El Pensamiento de San Agustín: Un Puente entre Filosofía y Religión
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San Agustín: Fe, Razón y la Búsqueda de la Verdad
1. Introducción
San Agustín, el primer representante de la Patrística, se sitúa como uno de los padres de la filosofía cristiana. Su obra se enmarca dentro de la patrística latina (siglos IV-VII). El pensamiento de la Patrística busca fijar el contenido doctrinal de la Iglesia cristiana para combatir las hegemonías y los ataques paganos. La obra de San Agustín representa el primer intento de armonizar fe y razón, filosofía y religión.
2. Epistemología
La base de su teoría del conocimiento reside en la relación entre fe y razón. Ambas colaboran para esclarecer la única verdad: el cristianismo. Razón y fe son compatibles; si la filosofía es correcta, estará de acuerdo con la fe porque:
- La fe ilumina a la razón (cree para comprender). Creer para entender que la razón es limitada; la fe permite responder preguntas sobre Dios, el mundo y el hombre.
- La fe se vale de la razón (comprende para creer). La comprensión de la doctrina es la forma más elevada de la fe (la fe del cristiano no debe limitarse a la fe ciega del ignorante).
San Agustín se basa en Platón, pero introduce novedades:
- El alma es una realidad íntima. Se llega a Dios desde la intimidad, partiendo de la confesión (elevación del cuerpo a la razón) y desde la razón a la luz sobrenatural (Dios) que ilumina esa razón.
- Entrelaza las ideas de Platón con las realidades enteras. Parte del mundo sensible y, para conocer el mundo creado por Dios, el humano se eleva hacia el conocimiento de las realidades eternas mediante la iluminación.
Teoría del conocimiento agustiniana
Para lograr el conocimiento pleno y absoluto, se basa en la teoría platónica de la línea ascendente. El hombre realiza una dialéctica ascendente en tres etapas:
- Conocimiento sensible. Es el grado más bajo del saber, no es fiable ni válido por la inestabilidad de las cosas sensibles.
- Conocimiento racional intermedio (ciencia). La ciencia es el conocimiento racional de las cosas temporales del mundo sensible. Es un nivel intermedio por usar cosas del mundo sensible con el fin de aspirar a las verdades universales. El hombre emite juicios racionales percibidos como aproximación a sus modelos eternos.
- Conocimiento racional superior (sabiduría). La sabiduría es el conocimiento intelectual de las realidades eternas del mundo inteligible. La ciencia se subordina a la sabiduría, a la contemplación y amor de Dios. Es un conocimiento racional y se basa en la contemplación de las esencias sin la contemplación de la sensación.
Las ideas son esencias eternas en la mente de Dios y no en el alma humana, por ser finita y limitada; las ideas están en la inteligencia divina. El acceso a la verdad no es por reminiscencia del alma (Platón) sino por la iluminación que Dios concede al intelecto. La filosofía (razón) es un proceso espiritual (fe) de elevación a Dios, un proceso de conquista de la interioridad donde habita la Verdad, es un proceso de trascendencia puesto que Dios está en el alma y a través de esta línea ascendente se encuentra el verdadero conocimiento.
3. El Problema de Dios
El objetivo último de la investigación de San Agustín es Dios y el alma. Dios está en el alma y buscar a Dios es buscar el alma. Buscar el alma es replegarse sobre sí mismo, donde se encuentra Dios. Dios es:
- La verdad a la que aspira el conocimiento.
- El fin, visión beatífica de Dios que alcanzarán los bienaventurados en la otra vida.
San Agustín no propone pruebas, pero sí argumentos sobre la existencia de Dios:
- Argumento cosmológico. Del orden del mundo se deduce la existencia de un Ser Supremo que lo ha ordenado.
- Argumento basado en el consenso. La mayoría de los pueblos conocidos tienen algún tipo de creencia religiosa.
- Argumento epistemológico. Las ideas no pueden estar en las cosas creadas sino en un Ser inmutable y eterno (Dios).
La creación del mundo es un acto libre de Dios. Por eso sostiene la doctrina del ejemplarismo: las esencias de las cosas creadas están en la mente de Dios como ejemplares (modelos de las cosas). Doctrina basada en Platón, en la que el creador está condicionado por la materia eterna y las ideas. Para San Agustín, Dios no tiene condicionantes, las ideas se encuentran en Él y la materia es creada por Él.
4. Antropología, Moral y el Libre Albedrío
El ser humano es creado por Dios y está compuesto de cuerpo (material) y alma (forma). Lo más importante es el alma; el cuerpo es un mero instrumento del alma. Tres facultades del alma:
- Memoria. Hace posible la reflexión.
- Entendimiento. Permite la comprensión (la razón inferior y superior).
- Voluntad. Permite el amor a Dios.
El alma es una sustancia espiritual, indivisible e inmortal (coincide con Platón: no puede descomponerse pues su naturaleza es simple, no tiene partes y es indivisible). San Agustín niega la teoría platónica de la preexistencia del alma. Su origen lo explica con el traducianismo: el alma se transmite de padres a hijos al ser generada por los padres. El hombre busca la felicidad, solo le puede hacer feliz Dios, así que tiende a autotrascenderse. El objetivo último es la salvación, que se alcanza después de la muerte. Se halla siempre entre el Bien (luz de Dios) y el Mal (oscuridad del pecado). Dios no es responsable del mal, puesto que es defecto o ausencia de ser y de Bien. El cuerpo no es malo, sino un obstáculo para la salvación como consecuencia del pecado original. La salvación es el fin último y se logra con la búsqueda y el reencuentro con Dios.
El libre albedrío
Dios nos da la posibilidad de elegir voluntariamente el bien o el mal, razón por la que se castiga con justicia a quien decide pecar. Debido al pecado original y a que el cuerpo domina al ser humano (y no el alma), es difícil que elija dejar de pecar. Solo la libertad entendida como gracia divina y que nos empuja al bien, puede redimirnos.
5. Política y Sociedad
Ciudad de Dios
En su obra Ciudad de Dios, San Agustín expone su idea de la sociedad y la política. Le sirve para defender el cristianismo ante las acusaciones paganas de ser responsables de la decadencia y fin del Imperio Romano. Parte de la lucha de dos ciudades: la del bien (ciudad de Dios) y la del mal (ciudad terrenal).
- Ciudad terrenal. Predominan los intereses mundanos, los hombres se aman a sí mismos y desprecian a Dios.
- Ciudad de Dios. Predominan los intereses espirituales, aman a Dios por encima de ellos. Está representada por la iglesia visible (jerarquía eclesiástica), la iglesia invisible (comunidad de fieles) y por el Imperio cristiano.
La lucha entre las ciudades continúa hasta el final de los tiempos, donde la ciudad de Dios triunfará (apoyado en los textos del Apocalipsis). El hombre es movido por Dios para la consecución del Bien universal (Teoría del Providencialismo). La providencia divina abarca el Bien que Dios quiere y el Mal que Dios permite para entender el Bien. San Agustín no separa política y religión; un Estado que aspire a la justicia social es un Estado cristiano. La iglesia es la única comunidad perfecta y superior al Estado; el Estado está supeditado a la religión cristiana. Admite la legitimidad del Estado para exigir al cristiano obediencia a las leyes civiles (*Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios*). La sociedad es necesaria al individuo, pero el poder de los gobernantes procede de Dios. La obra de San Agustín es punto de partida de una reivindicación que sufrirá conflictos históricos: la supremacía del poder espiritual sobre el temporal, es decir, la supremacía del Pontífice de Roma sobre el Emperador.