Población, Ciudades y Clases Sociales en España (Siglo XIX)

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Evolución Demográfica y Urbana en la España del Siglo XIX

Crecimiento y Características de la Población

La población española creció de manera continuada durante el siglo XIX. Hubo un aumento de aproximadamente 8 millones de personas durante este siglo, aunque fue menor que en otros países industrializados europeos. Nuestra densidad de población también era baja en comparación con Europa. Hubo algunas mejoras en la dieta y ciertas iniciativas positivas de salud pública e higiene. Sin embargo, la esperanza de vida era corta y la población seguía viéndose afectada por crisis de subsistencia, epidemias, etc., y muchas familias vivían aún en viviendas mal acondicionadas. Además, los desequilibrios regionales eran grandes, ya que el crecimiento fue desigual, destacando el aumento en áreas de Levante, Madrid y el País Vasco.

Movimientos Migratorios

Dentro de la cuestión demográfica destaca la migración. La migración a ultramar se agudizó a finales del siglo. Los migrantes solían dirigirse hacia América y el norte de África. Los focos principales de emigración eran Galicia, Asturias, Cantabria y Cataluña.

Dentro del país se observaron desplazamientos que llevaron al abandono de la Meseta Central y a una mayor concentración en la costa mediterránea y atlántica meridional, así como un éxodo rural hacia las ciudades. Este fenómeno estaba vinculado a factores como:

  • La búsqueda de tierras más fértiles.
  • Una agricultura pobre y estancada.
  • El desarrollo industrial incipiente.
  • Mejores comunicaciones en determinadas áreas de la Península.

Desarrollo Urbano y Transformaciones

Estos aspectos fueron afectando al desarrollo urbano del país. En 1836, el 10% de la población vivía en centros urbanos, incrementándose hasta el 17% en 1900. El ciclo demográfico antiguo se transformó en un ciclo de transición demográfica: desciende la mortalidad mientras la natalidad se mantiene alta, permitiendo un crecimiento acelerado de la población. La agricultura experimentó cambios para mejorar la productividad y la modernización tecnológica, lo que permitió liberar mano de obra campesina, que se convirtió en proletariado industrial. Además, se inició el desarrollo industrial, aunque de forma tardía y escasa, localizado principalmente en Madrid, Cataluña, País Vasco y Asturias.

A pesar de estos cambios, España siguió siendo un país de mayoría agraria y rural, con pocas ciudades y con cifras de población urbana muy bajas comparadas con las europeas. Al acabar el siglo, Madrid y Barcelona eran las únicas que superaban el medio millón de habitantes. La mayoría de estas ciudades presentaron problemas para acoger a los migrantes, ya que no había oferta de trabajo suficiente y se generaron tensiones sociales. Sus estructuras urbanas fueron mejorando mediante una reordenación que ofrecía espacios más cómodos para la burguesía y las clases altas. Se diseñaron los "Ensanches", barrios burgueses con trazados ortogonales, grandes avenidas con arbolado y vías rápidas de comunicación. Destacan el Plan Cerdá de Barcelona (1850) y el Plan Castro de Madrid, entre otras mejoras urbanísticas orientadas a la burguesía.

Estos ensanches burgueses contrastaban con los nuevos barrios obreros, surgidos en el extrarradio, donde se alojaban los inmigrantes sin capacidad adquisitiva. Las viviendas eran pequeñas y de mala calidad, situadas junto a talleres y fábricas, y carecían de servicios e infraestructuras básicas.

Transformaciones Sociales: De la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases

Con la implantación del Estado Liberal y el inicio de la industrialización, la sociedad del Antiguo Régimen fue sustituida lentamente por una sociedad de clases, donde la ciudad y la vida urbana cobraron una importancia creciente. No obstante, las estructuras tradicionales perduraron mucho tiempo, especialmente en las zonas rurales.

Esta nueva sociedad, que reconocía la igualdad jurídica, presentaba en la práctica grandes desigualdades económicas y sociales. La estructura social se configuró de la siguiente manera:

La Nueva Jerarquía Social

La Clase Dominante

Este grupo ostentaba el poder político y económico. Estaba compuesto por:

  • Aristócratas de linaje (antigua nobleza), que conservaban gran poder económico e influencia política.
  • Nuevos terratenientes (beneficiados por las desamortizaciones).
  • La alta burguesía: industriales, banqueros, grandes comerciantes, constructores de ferrocarriles, etc. Esta alta burguesía aumentó su influencia y tendía a ser aristocratizante, ya que muchos de sus miembros aspiraban a ser ennoblecidos.

La antigua nobleza y la alta burguesía a menudo se aliaron. Isabel II, por ejemplo, ganó la guerra civil gracias al apoyo de la nueva burguesía, que presionó para conseguir un Estado a medida de sus intereses.

El Papel de la Iglesia

La Iglesia Católica, privada de gran parte de sus riquezas por la desamortización, perdió poder político y económico directo, pasando a depender económicamente del Estado. Se orientó entonces hacia su influencia espiritual y social. Apoyó la nueva estructura social, sobre todo intentando calmar los ánimos exaltados por las desigualdades generadas por la industrialización. En este contexto, destaca la firma del Concordato de 1851 con la Santa Sede y el importante papel de la Iglesia en la actividad educativa.

El Poder del Ejército

También es destacable el considerable poder del Ejército y su frecuente intervención en la vida política del país a través de pronunciamientos militares.

La Clase Media

La clase media era predominantemente urbana y numéricamente reducida. Estaba compuesta por:

  • Profesionales liberales (médicos, abogados, etc.).
  • Pequeños comerciantes e industriales.
  • Funcionarios.

La Ley de Instrucción Pública de 1857 (Ley Moyano) supuso una importante reforma educativa que facilitó el acceso a la enseñanza a las clases medias urbanas. Se dio importancia a las Ciencias exactas, vinculadas al nuevo mundo industrial y al progreso técnico.

Las Clases Populares

Las clases populares constituían la gran mayoría de la población. Este grupo heterogéneo incluía:

  • Campesinos: España continuó siendo un país fundamentalmente agrario. Muchos campesinos, como consecuencia de la desamortización, se habían convertido en jornaleros (trabajadores agrícolas sin tierras propias), lo que a menudo empeoró sus condiciones de vida.
  • Obreros industriales (proletariado): Aunque su número creció con la incipiente industrialización, el atraso económico del país hacía que los obreros industriales apenas constituyesen el 5% de la población activa hacia finales de siglo.
  • Artesanos, pequeños tenderos, servicio doméstico, etc.

En general, las clases populares carecían de derechos políticos efectivos y sufrían malas condiciones de vida y trabajo.

Educación y Analfabetismo

A pesar de los esfuerzos como la Ley Moyano, el nivel educativo general era bajo. En 1900, la tasa de analfabetismo en España se encontraba en torno al 70%, con diferencias notables según el sexo (mayor en mujeres) y las regiones (más alto en el sur y en zonas rurales).

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