carpe diem'), pero de una manera sensata, con calma y tranquilidad, evitando el ansia de riqueza y las esperanzas infundadas, que fueron, según él, las causantes de la crisis romana. Desde una visión de la vida epicúrea y vitalista Horacio se convierte en uno de los mayores poetas latinos. Su perfección formal y la profundidad de su lírica son verdaderamente notables.

La obra elegíaca de OVIDIO

La terrible atracción que Ovidio (43 a.C.-17 d.C.) sentía hacia la poesía, queda patente por su propia mano: 'Et quod temptabam scribere, versus erat'. Espíritu libre y personaje económicamente independiente, nunca quiso sentirse vinculado a nadie, por lo que evitó su adscripción a círculo literario, sistema filosófico o programa educativo alguno. El destierro a Tomis, su gran tragedia, significó paradójicamente su consagración como poeta elegíaco. El motivo del destierro pudo ser la publicación de su obra Ars Amandi, que no compartía la visión moralista que Augusto quería imponer en la sociedad romana. Murió en el destierro.

Desarrollo y características:

La obra de Ovidio es rica en formas y facetas, pero toda ella está centrada sobre un tema único: Eros es el dios a quien este poeta rinde culto, por supuesto de una manera muy especial. poemas eróticos de juventud: Elegíacos: Amores y Heroidas. Didácticos: Ars Amatoria, Remedia amoris y De medicamine faciei femineae. obras maestras: Fasti (incompleta): relación de fiestas, costumbres y leyendas del calendario romano. Estaba dedicada a Augusto y escrita en seis libros en dísticos elegíacos. Metamorfosis: es el gran poema épico, plagado de narraciones mitológicas y escrito en hexámetros. Elegías: Tristia, Epistulae ex Ponto. Podemos destacar variados aspectos en cada una de sus obras: Amores: se trata de un conjunto de elegías de tema amoroso, dedicadas muchas de ellas a una tal Corina. Heroidas: son las cartas apasionadas o epístolas poéticas que Ovidio atribuye a heroínas míticas dirigidas a sus maridos o amantes: Penélope a Ulises, Dido a Eneas, etc. Tristia: La mayoría fatigan por su tono quejumbroso y deprimen por la plasmación de su desdicha. Epistulae ex Ponto: son cuatro libros de cartas en dísticos elegíacos y dirigidas a su mujer y a influyentes amigos, pidiendo insistentemente que intercedan por él para que le sea levantado el exilio. Catulo: Lo leyeron Ronsard, Garcilaso y Montaigne, entre otros y lo definen como poeta tierno y erótico, de tono elegíaco. Ya en el siglo XVIII José Cadalso se inspiro para sus Elegías romanas. En el siglo XIX Juan Valera o Menéndez y Pelayo se inspiran en los epitalamios para algunas de sus poesías. Y el siglo XX será, finalmente, el de las traducciones de la obra catuliana. Horacio es ya un clásico en su época. Fue citado con frecuencia desde el humanismo y convertido en padre de la crítica literaria (junto con Aristóteles) gracias a su Ars poetica. Petrarca, Poliziano o Garcilaso incorporan en sus poemas pensamientos e ideas de este autor, y Fray Luis de León lo imitó con auténtica devoción. Hay esporádicos ecos de este autor en Antonio Machado y en autores de este siglo como Fernando Pessoa, Gerardo Diego, Jorge Guillén o Luis Antonio de Villena. Ovidio en la Edad Media fue tal su influjo lingüístico, temático y literario, que se ha llegado a hablar de aetas ovidiana para los siglos XII-XIII. El Libro del Buen Amor es un ejemplo de ello. También fue un poeta favorito del humanismo y Renacimiento. Y, desde entonces conoce la literatura una dirección ”ovídica” paralela a la ”virgiliana”: Boccaccio, Ariosto, Tasso, Camoens, Shakespeare.

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