La Persona en la Biblia: Dimensiones Relacionales y Plenitud en Jesús
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La Persona en la Biblia: Un Ser Relacional
La Biblia describe al ser humano como un ser relacional. Relata cómo el ser humano fue creado por Dios y, por eso, solamente cuando la persona se relaciona con Él experimenta la felicidad y es verdaderamente libre. Pero cuando decide apartarse, su corazón se hace esclavo de otras cosas y las personas son infelices.
La Experiencia del Pueblo de Israel
La Biblia también narra los avatares del pueblo de Israel. Lo esencial en la vida de esta comunidad era la estrecha relación con Dios. Cuando el pueblo estaba más unido a Dios, crecía y prosperaba. Sin embargo, cuando este se separaba de Él, pasaba dificultades e incluso era destruido. Por tanto, la relación con Dios concede al ser humano la vida en plenitud.
La Dimensión Social y la Relación con el Entorno
Presenta al ser humano siempre en relación con los demás, formando parte de un pueblo o una comunidad. Esto es así porque la esencia del ser humano es relacionarse con los demás. Esta dimensión social de la persona se identifica con una cultura, unas costumbres y unas creencias concretas. Por otra parte, la relación con el entorno también forma parte del ser humano. Así, la Biblia describe cómo Dios prometió al pueblo de Israel una tierra donde crecer y prosperar, por lo que puso al servicio del ser humano la creación para alcanzar el bienestar y la felicidad.
Así, según la Biblia, la relación con Dios, con los demás y con la creación configuran la identidad del ser humano.
Jesús: Revelador de la Vida en Plenitud
Las tres dimensiones del ser humano que muestra la Biblia las vivió Jesús en plenitud.
La Relación Íntima de Jesús con Dios
En primer lugar, la vida de Jesús estaba íntimamente unida a Dios. En muchas ocasiones, Jesús buscaba a Dios, dialogaba con Él y experimentaba su amor y cercanía. Jesús se sabía hijo de Dios y por eso lo llamaba Padre, y enseñó a sus discípulos a llamarlo Abbá, es decir, Papá. La seguridad de sentirse amado y protegido por Dios convertía a Jesús en una persona verdaderamente libre, y nunca se desviaba de su misión: cumplir la voluntad del Padre.
Jesús y la Dignidad Humana
Consideraba a todos sus hermanos. Reconocía en sus semejantes la capacidad de relacionarse con Dios por ser también hijos de Dios. Por ello, la persona era para Jesús algo sagrado, inviolable, un fin en sí misma y poseedora de la máxima dignidad. Para Jesús, la verdadera libertad consiste en amar hasta el extremo a todos como hermanos. Ese amor nace del amor primero a Dios. Esta entrega por los demás condujo a Jesús a entregar su vida por la salvación de todos.
Jesús y la Relación con la Creación
Por último, Jesús enseñó a sus discípulos a no vivir obsesionados con los bienes materiales. Estos bienes están al servicio de las personas y no al revés. Jesús enseñó que los hijos de Dios disfruten de la naturaleza, confiando en la providencia divina. Así, Jesús enseñó a vivir en plenitud la relación con Dios, con las personas y con la creación.