La población española en el Siglo XIX ,crecimiento demográfico, movimientos migratorios, crecimiento de las ciudades
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La industria siderúrgica tuvo un despegue muy tardío en España tanto por la falta de una demanda importante de productos de hierro como por la necesidad de hierro y carbón en abundancia y de gran calidad. Inicialmente tuvo un foco de expansión en Andalucía, hasta los años sesenta en torno aMálaga (Industria Heredia, con carbón vegetal); más tarde una etapa asturiana, entre los años sesenta y ochenta, en torno a Mieres y Langreo. Finalmente el verdadero despegue de la siderurgia en España, se inició a finales de siglo en torno a Bilbao, sobre todo por el éxito del eje comercial Bilbao-Cardiff (Gales): Bilbao exportaba hierro y compraba carbón galés.
En cuanto a la minería alcanzó su apogeo en el último cuarto de siglo, gracias a la publicación de la Ley de Minas de 1868, que liberalizó el sector e inició la explotación masiva de los yacimientos. La explotación quedó mayoritariamente en manos de compañías extranjeras. Fueron importantes los yacimientos de plomo en el sur (Linares y La Carolina), los de cobre en Riotinto (Huelva), los de Mercurio en Almadén (Ciudad Real) y los de cinc en Reocín (Cantabria).
Las razones principales para tan tardía y limitada industrialización se han buscado en la escasez de capital nacional para invertir en las modernas industrias (los capitales españoles se dedicaron a la compra de tierras desamortizadas o a la inversión en el ferrocarril)
; la desfavorable dotación de energía y materias primas (en España, las minas eran abundantes, pero el producto era de mala calidad y de bajo poder calorífico. Además, el agua es un recurso escaso y estacional en gran parte del país); y la inestabilidad política, que restó coherencia a la política económica.
Modernización de las infraestructuras: El impacto del ferrocarril
Durante el XIX la paulatina mejora de las infraestructuras permitíó pasar de una economía local y compartimentada a una economía nacional e internacional. Los cambios fueron muy lentos, especialmente en la construcción de carreteras donde se mantuvo el proyecto de disposición radialideado por los ilustrados del XVIII. Mayores fueron los avances en la construcción de puertos, donde la utilización del hormigón armado permitíó desde 1850 ampliar diques y muelles.
En cualquier caso, la revolución de los transportes llegó con el ferrocarril. El primer ferrocarril español se inauguró en Cuba en 1837; en la península, la línea Barcelona-Mataró comenzó a funcionar en 1848 y unos años después se inauguró el trayecto Madrid-Aranjuez (1851). La configuración de la red imitó el modelo radial de carreteras con Madrid como centro. Posteriormente, aunque con lentitud, una serie de ramales permitiría el acercamiento de las provincias entre sí.
La fiebre constructora llegó con la promulgación de la Ley General de Ferrocarriles (1855), que otorgaba todo tipo de facilidades a las compañías, con objeto de atraer inversiones. Hubo una inversión extranjera masiva, especialmente de capital francés, aunque también aportaciones nacionales. Todo ello provocó la aparición de dos grandes compañías ferroviarias: La C. M. Z. A. (Compañía de Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante) y laCía. del Norte (Compañía de los Caminos de Hierro del Norte). Lo esencial de la red ferroviaria quedó establecido en los años setenta (en 1874, 6.000 km; en 1900, 11.000 km).
Pese a que la construcción del ferrocarril impulsó escasamente la industria nacional en comparación con lo ocurrido en otros países europeos, al depender del capital y material extranjero, su impacto fue considerable: Vertebró definitivamente el mercado español, permitíó movilizar mercancías de gran peso, fomentó el comercio y la movilidad de la población, favoreciendo la integración social y cultural del país.
13.2. TRANSFORAMCIONES SOCIALES. CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO. DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES. GÉNESIS Y DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO
En el Siglo XIX, las nuevas ideas económicas y políticas de signo liberal dieron origen a profundos cambios sociales.
Crecimiento demográfico
Durante el Siglo XIX la población española tuvo un aumento demográfico limitado. En 1800, la población alcanzaba los diez millones de habitantes; en 1860, los quince; y en 1900 superaba ya los dieciocho millones de habitantes. El crecimiento de la población se hizo posible al entrar España en el “ciclo demográfico de transición” caracterizado por el mantenimiento de tasas de natalidad bastante altas (36 por mil, en el útlimo cuarto de siglo) y paulatino descenso de las tasas de mortalidad (30 por mil). La mortalidad infantil (uno de los indicadores que indican la persistencia del ciclo demográfico antiguo) disminuyó, pero se mantuvo en niveles aún muy altos. El paulatino y todavía leve descenso de la mortalidad fue fruto sobre todo de mejoras higiénicas y médicas, aunque esporádicamente la sociedad tuvo que sufrir crisis epidémicas y hambrunas; durante el XIX se sucedieron hasta cuatro epidemias de cólera (1833, 1853, 1860 y 1885). La esperanza de vida en 1900 era tan sólo de 34,8 años, cuando en Gran Bretaña o Francia superaba los 45 años.
Dos son las principales carácterísticas de la demografía española en el XIX:
·La pervivencia del mundo rural (70 %), aunque con un paulatino desarrollo de las ciudades: Apenas tres millones de españoles vivían en localidades urbanas a principios de siglo, mientras que en 1900 la cifra superaba ya los seis millones de habitantes. Fue necesario el derribo de murallas y cercas (Burgos, Valencia, Madrid, Barcelona, etc.) y la construcción de ensanches (plan Cerdá en Barcelona; plan Castro y proyecto de la Ciudad Lineal en Madrid).
·Desarrollo de importantes movimientos migratorios interiores (éxodo rural) hacia Madrid, Barcelona (superan el medio millón de habitantes en 1900) y a Bilbao como núcleo industrial. Y tambiénnotable emigración exterior, mayoritariamente a América, con carácter definitivo salvo si se volvía rico (indianos), y preferentemente por ciudadanos de la periferia (Galicia, Asturias, Cantabria, etc.). Más escasa será la emigración levantina a Argelia, o bien la emigración constante aunque no masiva a Francia.