Platón y la Decadencia de Atenas: El Contexto de la Filosofía Platónica

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Platón nació en Atenas en el año 427 a. C., dos años después de la muerte de Pericles. Atenas era la ciudad más poderosa, rica e influyente de toda Grecia, y los años en los que gobernó Pericles se consideran el Siglo de Oro de la Grecia clásica. Pericles impulsó la democracia, realizó grandes obras públicas, mejoró la calidad de vida de los ciudadanos y fomentó las artes y las letras. Tras Pericles, Atenas comenzó un periodo de decadencia que influiría poderosamente en el pensamiento de Platón: su filosofía es ante todo una propuesta de solución a la decadencia de Atenas.

La Democracia y la Educación en Atenas

Con la democracia, la educación tradicional resultaba insuficiente. Ahora había que dominar la retórica, la dialéctica y la oratoria para conseguir el éxito en la Asamblea. Paralelamente al cambio del modelo educativo, la literatura y la escultura abandonan la temática heroico-trágica y se aproximan al lenguaje cotidiano y al naturalismo psicológico.

Estas nuevas necesidades educativas trajeron a la ciudad a los sofistas, que basaron sus enseñanzas en el relativismo, el escepticismo y el convencionalismo. Los sofistas más destacados fueron Protágoras y Gorgias. En oposición a los sofistas, Sócrates enseñaba sin cobrar y rechazaba el relativismo, el escepticismo y el convencionalismo.

Influencias en la Filosofía de Platón

Platón construyó su filosofía fundamentalmente a partir del legado de Sócrates y de los problemas que había planteado la sofística. La condena a muerte de Sócrates por parte de un jurado popular confirmó la idea de Platón (heredada de Sócrates) de que no habría justicia en Atenas a no ser que se educase a los ciudadanos en la virtud. Toda su filosofía gira en torno a esta idea, que desarrollará en su obra más importante, la República. Además de la preocupación por la virtud, la filosofía platónica toma de Sócrates lo siguiente:

  • La búsqueda del conocimiento de los conceptos universales, que Platón concebirá como realidades extramentales (las Ideas).
  • El intelectualismo moral: el conocimiento de la idea del Bien es necesario para alcanzar la virtud individual y la justicia en la polis.
  • La concepción de la filosofía como diálogo permanente, que dará lugar a la “dialéctica” platónica.

Pero su pensamiento también se construyó a partir de las ideas de otros filósofos:

  • Antes de ser discípulo de Sócrates, Platón fue discípulo de Crátilo, un seguidor de Heráclito. Platón hará uso de la filosofía de Heráclito para definir los rasgos del mundo sensible.
  • Se inspiró en Anaxágoras, que algunos dicen que fue el maestro de Sócrates, para proponer la existencia de una mente ordenadora de la materia, el Demiurgo. En cambio, rechaza la propuesta de Demócrito de que el orden de la materia pueda provenir del azar.
  • Tras la muerte de Sócrates, Platón entra en contacto con el pitagorismo. De ellos aprende la importancia de las matemáticas, el dualismo antropológico, la teoría de la reencarnación y el valor del conocimiento para la purificación del alma.

Por último, Platón dedicó uno de sus diálogos a Parménides. De este tomó algunas de las características de las Ideas: son la verdadera realidad, no pueden estar sujetas al cambio y son eternas, perfectas y únicas, a diferencia de los seres sensibles, que son cambiantes, imperfectos y múltiples.

Tomás de Aquino y la Ley Natural

Tomás de Aquino distinguía entre verdades de razón y verdades de fe. Entre las primeras, que el entendimiento puede alcanzar por sí mismo, está la demostración de la existencia de Dios, que explicaba mediante las cinco vías, mientras que las segundas solo podían alcanzarse gracias a la revelación.

Tomás de Aquino establece una analogía entre el orden teórico y el orden práctico, y sostiene que el ente y el bien son las primeras nociones de cada uno de esos dos ámbitos, de manera que sus primeros principios son igualmente evidentes por sí mismos.

Según Tomás de Aquino, el hombre comparte con los animales algunas de sus tendencias, por lo cual se consideran pertenecientes a la ley natural cosas que tiene en común con ellos, pero luego hay en él una naturaleza racional por la que se siente inclinado al bien.

Tomás de Aquino pertenece al movimiento filosófico conocido como escolástica. Según este autor, existe una ley natural que inclina a los humanos hacia determinados bienes. Esta inclinación le es común con los demás animales. Asimismo, demostró la existencia de Dios mediante cinco vías.

Para Tomás de Aquino: “El bien es lo que todos apetecen”, y en conexión con esta noción está el primer precepto de la razón práctica, según el cual: “El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse”. Y sobre este se fundan todos los demás preceptos de la ley natural, que son correlativos al orden de las inclinaciones humanas.

Para Tomás de Aquino, tanto los seres humanos como los animales poseen una inclinación natural hacia la educación de los hijos en función de las cosas que la naturaleza les ha enseñado.

Para Tomás de Aquino, en la noción de bien, como fin genérico de la acción, se fundamenta el primer principio evidente de la razón práctica y el primer precepto de la acción: “El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse”. Pero de este primer precepto se derivan otros preceptos que orientan hacia la consecución del bien.

Para Tomás de Aquino, el bien ha de buscarse y el mal ha de evitarse. Y sobre este principio se fundan todos los demás preceptos de la ley natural.

Para Tomás de Aquino hay en el hombre una inclinación al bien correspondiente a su naturaleza racional, como es, por ejemplo, la inclinación natural a buscar la verdad acerca de Dios y a vivir en sociedad. Y, según esto, pertenece a la ley natural todo lo que atañe a esta inclinación, como evitar la ignorancia, respetar a los conciudadanos y todo lo demás relacionado con esto.

Según Tomás de Aquino, los preceptos de la ley moral no pueden modificarse y ningún humano haciendo uso de su razón puede alegar ignorancia sobre sus contenidos, ya que los principios de dicha ley moral son evidentes por sí mismos.

Para Tomás de Aquino, el medio de alcanzar la felicidad es la virtud, el buen hábito que perfecciona la naturaleza (como en Aristóteles). La virtud consiste en seguir la ley natural, que es una participación en la ley eterna. El orden natural mismo ha sido establecido por Dios.

Para Tomás de Aquino, los principios de la ley natural son en el orden práctico lo que los primeros principios de la demostración son en el orden teórico, pues unos y otros son evidentes por sí mismos. Así, por ejemplo, “el hombre es racional” es un principio evidente por naturaleza.

Para Tomás de Aquino, en la noción de fin, como fin genérico de la acción, se fundamenta el primer principio evidente de la razón práctica: “El bien es lo que todos apetecen”, y en conexión con este primer principio está el primer bien de la acción: “El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse”.

Tomás de Aquino establece una analogía entre el orden teórico y el orden práctico, y señala al ente y al bien como las primeras nociones de cada uno de esos órdenes. Los primeros principios de estos órdenes se fundan sobre tales nociones de un modo evidente.

Según Tomás de Aquino, el bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse. Y sobre este se fundan todos los preceptos de la ley natural.

Para Tomás de Aquino, en el hombre hay una inclinación al bien correspondiente a su naturaleza racional, como es, por ejemplo, la inclinación a buscar la verdad acerca de Dios y a vivir en sociedad.

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