Poemas Clásicos del Siglo de Oro Español: Edición Comentada
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Luis de Góngora: La más niña bella, Dejadme llorar
Lamentaciones amorosas de una joven recién casada a su madre por la partida de su esposo
Nos encontramos ante un texto completo escrito en versos hexasílabos, de arte menor, que se agrupan en estrofas de ocho versos; al final de cada una se repite un estribillo formado por un pareado, con rima consonante; mientras que la rima de las estrofas es asonante en los versos pares y quedan libres los impares. Se trata de un romancillo.
La rima en los cuartetos sigue una estructura…
En la primera parte, que corresponde a la primera estrofa, el narrador introduce a la joven en tercera persona, presentándola en un estado de lamento. Esta estrofa utiliza la antítesis («Hoy viuda y sola / Y ayer por casar») para mostrar el contraste y rapidez con la que cambia su situación, simbolizando la inestabilidad de la vida. Además, aparece una sinécdoque («viendo que sus ojos / a la guerra van») en la que los ojos del amado representan su partida.
En la segunda parte, la joven habla directamente a su madre en primera persona, marcando un cambio a un tono más personal e íntimo. En esta sección, se pueden distinguir dos subpartes: la primera, que abarca la segunda estrofa, se centra en un reproche hacia la madre, quien posiblemente haya tenido un papel en la relación que ahora se ve truncada por la partida del amado. Aquí, Góngora emplea recursos como el polisíndeton para dar énfasis y ralentizar el ritmo, haciendo que el dolor de la joven se sienta prolongado e intenso. También utiliza anáforas y una estructura paralelística («tan corto el placer / tan largo el pesar») para subrayar el dolor y la desproporción entre la felicidad fugaz y el sufrimiento duradero. Además, la expresión «en tan tierna edad» se destaca como una forma de enfatizar la juventud e inocencia de la protagonista, añadiendo un tono de compasión.
La segunda subparte, que abarca las estrofas restantes, muestra la decisión de la joven de conservar su pena como un acto de luto y resistencia. En estas estrofas, se incluyen antítesis («yéndose a la guerra / quien era mi paz»), así como sinestesias («del dulce mirar») que conectan los sentimientos de felicidad pasada con su visión actual de tristeza. La joven manifiesta su inconformidad y cierto grado de rebeldía, reafirmando su derecho a expresar su dolor a través del llanto. Góngora también emplea interrogaciones retóricas para conmover al lector, como «marchitar» y «verdes años», que simbolizan la pérdida de juventud y vitalidad debido a la ausencia del ser amado.
Lope de Vega: Soneto "Ir a quedarse, y con quedar partirse"
El tema principal del poema es el amor ausente y la angustia que provoca. El yo poético, al estar lejos de su amada, sufre de un profundo conflicto interno.
El poema es un soneto, compuesto por catorce versos endecasílabos con rima consonante en el esquema ABBA ABBA CDE CDE. Esta estructura, típica del soneto, divide el poema en dos cuartetos y dos tercetos, permitiendo una progresión lógica y emocional en la expresión del dolor amoroso.
Primer cuarteto: El poema inicia con una serie de paradojas que enfatizan el conflicto interno del poeta: "Ir y quedarse, y con quedar partirse, / partir sin alma, y ir con alma ajena". A través de estas antítesis, Lope transmite el estado contradictorio del amante, quien, aunque se marcha físicamente, continúa emocionalmente ligado a su amada. El uso de polisíndeton mediante la reiteración de la conjunción “y” aporta un ritmo pausado que intensifica el tono de incertidumbre y angustia.
Segundo cuarteto: Aquí, Lope introduce metáforas que reflejan la fugacidad y fragilidad del amor. La metáfora “arder como la vela y consumirse” representa el amor como una vela que se consume en su propia llama, ilustrando la naturaleza efímera de la pasión. El verso "haciendo torres sobre tierna arena" describe el amor como una ilusión sin base sólida, un sentimiento hermoso pero inestable. Además, la antítesis "caer de un cielo y ser demonio en pena" refleja el paso de la felicidad (cielo) a la tristeza (demonio en pena), encapsulando el dolor barroco y la aceptación del sufrimiento amoroso.
Primer terceto: Introduce nuevas paradojas para expresar la soledad y la distorsión del tiempo causada por el amor. La antítesis "hablar entre las mudas soledades" muestra al poeta en un estado cercano a la irracionalidad, buscando comunicarse en la soledad. La expresión "pedir prestada sobre fe paciencia" utiliza una paradoja para enfatizar la esperanza que el poeta deposita en el tiempo, esperando que el amor eventualmente supere la distancia.
Segundo terceto: En este cierre, Lope define el amor ausente como una experiencia de sufrimiento extremo. La antítesis "creer sospechas y negar verdades" indica la preferencia del poeta por vivir en una ilusión antes que enfrentar la realidad. La metáfora final, “fuego en el alma y en la vida infierno”, transmite de manera poderosa el dolor y la intensidad del amor no correspondido.
