Poesía Española de Posguerra: Voces, Temas y Corrientes (1939-1960s)

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La poesía española en las tres décadas posteriores a la Guerra Civil se enfrentó a un panorama desolador. España había salido de un conflicto fratricida y la literatura sintió la urgencia de dar respuesta a la cruda realidad nacional. Las obras de este periodo se impregnaron de profundos contenidos humanos, reflejando la angustia existencial, la denuncia de las injusticias, la solidaridad y la experiencia íntima y personal.

Contexto Cultural Adverso de la Posguerra

La poesía posterior a 1936 se desarrolló en un ambiente cultural marcadamente negativo, caracterizado por:

  • La muerte de figuras fundamentales como Antonio Machado y Federico García Lorca.
  • El encarcelamiento de Miguel Hernández y el exilio de Juan Ramón Jiménez, así como de la mayoría de los poetas de la Generación del 27.
  • La severa limitación de la libertad de expresión impuesta por la censura franquista.

Miguel Hernández: Voz Trascendente en la Guerra y la Posguerra

En la poesía de los años de la Guerra Civil y la inmediata posguerra, la figura de Miguel Hernández emerge con fuerza singular. Su trayectoria poética se puede dividir en etapas clave:

  • Primera etapa (anterior a la guerra): Caracterizada por la búsqueda de un lenguaje poético propio y una depurada técnica. A este periodo pertenecen obras como Perito en lunas y El rayo que no cesa, este último compuesto de sonetos magistrales. Destaca especialmente su conmovedora Elegía a Ramón Sijé, escrita en tercetos encadenados.
  • Segunda etapa (durante y después de la guerra): Adquiere un tono marcadamente social y comprometido. Su obra Viento del pueblo es emblemática de este periodo, donde alterna estrofas clásicas con el verso largo y un lenguaje accesible y directo.
  • Últimos poemas: Escritos en la cárcel, se recogen en Cancionero y romancero de ausencias, testimonio de su dolor y resistencia.

La Poesía de los Años 40 y Principios de los 50: Entre el Arraigo y el Desarraigo

A los poetas que comienzan su labor en los años 40 y principios de los 50 se les suele agrupar bajo la denominación de Generación del 36. Este periodo se caracteriza por la convivencia de dos corrientes principales:

1. Poesía Arraigada

Dominante en los primeros años de la década de los 40, la poesía arraigada se inspira en modelos clásicos como Garcilaso de la Vega y recurre a formas estróficas tradicionales. Sus temas predilectos son el amor, el paisaje, la belleza y una visión serena de la existencia. Entre sus cultivadores destacan Dionisio Ridruejo, José García Nieto y Luis Rosales.

2. Poesía Desarraigada

La renovación estética y temática llega de la mano de Dámaso Alonso con la publicación de su obra fundamental, Hijos de la ira (1944). Con este libro se inicia la llamada poesía desarraigada, cuyo propósito es expresar el descontento, la angustia existencial y la protesta frente a las injusticias del mundo y la difícil realidad de la posguerra. Los autores más significativos de esta corriente se agruparon en torno a la revista Espadaña. Utilizan un tono trágico, a menudo desgarrado, y exploran sentimientos de angustia y dolor. También se encuentran poemas de temática religiosa con un enfoque existencial. El estilo, en general, tiende a la sencillez expresiva para transmitir con mayor impacto su mensaje.

El Auge del Realismo Social en los Años 50

Durante la década de los 50, la poesía española da un paso más hacia el compromiso, adoptando un estilo realista para denunciar las injusticias sociales existentes debido a la dictadura. Hacia 1955, se consolida plenamente el realismo social en la poesía. El poeta se concibe como un testigo y una voz crítica que toma partido ante la situación del momento, buscando la comunicación directa con "la inmensa mayoría", en palabras de Blas de Otero. Para ello, empleará un lenguaje claro, sencillo y, a menudo, un tono coloquial.

Blas de Otero: De la Angustia Existencial al Compromiso Social

Una de las figuras cumbres de este periodo es Blas de Otero. Su evolución poética refleja las tensiones de su tiempo:

  • Comienza con una poesía de corte desarraigado, como se aprecia en Ángel fieramente humano, donde los protagonistas son el poeta y un Dios lejano e interpelado.
  • Posteriormente, su obra evoluciona hacia un claro compromiso social. En Pido la paz y la palabra, la agonía individual es sustituida por la preocupación por la colectividad y la denuncia de la injusticia.
  • En su libro En castellano, el estilo se vuelve más sobrio y el mensaje político se hace más rotundo y directo.

La renovación formal en Blas de Otero se manifiesta en el uso de procedimientos vanguardistas (como la supresión de signos ortográficos) y en la frecuente intertextualidad, con la intercalación en sus poemas de citas y palabras de otros autores. En su obra, destacan con fuerza tanto la vertiente existencial como la social.

El “Grupo de los 50” o Generación de Medio Siglo: Renovación y Poesía como Experiencia

A finales de la década de los 50, un grupo de autores, conocidos como el “Grupo de los 50” o Generación de Medio Siglo, se encargó de renovar el panorama poético español. Aunque diversos, comparten algunas características comunes:

  • Poesía como experiencia o conocimiento: Se concibe la poesía como una forma de explorar y comprender la realidad, tanto íntima como social. Hay una fuerte presencia de lo personal, el gusto por el recuerdo, la subjetividad y la poetización de la experiencia cotidiana. El inconformismo, presente, no se manifiesta de forma desgarrada, sino a menudo con una actitud distanciada e irónica.
  • Cuidado del lenguaje: Prestan una notable atención al lenguaje poético, con una inclinación hacia lo narrativo y el empleo matizado de la lengua coloquial, buscando la naturalidad sin renunciar al rigor estético.
  • Métrica flexible: Predomina el verso libre, aunque no se abandona por completo el uso esporádico de estrofas clásicas. Se observa un gran cuidado en la construcción formal de los poemas.

Jaime Gil de Biedma: Intimismo Crítico y Conciencia de Clase

Uno de los autores más representativos de este grupo es Jaime Gil de Biedma. Su poesía se caracteriza por:

  • Autobiografismo y temporalidad: Muchos de sus textos parten de la narración de su propia vida. El tiempo se convierte en un motivo central, explorando el contraste entre la felicidad de la infancia y las angustias de la juventud, o entre las ilusiones juveniles y el desencanto de la madurez o el inicio de la vejez.
  • Temas recurrentes: El amor es otro de sus temas esenciales, tratado con una mezcla de sensualidad y escepticismo. Aborda también la temática político-social desde una perspectiva personal y crítica, reflexionando sobre la mala conciencia que le produce pertenecer a una clase social privilegiada en un contexto de desigualdad.
  • Estilo confesional y coloquial: Utiliza un tono confesional, narrativo y un lenguaje coloquial cuidadosamente elaborado. Muchos de sus poemas están escritos en primera persona, aunque en ocasiones se dirige en segunda persona a sí mismo, creando un efecto de desdoblamiento. Es frecuente el uso de incisos o paréntesis para introducir reflexiones o matices.

Su obra poética se encuentra mayoritariamente recogida en Las personas del verbo, que agrupa sus libros anteriores como Compañeros de viaje, Moralidades y Poemas póstumos.

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