Perspectivismo de Nietzsche, Superhombre y Filosofías Políticas de Marx y Rousseau
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El Perspectivismo de Nietzsche
El perspectivismo es una teoría filosófica desarrollada por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Esta teoría sostiene que no hay una verdad única, sino que todas las verdades son relativas y dependen de la perspectiva de quien las está juzgando. Esto significa que no hay una sola forma correcta de ver algo, sino que todas las opiniones, juicios y percepciones son válidas. Esta teoría explica que cada uno tiene su propia perspectiva y que nadie puede juzgar la verdad absoluta. El perspectivismo de Nietzsche explica que no hay una verdad universal, sino que cada uno de nosotros ve el mundo de una manera diferente. Esto significa que todos tenemos una percepción única de la realidad y que cada uno de nosotros puede experimentar la realidad de una manera diferente. En consecuencia, el perspectivismo de Nietzsche también nos recuerda que nuestra visión del mundo es siempre subjetiva y que nuestra perspectiva no es válida para otros.
El perspectivismo es una filosofía que sostiene que la verdad depende del punto de vista de la persona, que las realidades sociales y los conocimientos son relativos. Se cree que el pensamiento perspectivista fue desarrollado inicialmente por los filósofos griegos, aunque fue el filósofo alemán Friedrich Nietzsche quien lo popularizó. A lo largo de los siglos, muchas personas han defendido el perspectivismo, incluyendo a filósofos, escritores, artistas y científicos. Los defensores del perspectivismo sostienen que las opiniones y los valores son subjetivos, que hay múltiples formas de entender el mundo y que ninguna de ellas es necesariamente verdadera o mejor que otra. Se cree que el perspectivismo puede ayudar a las personas a comprender mejor a los demás y el mundo que nos rodea, y a ver la realidad desde diferentes perspectivas.
Algunos ejemplos de perspectivismo incluyen la diversidad de opiniones sobre el arte o la percepción sobre el concepto de belleza. Esto se puede ver en la forma en que las personas interpretan la misma información de manera diferente. Por ejemplo, algunas personas pueden interpretar una situación como injusta mientras que otras la ven como justa. Esto se debe a que cada persona tiene su propia perspectiva y punto de vista.
El Superhombre de Nietzsche
Para Nietzsche, el hombre no es la meta de la evolución, sino un ser imperfecto que hay que superar. El hombre es un puente entre el animal y el superhombre. Tras la muerte de Dios, es el hombre, cada hombre, quien debe ocupar el lugar del Dios muerto. Y a este hombre nuevo que se propone crear nuevos valores le llama Nietzsche superhombre. Para que este hombre nuevo sea posible, hacen falta tres transformaciones o metamorfosis del espíritu: que el camello se transforme en león y que el león se vuelva niño.
Las Tres Transformaciones
- El camello: Significa la forma de vivir que arrastra tras de sí el peso de la culpa, el respeto a las obligaciones impuestas desde fuera por Dios, la sublimidad de una moral que es una carga para el hombre.
- El león: Hace falta que el camello (el hombre cristiano) se transforme en león, ese animal capaz de arrojar con su fuerza todas las cargas que le agobian y decir no a toda obligación impuesta. El león significa la ruptura con el "yo debo" y la sustitución por el "yo quiero", una voluntad capaz de ser libre.
- El niño: Pero el león se ha de transformar en niño, que juega y en sus juegos crea sus propias normas. En el niño ve Nietzsche la mejor simbolización del superhombre como el hombre inocente, liberado de la culpa cristiana y del hombre creador, que inventa sus propios valores.
Características del Superhombre
Veamos, a continuación, los rasgos que perfilan la figura del superhombre:
- En primer lugar, el superhombre es un acicate y una meta para los hombres potencialmente superiores, nunca para los mediocres o para el hombre-masa. Los mediocres son necesarios, pues en palabras del autor "una cultura elevada puede existir únicamente sobre una amplia base, sobre una mediocridad poderosa y consolidada". Por eso, aunque enemigo de los movimientos democráticos y socialistas, Nietzsche da la bienvenida a estas propuestas, en cuanto pueden ayudar a crear los requisitos, la base de mediocridad necesaria sobre la que destaque el superhombre.
- En segundo lugar, dice el autor, el superhombre es el sentido de la tierra, aquel ser capaz de afirmar la vida tanto en sus aspectos luminosos y racionales como en sus aspectos oscuros y pasionales (dionisíacos). Su total afirmación de la vida le lleva a aceptar el presente con tal intensidad como para querer que se haga eterno. Este es uno de los significados posibles de la doctrina nietzscheana del eterno retorno.
Por ello, frente al hombre cristiano, el resentido que dice no y se niega a sí mismo, el superhombre es un espíritu afirmativo, que acepta gozosamente la vida en su totalidad. La afirmación de la vida lleva al superhombre a incorporar en su ser lo instintivo y lo consciente, a diferencia del héroe trágico, que por su inconsciencia heroica acabó con la moral de los nobles, y a diferencia también del sacerdote que sacrificó su fuerza instintiva para potenciar su inteligencia. El superhombre es, pues, el héroe más la conciencia, el héroe pensador, el filósofo venidero.
