Plaza de San Pedro y David de Bernini: Arte y Simbolismo en el Vaticano

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Plaza de San Pedro del Vaticano

La Plaza de San Pedro debía sustituir una plaza rectangular anterior y culminaba la labor de reconstrucción de la Basílica que se había iniciado en el siglo anterior bajo el pontificado de Julio II. Bernini diseña una plaza para la que usa dos plantas: la más próxima a la fachada, de forma trapezoidal, y la plaza de forma elíptica. El gran número de columnas está realizado en mármol y piedra. Bernini opta por una plaza sobria, de aspecto austero, de manera que la decoración se limita a las esculturas de las cornisas y al juego de luces y sombras de los espacios abiertos en los pórticos entre las filas de las columnas.

Comentario

La Plaza de San Pedro del Vaticano debía cumplir dos funciones: una civil y práctica, y otra simbólica. Bernini trata de diseñar una plaza que dé protagonismo tanto a la fachada recta diseñada por Maderno como a la cúpula de Miguel Ángel. Así, conforme avanzamos al interior de la misma, la plaza se ensancha y la fachada se sitúa al fondo a la espera de recibir en su interior al peregrino que se desplaza a través de ella.

Conclusión

El deseo de los papas de convertir a Roma en una ciudad digna de ser la capital del catolicismo llevó a una labor de remodelación urbana para transformar la ciudad medieval abriendo avenidas y construyendo plazas con fuentes y palacios. Esta plaza diseñada por Bernini se convirtió no solamente en un espacio público que daba acogida a miles de peregrinos, sino también en un símbolo de la legitimidad de la Iglesia Católica frente a las tesis protestantes.

David de Bernini

La escultura, realizada en mármol blanco y de tamaño natural, muestra la imagen de cuerpo entero de David, representado en el momento en que tensa al máximo la honda para lanzar la piedra que matará a Goliat. El cuerpo se arquea y se gira retrayéndose, mientras sus brazos tensan la cuerda de la honda para lanzar la piedra. La escultura es típicamente barroca por su composición de líneas abiertas, así como por la línea oblicua ascendente marcada por David.

Comentario

Bernini opta por captar el instante fugaz del ataque. Aquí David no es un joven apolíneo de curvas praxitelianas, ni el joven de proporciones perfectas, sino un vulgar pastor que asume el destino que le reserva Dios como líder de su pueblo y que, con fe, hace uso de toda su fuerza y energía para acabar con el soldado.

Conclusión

Bernini muestra en su David un nuevo espíritu, el del barroco contrarreformista en lucha contra el protestantismo. En comparación con otras versiones, como el famoso David de Miguel Ángel, se muestran cualidades pragmáticas de la escultura del barroco. Frente a la placidez clásica y renacentista, Bernini introduce emoción y dinamismo.

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