Población, Migración y Ciudades Españolas en el Siglo XIX: Un Estudio Detallado
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Evolución Demográfica en la España del Siglo XIX
Al comenzar el siglo XIX, España contaba con una población de once millones de habitantes. El crecimiento demográfico a lo largo del siglo fue modesto, alcanzando los dieciocho millones al finalizar la centuria. Este lento crecimiento se considera, incluso, un factor limitante en la modernización de la economía española.
En los primeros quince años del siglo, la población sufrió diversas calamidades, incluyendo el impacto devastador de la Guerra de la Independencia. Sin embargo, a partir de 1815, se inició una recuperación, como refleja el censo de 1857. A lo largo del siglo XIX, la población creció un 77%, una cifra significativamente inferior a la de los principales países europeos.
Factores Demográficos Clave
- Alta natalidad: España mantenía una de las tasas de natalidad más altas de Europa.
- Alta mortalidad: A pesar de la alta natalidad, la mortalidad también era elevada. La esperanza de vida rondaba los 35 años.
- Mortalidad infantil: La altísima mortalidad infantil era un factor determinante en la baja esperanza de vida.
- Crisis de subsistencia: Las hambrunas y crisis de subsistencia, provocadas por malas cosechas o la elevación del precio de los cereales, impactaban negativamente en la población.
- Epidemias: Las epidemias periódicas de fiebre amarilla y cólera, así como las endémicas (tuberculosis, viruela, difteria), tenían efectos devastadores.
La transición demográfica, es decir, el paso a una demografía moderna con una reducción significativa de la mortalidad infantil, no se produjo en España hasta mediados del siglo XX.
Movimientos Migratorios en el Siglo XIX
Migraciones Internas
Los desplazamientos internos de población más importantes durante la segunda mitad del siglo XIX se dirigieron hacia Madrid y Barcelona. Barcelona, en particular, experimentó una fuerte atracción de inmigrantes debido a su desarrollo industrial. Bilbao también se convirtió en un centro de atracción de inmigrantes a finales de siglo, gracias a su despegue industrial.
También existieron migraciones estacionales, en las que jornaleros pobres se desplazaban para trabajar en la vendimia o la siega en Castilla o Navarra. Destaca el caso de los segadores gallegos.
Emigración al Exterior
La emigración al exterior fue un fenómeno tardío, que cobró fuerza en las últimas décadas del siglo. Los destinos preferentes de los emigrantes españoles fueron países de América, como Argentina, México, Brasil y Cuba. Sin embargo, el número de emigrantes españoles fue considerablemente menor al de otros países europeos como Irlanda, Alemania o Italia.
Desarrollo Urbano en la España del Siglo XIX
A finales del siglo XIX, el 91% de la población española vivía en ciudades de menos de 100.000 habitantes. Madrid y Barcelona apenas superaban los 500.000 habitantes, consolidándose, con sus limitaciones, como las dos grandes ciudades españolas.
- Madrid: Capital del país, sede de la Monarquía, el gobierno, las instituciones y las entidades financieras.
- Barcelona: Experimentaba un creciente desarrollo industrial.
Las grandes operaciones urbanísticas en las principales ciudades españolas respondieron al incremento de población y al impacto de la llegada del ferrocarril. En muchos casos, se derribaron las antiguas murallas para permitir el crecimiento y ensanche de las ciudades.
Los Ensanches de Madrid y Barcelona
Madrid y Barcelona abordaron las necesidades de crecimiento de su población mediante dos célebres "ensanches":
El Ensanche de Barcelona (Ildefonso Cerdá)
Ildefonso Cerdá diseñó un ensanche que planificaba los nuevos barrios de forma independiente del centro histórico. El trazado, iniciado en 1860, es ortogonal y uniforme, con ejes oblicuos (como la Diagonal) para facilitar la circulación. La unidad básica es la manzana, achaflanada en las esquinas y con jardines interiores.
El Ensanche de Madrid (Carlos María de Castro)
En los mismos años que en Barcelona, se planificó el "ensanche" de Madrid, dirigido por Carlos María de Castro. Al igual que en Barcelona, se concibió el crecimiento de la ciudad al margen del centro histórico, con un plano ortogonal de manzanas. Se creó un eje aristocrático en el Paseo de la Castellana, con palacetes, y una zona para la burguesía en el actual barrio de Salamanca. Chamberí y el sur del Retiro se destinaron a barrios populares.