El Planteamiento Cartesiano del Conocimiento: Razón, Método y Sabiduría
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Planteamiento cartesiano del conocimiento:
El objetivo final es la constitución de un saber de lo real, tan preciso como las matemáticas. El saber posee un grado absoluto de certeza o, de lo contrario, no es un saber en sentido estricto. Más adelante, se explica que para poder realizar ese ideal, la razón debe de ser bien dirigida y, para ello, necesitamos el método que nos conduzca a la verdad y, subordinado a ello, la sabiduría. En conclusión, los tres conceptos en los que se basa el planteamiento cartesiano del conocimiento son: razón, método y sabiduría.
Razón:
La razón no se trata de un entendimiento paciente ni de un entendimiento agente, dado que en ambos casos la razón queda sujeta por la experiencia. La razón cartesiana se refiere a la razón humana en su sentido absoluto, o sea, a la actividad del pensamiento humano en general. Es una conciencia independiente del contexto empírico particular. Este es el sentido del cogito cartesiano.
La actividad racional se caracteriza por:
- Intuir: Aprender de forma directa.
- Inferir: La verdad de las conclusiones se deriva, premisa tras premisa, de la verdad de los principios sin riesgo a equivocarnos.
Método:
El método de Descartes está compuesto en dos obras fundamentales: Reglas para la dirección del espíritu y Discurso del método. El método son reglas verdaderas que, si se observan precisamente, uno no tomará nunca nada falso por verdadero. Mediante un aumento de la ciencia, se puede llegar al conocimiento verdadero de todo. El propósito final del método es alcanzar la verdad evitando falsedades.
Evidencia:
Constituye el criterio de verdad, o sea, todo aquello que se presente de forma clara y distinta al entendimiento es indubitable y, por tanto, sin posibilidad de error. El conocimiento no pueden ser verdades relativas que dependan de la configuración de los sentidos. La evidencia se caracteriza por la claridad y distinción: por claridad se entiende aquello que está libre de contradicción y por distinción no referimos a aquello que se opone a lo confuso, derivado de otra cosa, y decimos que es distinta toda idea o noción que, además de ser clara, sea principalmente clara.
¿Cómo podemos lograr la evidencia en nuestros razonamientos?
- Evitando la precipitación, o sea, dar por verdadero aquello que tiene un origen oscuro y que proceda de los sentidos.
- Evitando la prevención, que es el vicio contrario a la precipitación y consiste en negarse a aceptar aquello que es evidente.
Análisis:
Dividir el problema en tantas partes como sea posible hasta llegar a la más simple, de tal modo que ya no admita más división; se trata de elementos últimos a los que Descartes llama “naturaleza simple”. Analizar implica simplificar, reducir lo complejo a simple.
Síntesis:
Consiste en deducir, una tras otra, todas las posibles proposiciones; cada nueva verdad se infiere de la anterior. Sintetizar implica construir nuevas verdades a partir de otras verdades ya conocidas, estableciendo un orden necesario.
Enumeración y división:
Para evitar el error, será necesario enumerar y revisar, una por una, cada proposición, evitando la omisión de ningún paso o eslabón.
Crítica fundamental al método cartesiano:
Viene a decirnos que la evidencia racional y la demostración matemática son insuficientes para lograr un conocimiento adecuado de las leyes que gobiernan los fenómenos naturales, siendo imprescindible para ello la observación sistemática y la realización de pruebas experimentales.
Sabiduría:
Aplicación del método al ámbito filosófico: la sospecha cartesiana.
Se refiere a la búsqueda de una primera verdad a partir de la cual podríamos construir el edificio de la sabiduría; esta primera verdad se llama cogito. La primera regla del método constará como criterio de verdad: Descartes someterá a crítica todos sus conocimientos y creencias. La aparición del método crea un escepticismo radical. Este escepticismo constituye solamente el punto de partida en la búsqueda de un primer principio firme. Este planteamiento inicial se denomina duda metódica y consiste en poner a prueba todo el conocimiento y todas las creencias firmemente asentadas que el sujeto posee y si resisten la crítica. Más tarde, plantea que si la razón es una y la misma en todos los seres humanos, entonces, ¿cómo es posible el error? Porque se parte de principios equivocados que vienen del perceptivo sensorial y porque se opera con un método equivocado. Por tanto, Descartes opera una doble crítica.
Conocimiento sensitivo:
Los sentidos nos engañan y no pueden constituir un fundamento sólido del conocer humano; además, la evidencia sensorial no es capaz de diferenciar la realidad de la ficción. Por ello, la evidencia sensorial tampoco puede constituirse como criterio de verdad. En conclusión, Descartes duda de las ideas y creencias procedentes de la experiencia e incluso duda la existencia de una realidad extramental.