Podríamos decir que en él se integran y se desarrollan en su forma más elevada el poder intelectual, la fortaleza de carácter y de voluntad, la independencia, la pasión, la habilidad y el buen físico. Sería, en palabras de Copleston, "un hombre profundamente culto, adornado de todas las gracias corporales, poderoso y tolerante a la vez, sin considerar nada prohibido salvo la debilidad, ya bajo la forma de virtud, ya bajo la del vicio; en conclusión, el superhombre es todo lo que hubiese anhelado ser el afligido, el solitario, el atormentado y olvidado profesor Nietzsche".
Pero además de espíritu afirmativo y vital, el superhombre es el creador de nuevos valores, pues para Nietzsche la moral, al igual que el arte, debe ser una invención de cada uno. Precisamente cuando la moral se uniformiza se convierte en instrumento de manipulación gregaria, que trata de ahogar lo diferente y superior, para obligar a la homogeneidad. Una de las tareas del hombre futuro, lo que Nietzsche llamaba la Gran Política, ha de consistir en luchar contra aquellas instituciones destinadas a perpetuar y consolidar la homogeneización de lo diverso y superior. En concreto, en esta lucha uno de los enemigos es el Estado, al que llama "el más frío de los monstruos fríos", por su pretensión de anular las diferencias y masificar a los hombres. La virtud y la moral deben perder su carácter genérico y abstracto, para volver a convertirse en lo que fueran en las sociedades aristocráticas, esas fuerzas propias que impulsan a cada cual hasta donde su voluntad de poder, hasta donde su fuerza le permite.
La Teoría Política de Marx
Marx elaboró una teoría, que pretendía ser científica, para explicar los sucesos y cambios históricos que recibe el nombre de Materialismo histórico. Según esta teoría, para estudiar la sociedad y su historia no se debe partir de lo que los hombres piensan, sino de la forma en que producen los bienes necesarios para su vida. No son las ideas las que dirigen la historia, sino la producción material. Según Marx, cada etapa histórica está caracterizada por un modo de producción.
Componentes del Modo de Producción
El modo de producción de una sociedad está formado por dos elementos:
- La Estructura Económica: Está constituida por las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Dentro de ellas hay que distinguir entre las personas que producen y los medios de producción, es decir, los recursos de que se dispone para producir (máquinas y materias primas).
- La Superestructura Ideológica: Está constituida por toda la estructura jurídico-política. Marx denomina ideología al conjunto de representaciones (ideas, valores, creencias, normas, mitos, deseos) que poseen los hombres en una sociedad determinada y que expresan lo que piensan sobre el derecho, la religión, el Estado, la moral, la filosofía, el sistema educativo, la familia, etc. La ideología imperante en cada momento es la propia de la clase dominante y, por tanto, justifica la estructura económica del momento.
La tesis básica de Marx acerca de la historia es que, en cada época, la estructura económica de la sociedad determina la superestructura ideológica. Las fuerzas productivas y las relaciones de producción llevan a la lucha de clases y ésta al cambio histórico. Es decir, los seres humanos se agrupan en clases sociales según cuál sea su situación en la estructura económica de su sociedad (tradicionalmente las clases sociales han sido dos: los poseedores de los medios de producción y aquellos que sólo poseen su fuerza de trabajo).
La Superación del Capitalismo
Mientras las fuerzas productivas se desarrollan adecuadamente en el marco de las relaciones de producción y las clases sociales están satisfechas con ese desarrollo, no hay problema. El análisis científico que Marx hace del modo de producción capitalista le lleva a profetizar el surgimiento de la sociedad comunista tras el conflicto dialéctico que se producirá en la sociedad capitalista entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Respecto a cómo se producirá la superación del capitalismo, una posibilidad sería que la sociedad comunista se alcance necesariamente en el transcurso de la historia porque la crisis del capitalismo sea automática. Sin embargo, Marx afirma que en el advenimiento de la sociedad comunista la intervención del proletariado es definitiva, ya que sólo se lograría tras la lucha entre proletariado y burguesía (lucha de clases). Se llega a un periodo de transición, llamado dictadura del proletariado, en el que éste toma el poder político y el control del Estado para hacerse con los medios de producción. No habrá subordinación esclavizadora de unos individuos sobre otros y se distribuirá justamente la riqueza.
La Antropología de Rousseau
La obra de Rousseau es el resultado de dos concepciones opuestas: una percepción positiva del ser humano y una visión negativa de la cultura y la civilización. Su filosofía es una reflexión social y política de la condición humana. Para Rousseau, el hombre en estado de naturaleza (el hombre salvaje) era intrínsecamente bueno, un ser inocente, feliz, libre e instintivo (frente a Hobbes), y es la sociedad la que le corrompe.
El Hombre en Estado de Naturaleza
Su comportamiento estaba caracterizado por dos impulsos:
- El amor a uno mismo: El hombre busca su autoconservación y la de su familia.
- La piedad: Es un impulso natural por el que el hombre siente compasión ante el sufrimiento ajeno.
