Platón y Hannah Arendt: Desencanto Político y Búsqueda de la Virtud Cívica
Enviado por Chuletator online y clasificado en Filosofía y ética
Escrito el en español con un tamaño de 3,7 KB
El pensamiento de Platón encontrará en Nietzsche una respuesta contundente. Sin embargo, es muy importante la relación que puede establecerse entre el griego y la filósofa alemana Hannah Arendt.
Desencanto con la Política
Si Platón había quedado desencantado con la política, Arendt no lo quedó menos. El griego fue testigo del asesinato de Sócrates y protagonista de los frustrados intentos de educar en la virtud a Dionisio el Viejo y a su hijo Dionisio el Joven. Platón fue perseguido, expulsado de Siracusa y convertido en esclavo. Solo la vuelta a la Academia permitirá su dedicación a la filosofía. Arendt, por su parte, vivió el auge del nazismo, la Segunda Guerra Mundial, sufrió como judía la persecución nazi y tuvo que exiliarse en Estados Unidos. Tras la guerra, Arendt volvió a Europa y comenzó su producción filosófica en torno al año 1950. Ambos son dos desencantados con la política, pero conscientes de su importancia.
Totalitarismo y Manipulación
En Los orígenes del totalitarismo (1951), Arendt analiza las causas que llevaron a Alemania a la adopción del régimen nazi y señala que la violencia injustificada y la manipulación de la verdad son elementos propios de todo autoritarismo. Los Treinta Tiranos y el juicio de Sócrates son buen ejemplo de ello.
La Condición Humana y la Acción Política
La condición humana (1958) es un ensayo sobre la educación de la naturaleza humana (de ello versa la alegoría de la caverna). El filósofo que ha visto el sol siente la necesidad de bajar a la caverna y ayudar a sus compañeros en el proceso de educación. Arendt, en esta obra, da contenido a ese proceso. Distingue entre:
- Trabajo: proporciona los medios de subsistencia.
- Obra: resultado de la pericia o el arte.
- Acción: la interacción pública de seres libres e iguales que elaboran una vida en común.
El trabajo y la obra pueden sobrevivir en cualquier régimen político; la acción solo sobrevive en la república. Arendt, como Platón, rehúye del concepto de democracia porque desemboca en la imposición de la mayoría. La república, en cambio, es el ámbito de la palabra y el debate. Para poder participar en la sociedad hacen falta ciudadanos conscientes, voluntarios y diferentes, porque donde no hay diferencia no hay ni pensamiento ni diálogo.
La Banalidad del Mal y el Pensamiento Crítico
A raíz de la detención y juicio de Adolf Eichmann, Arendt escribe Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal (1963). Su denuncia apunta a una renuncia al pensamiento crítico. Eichmann no pensaba y por eso podía escudarse en su obediencia funcionarial para aniquilar a inocentes. En este sentido, si Platón achaca el mal a la ignorancia, Arendt lo achaca a la anulación del pensamiento crítico. Este peligro solo puede conjurarse con la creación de un espacio público en el que sea materialmente posible el ejercicio de la fraternidad y la acción nacida de la razón.
Conclusión: La Virtud Política como Proyecto Compartido
Concluimos afirmando que Arendt comparte el proyecto platónico de practicar la virtud política. La moral es esencialmente política y es expresión del hombre como animal social. La sospecha permanente frente al poder, al mercado, a la tecnología y a cualquier tipo de fundamentalismo es una constante en la propuesta de Arendt que permite reintegrar la ética en la política. El mundo arendtiano se compone de ciudadanos conscientes y celosos de su libertad y que la ejercitan en lo público. Creemos que Platón hubiese suscrito tal proyecto.