La Paz Terrena y Celeste en 'La Ciudad de Dios': Una Perspectiva Agustiniana

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Este texto pertenece a la obra de La Ciudad de Dios, en la cual se interpreta la historia del mundo desde un punto de vista cristiano. Es importante no caer en el error de interpretar este texto como ciudades localizables, sino como ejemplos para explicar la diferencia entre los hombres que siguen a Cristo y los que solo piensan en el amor a sí mismos. En este fragmento, concretamente, se explica la paz terrena como una paz que conviene tanto a la ciudad terrena como a la ciudad celeste en la Tierra (Iglesia), deseada por ambas para cumplir sus quereres (obligaciones).

La Ciudad Terrestre

La ciudad terrestre es aquella que no vive de la fe, es decir, que no proyecta su vida desde una perspectiva cristiana, desde la redención, desde Cristo. No obstante, también le conviene una paz para cumplir con sus objetivos, aunque estos estén orientados hacia el egoísmo y la vida mortal. Esta paz terrena nace de la concordia entre los que gobiernan y los que son gobernados, como un acuerdo para regular los aspectos de la vida, evitando conflictos entre ellos.

La Ciudad Celeste

La ciudad celeste peregrina en la Tierra, es decir, aquella parte de la ciudad celeste que vive en la Tierra hasta que pase la mortalidad, no es la patria definitiva de Dios. Esta patria definitiva es el objetivo de todo cristiano. Esta ciudad se diferencia de la terrestre en que vive de la fe, de su esperanza en la redención y en el cumplimiento de la promesa de Dios, y su vida se caracteriza por obras buenas. La ciudad celeste necesita de la paz terrestre y no duda en cumplirla para poder realizar sus deberes como cristianos y poder realizar su paso en la Tierra hasta la patria definitiva de Dios, ya que el cristiano no pertenece a la ciudad terrestre, sino que es como un viajero aquí en la Tierra, pues anhela llegar a la Ciudad Celeste (patria de Dios).

Parece ser que la fe es la que divide a los hombres en cristianos y en paganos, en aquellos que esperan una vida después de esta mortal y aquellos que no esperan nada más allá de sus bienes. Aunque en el texto no se explica, una vez alcanzada la ciudad celeste, el cristiano no necesitará de la paz terrestre porque solo tendrá que cumplir la paz celeste, que es la perfecta y la que da por fin la felicidad humana, habiendo alcanzado la inmortalidad.

Por otra parte, esta paz terrestre lleva a un acuerdo entre cristianos y no cristianos, lo que supone un cierto orden, el cual coloca a cada persona en su puesto, lo que supuso la formación de una sociedad estamental en la Edad Media. Esta concepción agustiniana marcó la mentalidad durante gran parte de la Edad Media, lo que desencadenó en persecuciones contra aquellos que diferían con la Iglesia (luteranos, musulmanes, herejes, científicos), guerras de religión, y una de las consecuencias más importantes fue el Cisma de Occidente y un cierre a ideas nuevas. En la actualidad, esta concepción está desfasada y se tomaría por extremista e intransigente.

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