El hombre en estado de naturaleza era un ser instintivo, prerracional y que, a diferencia de los animales, tiene conciencia de su libertad y de su capacidad de perfectibilidad, capacidades que no desarrollará de manera efectiva hasta que se vea amenazada su existencia. Esta descripción de “el buen salvaje” surge de eliminar todo lo artificial que existe en la vida de los hombres.
Cuando el hombre descubrió la agricultura se hizo sedentario, y con ello vino la propiedad privada, el momento más nefasto de la historia de la humanidad (Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, 1775).
La Política de Rousseau
Con la propiedad privada comenzaron las primeras diferencias entre los hombres, divididos ahora en poseedores y desposeídos. Las diferencias naturales que antes no habían ocasionado ningún desequilibrio aceleraron la desigualdad social entre los hombres. La paz que reinaba entre los hombres se truncó definitivamente y la competencia, la rivalidad, el orgullo, la avaricia y el reconocimiento forjaron un nuevo ser humano. El hombre perdió su piedad original. La causa de la desigualdad es la existencia de la propiedad privada, que está en el origen de todos los males, aunque no concluye por ello la necesidad de su abolición (Marx posteriormente). A su juicio, era una posibilidad inviable, pues es imposible la vuelta al estado de naturaleza, solo queda educar para cambiar nuestra forma de convivir, reinventar el pacto social sobre nuevas bases de mayor justicia, libertad, felicidad y moralidad. Un nuevo pacto en el que el pueblo sea el soberano.
En esta situación, surgió en los ricos la necesidad de defenderse y se estableció un contrato social entre propietarios y desposeídos, que es un acuerdo entre los seres humanos sobre una serie de derechos (no está escrito, es implícito). Así, el hombre natural se convierte en ciudadano, pierde la libertad a cambio de seguridad. Para Rousseau el Estado es necesario, pero solo tiene legitimidad cuando es capaz de restaurar la igualdad y libertad que existían en el estado de naturaleza. Rousseau se inscribe en la tradición contractualista (Hobbes, Locke, Spinoza) y defendió la idea de un acuerdo como fundamento de las instituciones políticas frente a la tesis del origen divino (contractualismo vs Tª teológica).
Ya que la sociedad es una construcción humana que no se impone desde arriba, es fundamental la educación del hombre. Las ideas sobre educación de Rousseau las expuso fundamentalmente en Emilio, o De la educación. El objetivo de la educación no debe ser la formación de hombres cultos y refinados, ha de servir para desarrollar los sentimientos innatos del hombre (piedad, amor a sí mismo, regeneración moral).
Reflexiones Finales sobre Rousseau
La obra de Jean-Jacques Rousseau ofrece una profunda reflexión sobre la naturaleza humana y la sociedad, articulando dos concepciones opuestas pero complementarias. En su análisis, Rousseau presenta al hombre en estado de naturaleza como un ser intrínsecamente bueno, inocente, libre y feliz, en contraposición a la visión pesimista de la sociedad y la civilización. Esta imagen del "buen salvaje" contrasta con la idea de Hobbes de un hombre en estado de naturaleza como egoísta y belicoso. Según Rousseau, es la sociedad la que corrompe al hombre, especialmente a través de la introducción de la propiedad privada. Con la agricultura y el surgimiento de la propiedad privada, se generan desigualdades sociales que conducen a la competencia, la rivalidad y la pérdida de la piedad original del ser humano. Esta crítica a la propiedad privada como origen de la desigualdad y los males sociales es fundamental en su pensamiento, y aunque no aboga por su abolición, propone reformas sociales que busquen restablecer la justicia y la igualdad.
El concepto de contrato social es central en la filosofía política de Rousseau. Propone un pacto entre los individuos, donde renuncian a parte de su libertad en favor de la comunidad, representada por la voluntad general. Esta voluntad general, que emana directamente del pueblo, es la base legítima del Estado, cuya función es garantizar la libertad y la igualdad que existían en el estado de naturaleza. Esta idea de soberanía popular se opone a la democracia representativa y al iusnaturalismo, defendiendo que los derechos son fruto de la voluntad colectiva y deben subordinarse al bien común.
Rousseau también critica la Ilustración y el optimismo en el progreso. Argumenta que la ciencia, la razón y el progreso técnico no han traído liberación, sino que han contribuido a la decadencia moral y la desigualdad. Reivindica el papel de los sentimientos frente a la razón, y su creencia en Dios se basa en el sentimiento y la experiencia personal, más que en la razón o la revelación divina.
Además, Rousseau enfatiza la importancia de la educación en la formación de individuos virtuosos y ciudadanos comprometidos con el bien común. En su obra "Emilio, o De la educación", propone un enfoque educativo que fomente la libertad, la moralidad y la capacidad de vivir en armonía con la sociedad. En resumen, la filosofía de Rousseau ofrece una crítica profunda a la sociedad y la cultura de su época, proponiendo una visión alternativa donde la comunidad, la voluntad general y la educación desempeñan un papel central en la búsqueda de la justicia, la igualdad y la felicidad humanas.