Los Picapedreros de Courbet: Un Retrato del Realismo en el Siglo XIX

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Los Picapedreros de Gustave Courbet: Un Análisis Detallado

Descripción de la Obra

Nos encontramos ante una pintura de 1,65 x 2,38 metros, un óleo sobre lienzo. En un paisaje árido y duro, aparecen dos figuras de espaldas en primer plano: un hombre viejo de rodillas con un pico en la mano y un muchacho de pie.

La composición es muy simple, solo las dos figuras, retratadas desde un punto de vista ligeramente más alto, se recortan en una colina en penumbra, mientras que únicamente en el ángulo superior derecho se ve un pequeño trozo de cielo azul. Se completa la escena con los objetos cotidianos de los picapedreros.

La luz proviene de la parte frontal, iluminando las figuras que proyectan leves sombras y contribuye al efecto plástico de los personajes, aunque la línea tiene también un importante protagonismo.

Los colores utilizados son toda la gama de los pardos y ocres, con algunos toques de blanco sucio y el pequeño toque de color azul del fondo que nos sitúa la escena de día, pero en la ladera de la umbría, que contribuye al efecto de tristeza y miseria al tiempo que “empuja” a las figuras hacia el espectador.

La profundidad no se consigue solo con el juego de luces y sombras, sino también por los escorzos que adoptan las figuras.

El dibujo tiene un marcado protagonismo, con las figuras perfectamente delimitadas. Sin embargo, el color domina el paisaje.

Contexto Histórico y Artístico

Esta es una obra del pintor francés Gustave Courbet (1819-1877), considerado el padre del Realismo. Para él, el Realismo consiste en afrontar la realidad prescindiendo de todo prejuicio filosófico, teórico, moral, religioso y político. Considera que la realidad no es para el artista nada distinto de lo que es para los demás, es un conjunto de imágenes que capta el ojo. Courbet admira la pintura veneciana, holandesa y española del siglo XVII, presente en el Louvre. De ideología anarquista, participó en la bohemia parisina, la Revolución de 1848 y la Comuna de París (1870-1871).

La obra utiliza el lenguaje del Realismo, movimiento cultural que se caracteriza por la representación objetiva de la realidad, que se dio en la segunda mitad del siglo XIX. Pertenece al movimiento pictórico realista que se desarrolló en Francia primero y después en el resto de Europa, entre el Romanticismo y el Impresionismo, en el siglo XIX.

El Siglo XIX: Un Siglo de Cambios

Durante la segunda mitad del siglo XIX asistimos a cambios importantes en el mundo del arte:

  • El Romanticismo había abierto las puertas hacia una pintura más libre y abierta a nuevos temas.
  • Los cambios sociales derivados de la Revolución Industrial, así como las revoluciones políticas que jalonan gran parte del siglo, influyen poderosamente en los artistas, que se cuestionan su papel dentro de este proceso de transformaciones.
  • La pugna entre academicismo y ruptura marca todo el siglo, en especial el uso que los pintores (verdaderos paradigmas del nuevo "artista") harán del color, la textura y la luz.
  • Ya sabemos que Goya explora nuevos territorios, y que de sus obras derivan muchos de los caminos que encierra el siglo XIX para el arte.
  • La pintura realista, como veremos, no aporta nada sustancial en los aspectos formales; su significado reside, sobre todo, en los temas elegidos y en la manera en que estos son tratados.

El siglo concluye con la pintura impresionista, que abrirá las puertas de todos los cambios posteriores, aunque esto ya será objeto de estudio en el arte del siglo XX. A nivel político, es el siglo de las revoluciones burguesas. Durante todos estos años, una rica burguesía controla la política y también el gusto artístico a través de los Salones (exposiciones que, con carácter anual, se celebran bajo el control de las instituciones que regulan el mundo de las bellas artes), medio por el que los artistas exponen su obra y se dan a conocer. Frente a esta burguesía estarán el socialismo y buena parte de la intelectualidad y de los artistas, que claman por una mayor libertad, tanto política como artística.

El Realismo reivindica el apogeo de la realidad, la importancia de los temas cotidianos tratados de un modo objetivo, sin idealización ni pintoresquismo, frente a los grandes temas del pasado: religión, mitología, alegoría, historia... En este sentido, el Romanticismo les ha abierto las puertas al haber insistido tanto en el paisaje, sin mitos, y en lo popular.

En realidad, lo escandaloso de los realistas está en los temas, la manera que tienen de afrontar la realidad, ya que la técnica es más tradicional. Se niegan a idealizar las imágenes y el hombre aparece en sus tareas normales. El gusto burgués mira con añoranza las realizaciones más frívolas del arte del Antiguo Régimen, y la aparición de las obras de Courbet suponen un provocador revulsivo.

Análisis de "Los Picapedreros"

La obra es “Los Picapedreros”, realizada en 1849. La obra de Courbet se caracteriza por su fidelidad al natural, la fuerza del dibujo, el detallismo y el estudiado uso del color. En esta línea se inscriben una serie de obras maestras como “Entierro en Ornans”, “El taller del pintor”, “Buenos días Sr. Courbet”, “Señoritas a orillas del Sena” y “Los Picapedreros”, de la que dijo Proudhon que inauguraba la temática socialista en la pintura.

La obra se encontraba en el museo de Dresde, en Alemania. Lamentablemente, fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial por un bombardeo.

"Los Picapedreros" representa, pues, un hecho real pero intrascendente: el trabajo de los picapedreros, la dura existencia física de dos peones camineros. Seres totalmente anodinos a los que no se les ve el rostro, de modo que no expresan nada, ninguna idea ni emoción alguna, solo equivalencias formales de ciertas cualidades inherentes a este tipo de trabajadores: fuerza, taciturnidad, cierta torpeza y pesadez. Visten ropas raídas, apreciándose claramente los parches de los pantalones o los agujeros de las camisas.

Las piedras, la cacerola del fondo, los útiles de trabajo toman un papel tan protagonista como los de los propios personajes en la composición, recogiendo el pintor con el mayor realismo posible lo que observaron sus ojos. Con esta obra, Courbet quiere democratizar el arte, analizar la sociedad para corregirla, ya que el pintor tiene una misión que cumplir: la transformación de la realidad.

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