La Percepción del Tiempo: De la Noción Abstracta a la Construcción Sociocultural

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La Naturaleza Abstracta del Tiempo

Comparado con el espacio, el tiempo no es una realidad físicamente observable (el pasado ya no existe, el futuro todavía no ha llegado y el presente se nos escapa). Es una noción abstracta, pero el ser humano ha creado sistemas con los que poder medirlo (en segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, lustros, siglos, milenios, eras).

Tiempo Objetivo y Subjetivo: La Dualidad de la Percepción

Gracias a esos sistemas de medida, tenemos una noción objetiva y absoluta del tiempo (60 segundos constituyen un minuto, 60 minutos una hora, 24 horas un día, etc.). Sin embargo, este también puede ser subjetivo y relativo, en función de cada uno de nosotros y del contexto en el que nos encontramos (por ejemplo, un mismo período de tiempo puede “hacerse eterno” o bien “pasar volando”).

El Tiempo como Construcción Sociocultural

Además, el tiempo es una construcción mental, social y cultural. Los diferentes sistemas de medida (segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años) son creaciones artificiales, convenciones establecidas por el ser humano que podrían haber sido diseñadas de maneras diferentes a como las conocemos.

De ahí la existencia de diferentes cronologías y calendarios según las culturas y religiones a lo largo de la Historia de la Humanidad:

  • Calendario cristiano
  • Calendario hebreo
  • Calendario musulmán
  • Calendario chino
  • Otros

El Aprendizaje y la Conceptualización del Tiempo

La percepción del tiempo no es una noción intuitiva ni natural, sino que también se debe aprender, comenzando ya en Educación Infantil.

La Experiencia Basada en la Duración

La noción de tiempo aparece en nuestra experiencia a partir de la duración de las cosas o de las situaciones. Así, por ejemplo, distinguimos el tiempo en que es de día respecto del tiempo en que es de noche. Con posterioridad a esa experiencia, la racionalizamos y elaboramos su concepto, en especial cuando necesitamos adecuarlo a nuestro entorno (por ejemplo, cuando los padres dicen a sus hijos que deben irse a dormir porque ya es de noche).

En consecuencia, la vivencia de duraciones más o menos regulares y las consecuencias prácticas que se derivan de ello están, probablemente, en el inicio de nuestra experiencia del tiempo.

El Tiempo como Yuxtaposición de Duración y Cambio

Pero en nuestra vida diaria, esa experiencia del tiempo y su conceptualización se manifiestan en la medida en que las duraciones de las situaciones sufren cambios y nosotros somos conscientes de ello.

Por ejemplo, si siempre fuese de día, no podríamos asociar con este fenómeno –la percepción de la luz– la idea de un tiempo concreto, en este caso la duración de un día. Así, pues, la idea de tiempo se construye yuxtaponiendo la duración con el cambio o movimiento: el tiempo puede medirse gracias a la noción de “cambio” por cuanto cualquier período de tiempo tiene un comienzo y un final, y los

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