Este soneto de Lope de Vega es una profunda exploración del mal de ausencia y el sufrimiento amoroso, caracterizado por un uso reiterado de antítesis y metáforas que transmiten el dolor y la contradicción que experimenta el poeta. A través de los dos cuartetos y dos tercetos, Lope estructura una serie de imágenes que describen cómo el amor, aunque doloroso y contradictorio, es también fuente de consuelo y fortaleza. El poema, marcado por el tono melancólico y apasionado del Barroco, ilustra magistralmente la idea de que el amor ausente es un fuego constante que, aunque destruye, también mantiene viva la esperanza.
Quevedo: "Enseña cómo todas las cosas avisan de la muerte"
"Miré los muros de la patria mía"
El tema principal de este poema es la inevitabilidad de la muerte y la decadencia de todas las cosas con el paso del tiempo.
El poema es un soneto compuesto por catorce versos endecasílabos, organizados en dos cuartetos y dos tercetos, con rima consonante en el esquema ABBA ABBA CDE CDE. La métrica y la rima del soneto siguen la estructura clásica, lo que permite a Quevedo desarrollar su reflexión de manera ordenada y contundente.
Primera parte (Primer cuarteto)
- En el primer cuarteto, Quevedo describe la decadencia de su patria a través de los muros que antes eran fuertes y ahora están desmoronados: "Miré los muros de la Patria mía, / si un tiempo fuertes, ya desmoronados". Estos muros simbolizan tanto la fortaleza de la patria como el paso inevitable del tiempo. La metáfora “de la carrera de la edad cansados” sugiere que incluso las estructuras más resistentes sucumben a la vejez. La expresión "caduca ya su valentía" refleja cómo el valor y la fuerza de una nación también están sujetos al deterioro.
Segunda parte (Segundo cuarteto)
- En el segundo cuarteto, Quevedo se adentra en la naturaleza para continuar su reflexión sobre la decadencia. Describe cómo el Sol "bebía los arroyos del hielo desatados", una metáfora del ciclo de la vida y de la pérdida de vitalidad. El verso “del Monte quejosos los ganados” representa el cansancio y sufrimiento de la naturaleza, ya que las sombras de la montaña oscurecen el día, simbolizando la lucha constante entre la vida y la muerte. La naturaleza, como la patria, se muestra en un estado de decadencia que inevitablemente lleva al ocaso de todas las cosas.
Tercera parte (Tercetos)
Primer terceto: Quevedo se centra en su hogar y en sí mismo para hacer su reflexión aún más íntima. Observa su casa envejecida y despojada, una metáfora de su propia vida. La imagen de su “báculo más corvo y menos fuerte” sugiere la fragilidad de su cuerpo y el avance de la vejez. Este detalle enfatiza la dependencia física que acompaña la última etapa de la vida.
Segundo terceto: Finalmente, Quevedo culmina su reflexión en la percepción de su espada, que “vencida de la edad” ya no es símbolo de fuerza y valor, sino de fragilidad. Con la frase “no hallé cosa en que poner los ojos / que no fuese recuerdo de la muerte”, Quevedo cierra el poema transmitiendo la universalidad de la decadencia. Todo lo que le rodea, desde el entorno físico hasta su propio cuerpo, es un recordatorio constante de la muerte y del final inminente.
Garcilaso de la Vega: Soneto V "Escrito está en mi alma vuestro gesto"
El tema central del soneto es el amor incondicional y trascendental del poeta hacia la persona amada.
El poema sigue la forma clásica del soneto, compuesto por 14 versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos, con rima consonante ABBA ABBA en los cuartetos y una variación en los tercetos con la estructura CDE CDE. Esta forma fija es característica de la poesía renacentista y permite al poeta organizar sus pensamientos de manera progresiva, llevándonos desde una reflexión más íntima y personal hacia una declaración final de amor absoluto.
Primer cuarteto (versos 1-4): En esta primera parte, el poeta revela que el gesto de la amada está grabado en su alma. Garcilaso utiliza una metáfora para expresar que no necesita escribir sobre ella, ya que su esencia está inscrita en su ser. La figura de la amada se presenta como algo tan íntimo y esencial que no necesita ser externalizada a través de la escritura. Él la "lee" en su propio interior, lo que marca la importancia de la introspección.
Segundo cuarteto (versos 5-8): Aquí, el poeta reflexiona sobre la magnitud del amor que siente. Reconoce que no puede abarcar todo lo que percibe en la amada, pero, aun así, cree en esa grandeza, aunque no la comprenda completamente. El concepto de "fe" aparece como un elemento clave, ya que el poeta acepta lo que no entiende a través de una confianza ciega en su sentimiento amoroso.
Primer terceto (versos 9-11): En esta parte, Garcilaso expone la idea de que su vida tiene un único propósito: amar a la persona a quien se dirige. Su alma parece haber sido "cortada a la medida" de ese amor, lo que sugiere una predestinación. El verbo "querer" en esta sección subraya el carácter constante y natural de su amor, casi como una necesidad inherente a su existencia.