Crítica del conocimiento racional demostrativo:
Podemos partir de premisas falsas y llegar a conclusiones lógicamente verdaderas. Por muy ciertas que aparenten ser las verdades matemáticas, puede existir un dios omnipotente que haga que me engañe cuando sumo 2 más 3. Al poner en duda las proposiciones de la matemática, se está cuestionando la posibilidad misma del conocimiento. En este momento, la duda cartesiana alcanza su máxima expresión y el escepticismo tomará la forma de un genio maligno que hace siempre que me engañe cuando sumo 2 más 3.
El cogito como primera certeza que resiste la crítica:
Descartes dice: “Pienso, luego existo”, y este hecho es tan firme que ningún escéptico podría conmoverlo. Pase lo que pase, la evidencia del cogito no se altera: puedo dudar de todo menos de que en ese preciso instante advierto que estoy dudando, me intuyo como un ser que piensa y que, por lo mismo, es necesario que exista. La evidencia del cogito y el modo en que se manifiesta representará el prototipo de certeza y el fundamento último de la filosofía que Descartes pretende edificar. El cogito también representa un nuevo modo de plantear el problema del conocimiento respecto a la filosofía escolástica anterior. En última instancia, la teoría del conocimiento quedará subordinada a la ontología, o sea, a un determinado modo de concebir la realidad. El conocimiento es un conocimiento de ideas presentes en la conciencia del sujeto que pueden o no reflejar una realidad que, en cualquier caso, habrá que justificar.
El análisis de los contenidos de conciencia:
El cogito asegura la existencia del sujeto, pero como una cosa que piensa, es decir, un ser pensante. Queda demostrar la existencia de una realidad extramental más allá de la conciencia, incluyendo la existencia del propio cuerpo. Descartes deducirá la realidad extramental a partir del análisis de los contenidos de conciencia, de esta forma, indicando cuáles de ellos son ciertos y cuáles no. Descartes distingue pensamiento como actividad; desde esta perspectiva, todos los actos del pensar humano son verdaderos. También distingue los contenidos de conciencia, o sea, aquellas ideas o representaciones mentales presentes en el sujeto. Descartes clarifica las ideas en función a su origen.
- Ideas adventicias: Parecen provenir de una supuesta realidad percibida por los sentidos.
- Ideas facticias: Son producto de la combinación de ideas adventicias y que construye mi imaginación.
- Ideas innatas: Se imponen al pensamiento de forma clara y distinta y que, por tanto, son intuidas racionalmente sin influencia de los sentidos.
Tanto las ideas adventicias como las facticias son de origen oscuro y confuso, mientras que las innatas provienen directamente de la razón y sin evidentes. En conclusión, el error solo puede provenir del juicio, o sea, de atribuir un correlato extramental a nuestras ideas.
Descartes plantea más tarde que cómo puede demostrar la existencia objetiva de una realidad extramental a la cual se remiten nuestras ideas claras y distintas, pues a partir de la idea innata de infinito y de perfección que hallo en mí y que remite a la existencia de un ser infinito y sumamente perfecto, o sea, Dios.
La deducción de la realidad extramental a partir de la idea de infinito:
A fin de justificar la existencia de una realidad extramental a la cual se remiten nuestras ideas claras y distintas, Descartes recurrirá a la demostración racional de la existencia de Dios. El primer argumento se basa en el principio de casualidad, pero no parte de la evidencia sensorial, sino de la intelectual. Entre las ideas innatas, la idea de infinito destaca por su claridad y distinción. La idea de infinito no puede proceder de aquello que finito; por tanto, la causa de esa idea no puede derivarse de mí, que soy finito, sino que la causa de la idea de infinito debe residir fuera de mí. La causa real y objetiva de la idea de infinito ha de ser, necesariamente, un ser infinito. El segundo argumento dice que encuentro en mí la idea de un ser sumamente perfecto y, necesariamente, tiene que existir objetivamente y no solo como idea, pues la existencia real constituye una perfección y, si ese ser no existiese, entonces dejaría de ser perfecto.
¿Por qué es importante la demostración de Dios como un ser perfecto e infinito?
Porque Dios ha de ser, necesariamente, veraz, no puede permitir que me engañe cuando concibo clara y distintamente ciertas ideas que forman parte de mi naturaleza racional. Dios garantiza que mi mente está bien construida y que todas las ideas que se presentan a mi entendimiento con claridad y distinción son absolutamente indubitables.
Dios solo garantiza la existencia de dos tipos de substancia: las substancias inmateriales, res cogitans, consiste en pensar, y substancias materiales, res extensa, consiste en la extensión.