Pensamiento Filosófico y Estructuras Políticas: Un Viaje por la Ética y la Sociedad

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Platón: Alma, Virtud y la Polis Ideal

La Composición del Alma Humana

Según Platón, el ser humano es una mezcla de cuerpo y alma. El alma tiene tres partes, cada una con su propia función y virtud:

  • Alma racional: Es la parte que piensa, la que busca el conocimiento. Su virtud es la prudencia, que implica ser precavido y saber qué hacer.
  • Alma irascible: Aquí residen la ambición, la voluntad y el valor. Su virtud es la fortaleza, es decir, ser valiente y perseverar.
  • Alma concupiscible: Esta parte se encarga de los deseos y apetitos más básicos, como comer o dormir. Su virtud es la templanza, que se manifiesta en el autocontrol.

Para Platón, la justicia en la persona se alcanza cuando cada parte del alma cumple su función y las almas irascible y concupiscible se subordinan a la racional, es decir, cuando la razón guía las acciones y los impulsos.

La Polis Ideal y sus Estamentos

Además, Platón compara el alma humana con la polis (la ciudad-Estado). Sostiene que la polis es un organismo donde todas las partes deben funcionar armónicamente para que el conjunto alcance el equilibrio y la justicia. La polis ideal también tiene tres estamentos o grupos de ciudadanos, cada uno con su función:

  • Productores (predominio del alma concupiscible): Constituyen la mayoría y se encargan de producir todo lo necesario para la ciudad (agricultores, artesanos, etc.).
  • Guerreros (predominio del alma irascible): Son los encargados de defender la ciudad de cualquier amenaza, tanto externa como interna. Se caracterizan por su valentía y fortaleza.
  • Gobernantes-filósofos (predominio del alma racional): Un grupo reducido, los más sabios y prudentes, cuya función es legislar y gobernar la ciudad.

Platón considera que este modelo de polis es el ideal, el perfecto. Las ciudades existentes en la realidad, a menudo, degeneran y se disuelven al no seguir este arquetipo.

Jean-Jacques Rousseau: Naturaleza Humana y Contrato Social

Jean-Jacques Rousseau, figura destacada y crítica del movimiento ilustrado, cuestionó profundamente la noción de progreso lineal promovida por sus contemporáneos. Sostenía que el desarrollo de las ciencias y las artes, lejos de perfeccionar a la humanidad, había contribuido a la consolidación de sociedades artificiales, caracterizadas por una marcada desigualdad y la proliferación de males sociales.

El Estado de Naturaleza

Ante esta realidad social, Rousseau propone un ejercicio de abstracción: la conceptualización del estado de naturaleza. Aunque reconoce que este es un constructo hipotético, improbable de haber existido o de ser replicable, le sirve como patrón para discernir la auténtica naturaleza humana, con el fin de criticar las deficiencias de las sociedades de su época e impulsar una reforma social.

En dicho estado de naturaleza, los individuos vivirían de forma relativamente aislada, siendo la familia la única comunidad inicial. Destacarían por su robustez y autosuficiencia, no corrompidos por la molicie o las comodidades excesivas. Prevalecería la igualdad, y las conductas estarían guiadas por impulsos naturales como la autoconservación y la compasión.

Transición a la Sociedad y el Contrato Social

La transición desde este estado primigenio se produce al descubrir la conveniencia de la unión social. Sin embargo, esta agregación dio origen a la propiedad privada, lo que implicó el establecimiento de asentamientos permanentes y, consecuentemente, la aparición del Estado. Rousseau argumenta que la institución estatal, lejos de corregir los desequilibrios, sirvió para afianzar y perpetuar las desigualdades ya existentes.

Las propuestas reformistas de Rousseau se orientan, por tanto, a conciliar las ventajas de la vida en sociedad con la preservación de la naturaleza humana no corrompida. El mecanismo fundamental para lograrlo es el contrato social. Este no se concibe como una sumisión a una autoridad externa, sino como un pacto por el cual todos los individuos se someten voluntariamente a la voluntad general. Esta voluntad, emanada de la unión de todos los miembros, no es la suma de intereses particulares, sino aquella que persigue el bien común. La aplicación equitativa de las leyes, derivadas de esta voluntad general, es crucial para disolver los intereses egoístas y establecer una sociedad justa.

Los Sofistas: Giro Antropológico y Relativismo

A mediados del siglo V a.C., la filosofía griega se alejó de la naturaleza (physis) para centrarse en el hombre, debido a la complejidad del conocimiento y la brevedad de la vida (según Protágoras). Surgió una desconfianza hacia la verdad absoluta, con Protágoras afirmando que «el hombre es la medida de todas las cosas», lo que implica un criterio subjetivo para la verdad.

