El Papel Revolucionario del Maestro en la Pedagogía Freinet

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El Juego y el Trabajo en la Pedagogía Freinet

Para Freinet, la educación por el trabajo equivale a una cultura que surge y emana de la actividad laboriosa de los niños, a una ciencia hija de la experiencia, a un pensamiento continuamente determinado por la realidad y la acción.

El trabajo es un todo. Una de las tareas esenciales de la pedagogía del trabajo es crear una atmósfera de trabajo y elaborar, experimentar y difundir.

Esta traslación del acento desde el juego y la acción dirigida hasta el trabajo obedece a un postulado de Freinet según el cual “no hay necesidad natural de juego en el niño, sino de trabajo”. Es el trabajo el animador de su vida y no el juego, una fuente de salud y dinamismo a nivel individual y social.

Su definición de trabajo es esa actividad que se siente tan íntimamente ligada al ser que se vuelve una especie de función cuyo ejercicio tiene por sí mismo su propia satisfacción, inclusive si requiere fatiga o sufrimiento. Hay trabajo cuando la actividad, a la vez individual, supone una respuesta a una necesidad natural del individuo y procura, por lo tanto, una satisfacción que es por sí misma una razón de ser.

Salvaguarda una de las tendencias psíquicas más urgentes, sobre todo en esta edad: el sentimiento de poder. La naturaleza social y formativa del trabajo ha sido, de este modo, olvidada y menospreciada como si fuese algo indigno reservado para las clases menos pudientes.

El trabajo escolar será “trabajo-juego” y deberá hallarse a la medida del alumnado, ya que es el centro de las realizaciones y aconteceres infantiles.

No siempre puede ser realizado, entonces es sustituido por el “juego-trabajo”, el cual tiene la gran ventaja de que satisface los requerimientos primarios del ser humano. Tiene un fin compensatorio subconsciente, ayuda a la criatura a adaptar roles sociales a sí mismo. También tiene efectos socializadores. Pero el juego-trabajo es un paliativo instintivo ante la impotencia del niño para resolver una necesidad imperativa, según las formas que respondan mejor a sus necesidades específicas.

El trabajo hace surgir la fraternidad y se organiza cooperativamente. A raíz de esto, surgirá un orden espontáneo no exento de reglas y disciplinas, que limitará las intervenciones del maestro a las de ayuda y consejo.

El Maestro: Un Guía en la Nueva Educación

Para Freinet, el papel del profesorado ha de ser totalmente replanteado y profundamente modificado para poner en práctica la pedagogía. El maestro, en sí mismo como agente propulsor de la acción, debe modificar sus actitudes y su práctica. Ha de saber volverse al niño y ponerse a su nivel. Abrir su espíritu para poder comprender al alumnado y que se dé cuenta de que tiene que aprender más del niño que este de él. El eje educativo de la escuela ya no es el profesorado, sino las criaturas. En vez de ser un predicador, tiene que saber promover su papel evidentemente auxiliar. Debe preparar un medio rico y saludable. La preocupación educativa será la creación de un ambiente que haga posible el proceso de aprendizaje.

El maestro se tiene que dedicar menos a enseñar y más a dejar vivir. Se contentará con ofrecer posibilidades de actividad, con colocar a los alumnos en una atmósfera de trabajo y organizar en la escuela un embrión de sociedad con sus reglas, leyes y costumbres, en íntima relación con los procesos sociales actuales.

El papel del profesorado es un papel totalmente antiautoritario; su esfuerzo debe tender a sustraer al niño del dogmatismo y de los autoritarismos disciplinados e intelectuales, a dar conciencia de su fuerza y a convertirlo en actor de su propio porvenir en el seno de la gran acción colectiva.

El Maestro Idealista: Un Engaño

Sobre este tema, Lerena nos habla de la figura del maestro idealista, el cual, tanto él como el sistema de enseñanza, nos engañan acerca de lo que realmente están haciendo. Las aptitudes en las criaturas no preexistían, sino que con las relaciones sociales y con la enseñanza se van adquiriendo.

Lo mismo dicen los fabricantes de sus productos, que simplemente satisfacen las necesidades de los consumidores.

Se hace legítimo como natural los productos históricos; nos hacen pensar que tenemos una vocación para estudiar una determinada carrera o trabajar en algo, y que tenemos unas capacidades para estudiar una cosa y no otra. Y en realidad, esas cuestiones no preexistían en nosotros. Es una inventiva de la ideología dominante junto con el sistema educativo; y es que pretenden que los fundamentos reales en los que descansan las relaciones sociales permanezcan ocultos.

Y es que el maestro idealista siempre va a tener algún argumento a mano con el que tratar de enredarnos, pero nunca va a decir la verdad. Tanto el maestro idealista como el sistema de enseñanza se engaña y nos engaña acerca de lo que realmente están haciendo. Tienen necesidad de decir lo inverso de lo que hacen para poder seguir haciendo lo que hacen.

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