El Pensamiento Musical de San Isidoro de Sevilla
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San Isidoro de Sevilla
Vida y Obra General
San Isidoro de Sevilla nació en 559 y falleció en Sevilla en 636. Es considerado uno de los Padres de la Iglesia, además de teólogo y enciclopedista. Elaboró textos enciclopédicos, teológicos, litúrgicos, filosóficos, biográficos e históricos. En sus obras pretendió resumir la totalidad del saber humano (en las Etymologiae), establecer los fundamentos de la Iglesia, el culto y la liturgia, describir a los grandes hombres de la historia y escribir una Historia de España. Los escritos sobre música se encuentran principalmente en las Etymologiae y en sus textos sobre la liturgia.
Las Etymologiae y la Música
Esta obra, las Etymologiae, consta de veinte libros organizados por materias y según un método histórico que busca los orígenes, utilizando la historia de las palabras para definir el significado y el devenir de los objetos explicados. Es una enciclopedia que abarca todo aquello que se consideraba necesario saber. La música se incluye en el mismo libro que las otras artes liberales matemáticas (el Quadrivium).
Cada capítulo comienza con una definición del término basada en su origen etimológico; posteriormente, se explica la etimología del término y su origen histórico. La palabra 'música' deriva de las musas, un contexto mitológico y pagano; sin embargo, su historia se explica desde una visión cristiana: el inventor sería Tubal, miembro de la estirpe de Caín. Su interés por la historia es metódico, pero también historiográfico, pues concede importancia a la narración de la historia de la música. San Isidoro utiliza algunas fuentes que no siempre pretenden transmitir informaciones veraces (como la Eneida o la Biblia). Pese a no cuestionar la veracidad de sus fuentes, es considerado el padre de la conciencia histórica musical y precursor de la historiografía musical.
La Concepción Musical de San Isidoro
El texto sobre música en las Etymologiae va directamente al grano, explicando las cosas como son o las diversas opiniones sobre ellas, sin discutir posiciones. Las explicaciones son concretas y se limitan al ámbito musical. La división de la música se realiza de acuerdo a aspectos sensoriales y prácticos, específicamente musicales: existe una música armónica (la que se canta), una orgánica (instrumentos de viento) y una rítmica (cuerda pulsada o percusión).
Esta clasificación no tiene ninguna ambición especulativa, a diferencia de lo que proponían San Agustín y Boecio. El abandono de la especulación tiene su contrapartida en el interés por los aspectos prácticos. Su célebre definición de música, “Musica est peritia modulationis sono cantuque consistens”, se aleja de la ciencia y habla de la pericia, una habilidad adquirida por la práctica. Todas las definiciones de San Isidoro suelen integrar un aspecto acústico, intentando producir una terminología que pueda describir fenómenos musicales reales. Boecio, por el contrario, definía fenómenos puramente teóricos.
La función del músico, para Boecio y San Agustín, era el conocimiento especulativo de la música sin una finalidad práctica. San Isidoro diferencia entre músico teórico y cantor, y presta atención principalmente a este último. En sus definiciones describe a los cantores eclesiásticos y habla de la música como actividad artística, no científica. Coincide con San Agustín en la utilización de la música en el culto; el canto debe mover a los oyentes hacia la compunción. No obstante, no se olvida de mencionar la música laica y en contextos no cristianos.