Protágoras defendió el antropocentrismo, el relativismo y el subjetivismo. Sostuvo que las leyes y la moral son convenciones humanas, no verdades universales, y por tanto, pueden reformarse. Fundamentó un derecho penal más compasivo.

Gorgias se caracterizó por un escepticismo radical, dudando de todo conocimiento sobre la realidad o la virtud. No enseñaba virtud, sino oratoria y retórica (persuasión por el lenguaje). Consideraba que la moral y la ley eran expresiones de una voluntad de dominio para"domestica" a los hombres, iniciando la distinción entre lo natural y lo cultural.

En general, los sofistas compartían los siguientes principios:

  • Subjetivismo y relativismo (el bien y el mal son individuales).
  • La idea de que las leyes son convenciones.
  • Antropocentrismo.
  • Escepticismo.
  • La importancia de la retórica.

Formas de Estado: Democracia vs. Totalitarismo

El Estado Democrático

Un Estado Democrático se basa en la idea de que el poder reside en el pueblo, es decir, en los ciudadanos. Esto se concreta a través de elecciones libres, donde los ciudadanos eligen a sus representantes. Una característica fundamental es la división de poderes: el legislativo (que hace las leyes), el ejecutivo (que las ejecuta) y el judicial (que las aplica y juzga) están separados e independientes. Esto evita que una sola persona o grupo acumule demasiado poder. Además, en una democracia se respetan y protegen los derechos y libertades fundamentales de las personas, como la libertad de expresión, la libertad de prensa o el derecho de asociación. La ley es igual para todos y limita el poder del gobierno, lo que se conoce como Estado de Derecho.

El Estado Totalitario

Por otro lado, un Estado Totalitario es un sistema donde el poder está concentrado de forma absoluta en una única persona (un dictador) o en un solo partido político. En este tipo de Estado, no hay elecciones libres, o si las hay, son una farsa. No existe división de poderes; todos están subordinados a la voluntad del líder o del partido único. Las libertades y derechos individuales son eliminados o severamente restringidos. El gobierno ejerce un control total sobre la vida de las personas, incluyendo su pensamiento, expresión y acción. La propaganda es constante para imponer la ideología oficial, y cualquier tipo de oposición o disidencia es perseguida y reprimida con violencia y terror.

El Organicismo Político

El organicismo político es una teoría que compara al Estado o la sociedad con un organismo vivo, donde cada individuo o grupo social es una "parte" (como un órgano) que tiene una función específica y esencial para el funcionamiento y la salud del "cuerpo" completo, que es el Estado. Esta visión implica que el bien del conjunto está por encima de los intereses individuales, y a menudo ha sido utilizada para justificar la necesidad de un poder central fuerte ("la cabeza") que dirija y coordine todas las partes, y para defender la cohesión social. Sin embargo, en sus versiones más extremas, también ha servido para limitar las libertades personales y justificar el autoritarismo al considerar que la disidencia es una "enfermedad" para el organismo estatal.

Aristóteles: Felicidad, Virtud y Regímenes Políticos

La Búsqueda de la Felicidad (Eudaimonía)

Para Aristóteles, el fin último de todo ser humano es la felicidad (eudaimonía). Sin embargo, esta no se logra de forma aislada, sino mediante la práctica constante de virtudes intelectuales y morales en el seno de una comunidad. La felicidad individual solo es posible si la sociedad garantiza las necesidades básicas y facilita una vida acorde con la virtud. Por esta razón, Aristóteles concibe al ser humano como un animal político (zóon politikón), intrínsecamente social por naturaleza.

Clasificación de los Regímenes Políticos

Aristóteles clasifica los regímenes políticos de los Estados siguiendo un doble criterio: primero, el número de gobernantes (uno, pocos o la mayoría); y segundo, si el gobierno busca el bien común (forma correcta) o los intereses particulares (forma incorrecta o degenerada).

Las formas de gobierno correctas que buscan el bien común son:

  • Monarquía: El gobierno de uno solo, que busca el bien de todos. Su degeneración es la tiranía, donde el monarca persigue su propio interés.
  • Aristocracia: El gobierno de los "mejores" (los más virtuosos y capacitados), quienes también buscan el bien común. Su degeneración es la oligarquía, el poder de un grupo minoritario y poderoso que gobierna en su propio beneficio.
  • Politeia (o República): El gobierno de la mayoría, donde se busca el bien común a través de una mezcla de elementos democráticos y aristocráticos. Puede degenerar en democracia (en su sentido peyorativo aristotélico), que es el gobierno de los pobres que imponen su voluntad sin considerar el bien común.

Aristóteles considera que, entre las formas correctas, cualquiera es beneficiosa para el Estado. Sin embargo, señala que la politeia es la que más fácilmente puede degenerar, mientras que la aristocracia es la más estable. En cuanto a los modos incorrectos, la tiranía es, sin duda, la peor forma de gobierno.

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