Perspectivismo y Raciovitalismo en Ortega y Gasset: Un Enfoque Filosófico

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“La doctrina del punto de vista” es un capítulo del libro que Ortega y Gasset escribió en 1923 con el título El tema de nuestro tiempo. El título del capítulo expresa claramente su tesis fundamental: la teoría del perspectivismo, una determinada comprensión de la vida y la razón como no excluyentes. Con este libro cerraba Ortega su etapa perspectivista y abría al mismo tiempo el nuevo raciovitalista, de modo que la obra es una encrucijada en su biografía intelectual. Ya en su segunda etapa, desde 1914, el concepto de vida como realidad radical empezó a cobrar protagonismo. Ortega defendió entonces que todos conocemos las cosas desde una perspectiva vital, desde un punto de vista particular, exclusivo de cada uno. “Cada vida es un punto de vista sobre el universo”. Las perspectivas proporcionan infinitos puntos de vista desde los que conocer las cosas; no tiene sentido preguntarse cuál es la perspectiva verdadera, pues todas lo son. La realidad muestra múltiples facetas, que sumadas las unas a las otras, configuran un conocimiento más completo de ella.

Con el perspectivismo Ortega pretendió superar dos posturas contrapuestas: el racionalismo, que salva la verdad universal y unitaria, pero anula la multiplicidad y el dinamismo de la vida, y el relativismo, que hace justo lo contrario. El perspectivismo asume parte de los dos planteamientos, aceptando que la realidad se presenta como múltiple y cambiante, sometida a diversas perspectivas, ya que sólo tiene sentido en relación a ellas;

La realidad se logra integrando perspectivas, porque es relativa a ellas. Sin embargo, Ortega acepta que la verdad no es relativa, sino absoluta, dado que lo que vemos como verdad es siempre absolutamente verdad para nosotros, aunque esa verdad no sea toda la verdad ni la única verdad. Así que el conocimiento nunca será definitivo sino una perspectiva nueva para ser integrada.

A partir de 1923 Ortega integra su perspectivismo en la teoría raciovitalista, dando unidad a todo su pensamiento, y tratando de unificar también la filosofía de entresiglos, dividida por el enfrentamiento entre las “perspectivas” de la razón y de la vida. De acuerdo en parte con el vitalismo, rechazó la razón pura racionalista por considerarla una vana pretensión de identidad y estabilidad. La vida humana, cambiante, fluida, se escapa a este análisis, y por eso es sustituida por las abstracciones que son el yo y las cosas.

Por otro lado, también ha de refutar el vitalismo irracionalista, que sustituía la razón por la intuición y reducía la vida a impulso.

Dentro de la filosofía española, contrastó con las ideas de Unamuno, que aproximaba la vida al deseo y el sentimiento, reduciéndola a pura subjetividad incomprensible para la razón. Ortega afirmó que la razón cumple una función dentro de la vida, permitiéndonos entender. Los métodos de la razón deben valorarse y mantenerse, pero siempre como centro de la reflexión filosófica sobre el problema de la vida, esto es, propiamente como razón vital.

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