Pilares de la Fe Cristiana: Moralidad, Cuaresma y la Naturaleza de la Iglesia

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La Moralidad de los Actos Humanos

El objeto, la intención y las circunstancias constituyen las tres fuentes de la moralidad de los actos humanos. El objeto elegido especifica moralmente el acto de voluntad según que la razón lo reconozca y lo juzgue como bueno o malo. No se puede justificar una acción mala por el hecho de que la intención sea buena; el fin no justifica los medios. El acto moralmente bueno supone, a la vez, la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias. Existen comportamientos concretos cuya elección es siempre errónea porque comporta un desorden de la voluntad, es decir, un mal moral. No está permitido hacer un mal para obtener un bien.

La Cuaresma: Un Camino de Conversión

La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión que la Iglesia marca para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es un tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.

La Cuaresma dura cuarenta días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Domingo de Ramos, día en que se inicia la Semana Santa. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia dominical, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.

El color litúrgico de este tiempo es el morado, que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual y de preparación al misterio pascual.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que, por acción de nuestro pecado, nos alejamos de Dios.

Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia y los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto, aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la Resurrección.

Las Cuatro Notas de la Iglesia: Una, Santa, Católica y Apostólica

La Iglesia es Una debido a que tiene un solo Señor, confiesa una sola fe, nace de un solo bautismo, no forma más que un solo cuerpo vivificado por un solo Espíritu, orientada a una única esperanza a cuyo término se superarán todas las divisiones.

La Iglesia es Santa: Dios Santísimo es su autor; Cristo, su esposo, se entregó por ella para santificarla; el Espíritu de santidad la vivifica. Aunque comprenda pecadores, ella es inmaculada.

La Iglesia es Católica: anuncia la totalidad de la fe, lleva en sí y administra la plenitud de los medios de salvación, es enviada a todos los pueblos, se dirige a todos los hombres, abarca todos los tiempos y es, por su propia naturaleza, misionera.

La Iglesia es Apostólica: está edificada sobre sólidos cimientos (los doce apóstoles), es indestructible y se mantiene infaliblemente en la verdad. Cristo la gobierna por medio de Pedro y los demás apóstoles, presentes en sus sucesores: el Papa y el Colegio de los Obispos.

La única Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que es Una, Santa, Católica y Apostólica, subsiste en la Iglesia Católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él, aunque, sin duda, fuera de su estructura visible pueden encontrarse muchos elementos de santificación y de verdad.

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