Segundo terceto (versos 12-14): El poema culmina con una declaración total de entrega. Garcilaso confiesa que todo lo que tiene se lo debe a la amada: su nacimiento, su vida y su muerte están ligadas a ella. El uso del verbo "muero" en presente enfatiza la intensidad del amor que siente, dejando claro que este sentimiento lo consume en el presente y será la causa última de su muerte. La repetición de "por vos" refuerza el carácter totalizador de este amor.
Fray Luis de León: Oda I "Vida Retirada"
El tema central de "Oda I - Vida retirada" es el elogio de la vida sencilla y tranquila en contacto con la naturaleza, lejos de las ambiciones y vanidades del mundo.
La oda está compuesta por una serie de estrofas regulares, usando versos endecasílabos y heptasílabos, con un esquema métrico característico de la lira (7a 11B 7a 7b 11B). Este tipo de estrofa, inspirado en la poesía renacentista italiana, fue popularizado en España por Garcilaso de la Vega y proporciona una musicalidad suave y armónica al poema, adecuada para el tono meditativo y contemplativo de la obra.
Primera parte (versos 1-14): Fray Luis introduce su ideal de una vida "que huye del mundanal ruido" y exalta la paz que encuentra el sabio que se aleja de las vanidades del mundo. En estos versos, el poeta utiliza hipérbaton ("la del que huye del mundanal ruido") y metáforas ("senda por donde han ido los pocos sabios") para enfatizar el valor de este camino de vida escogido solo por unos pocos, sabios que han alcanzado la verdadera paz.
Segunda parte (versos 15-36): En esta sección, Fray Luis describe los beneficios de la vida retirada, representados en elementos naturales como el "monte", la "fuente" y el "río". Aquí, el poeta recurre a la anáfora ("¡Oh monte, oh fuente, oh río!") y a la prosopopeya o personificación ("el aire del huerto orea") para dotar de vida a la naturaleza, que se convierte en un refugio que proporciona calma y reposo al espíritu del hombre. En esta parte, también destaca la antítesis ("la lengua lisonjera que condena la verdad sincera") para contraponer la falsedad del mundo con la verdad en la vida retirada.
Tercera parte (versos 37-54): En esta última sección, el poeta subraya el rechazo a las riquezas y los honores mundanos, defendiendo el valor de una vida humilde y serena. Describe un ideal de autosuficiencia y paz en una "mesa de amable paz" donde basta con lo esencial. Fray Luis usa símbolos como el "huerto" y el "mar" para representar la tranquilidad y la independencia del hombre retirado. La conclusión subraya el contraste con los que "se están los otros abrazando / con sed insaciable del peligroso mando".
San Juan de la Cruz: "En una noche oscura"
El poema "En una noche oscura" de San Juan de la Cruz presenta una estructura interna que refleja el recorrido del alma a lo largo del camino místico hacia la unión con Dios. Esta estructura se organiza en tres etapas principales que simbolizan las fases del viaje espiritual: la salida y preparación, el camino y la búsqueda, y finalmente el encuentro y la unión.
En las primeras dos estrofas, el alma comienza su viaje al abandonar la seguridad del mundo terrenal. Este proceso de desprendimiento y purificación se describe mediante la metáfora de una "noche oscura", símbolo de las dificultades y pruebas espirituales que el alma debe enfrentar. Además, el oxímoron "¡oh dichosa ventura!" introduce una paradoja, pues la oscuridad, tradicionalmente asociada al sufrimiento, aquí se convierte en un motivo de alegría, al ser el medio por el cual el alma se acerca al Amado (Dios). Esta imagen de la noche, reforzada por la personificación de la "casa sosegada", sugiere un estado de calma y abandono del mundo físico, preparándose para la fase purgativa del camino místico.
A medida que el poema avanza, en las estrofas tres y cuatro, el viaje espiritual se profundiza con un marcado uso de simbolismo y paralelismos. El alma, guiada por la fe, se mueve "sin otra luz y guía / sino la que en el corazón ardía", una metáfora que asocia la luz interior con la fe que ilumina el camino en medio de la oscuridad externa. La antítesis entre "noche" y "luz" refuerza la dualidad entre lo terrenal y lo espiritual, subrayando la idea de que, en el viaje místico, no se puede confiar en los sentidos humanos, sino solo en la luz divina que brilla desde el interior del alma. Esta sección representa la fase iluminativa, en la que el alma, desprendida de lo mundano, se dirige hacia la luz de Dios.
Finalmente, en las últimas estrofas, el alma alcanza su destino: el encuentro con el Amado y la unión mística con Dios, empleando recursos como la repetición enfática y la exclamación. El verso "¡Oh noche que guiaste! / ¡Oh noche amable más que la alborada!" refuerza la importancia de la noche, transformándola en símbolo de la unión mística. El clímax emocional del poema, marcado por la exclamación y la repetición de "Amado con amada", refleja el éxtasis del alma al ser completamente transformada en el Amado. Este uso de la anáfora y la reiteración subraya la plenitud de la experiencia, donde el alma alcanza la etapa unitiva del camino espiritual, logrando finalmente la paz y la comunión con lo divino.