Panorama de la Narrativa Española Post-Franco: De la Experimentación al Placer de Narrar
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La Novela Española a partir de 1975
La narrativa española en 1975
La publicación de La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza en 1975, año de la muerte de Franco, certifica el comienzo de una nueva etapa que cierra definitivamente el ciclo de la novela experimental.
La continuidad generacional
Durante la democracia, siguen en activo autores como Miguel Delibes (Los santos inocentes), Camilo José Cela (Mazurca para dos muertos), Ana María Matute (Olvidado rey Gudú), Carmen Martín Gaite (El cuarto de atrás), Gonzalo Torrente Ballester (El rey pasmado), Juan Marsé (El embrujo de Shangái) o Juan Benet (Herrumbrosas lanzas), entre otros.
El placer de narrar: Recuperación de la historia
Como reacción frente al experimentalismo anterior, algunos autores reivindican el gusto por narrar y dan mayor importancia al argumento. Dentro de esta recuperación de la historia frente al discurso, se desarrollan varias tendencias:
Nuevos realismos
Se sitúan Rafael Chirbes (En la orilla), Almudena Grandes (Malena es un nombre de tango) y otros autores con una raíz cervantina como Luis Landero (Juegos de la edad tardía).
Novela policiaca
Se produce un florecimiento del género, que sirve en algunas ocasiones como instrumento de denuncia de las lacras sociales. El autor más destacado es Manuel Vázquez Montalbán.
Novela histórica
Ha sido cultivada, entre otros, por Arturo Pérez-Reverte.
Estrategias de renovación en la novela contemporánea
En la novela española encontramos diversas estrategias presentes también en la narrativa occidental contemporánea:
Literatura autobiográfica
Su auge se manifiesta en la aparición de memorias y diarios (Carlos Castillo del Pino, Fernando Savater, Andrés Trapiello). Los escritores más destacados de la literatura del yo son Francisco Umbral (Mortal y rosa) y Jorge Semprún (La escritura o la vida).
Autoficción o metaficción
La autoficción es un procedimiento que acentúa la indefinición entre la realidad y la ficción, asimilando algunos rasgos del autor real al narrador de la historia o a algún personaje. A menudo se combina con la metaficción, o reflexión sobre el proceso de escritura de la propia novela.
Fusión de géneros
Algunas novelas se sitúan en la frontera entre la ficción, la biografía, el ensayo, el reportaje o el libro de viajes. La novela se convierte en un género multiforme, capaz de asimilar elementos de distinta procedencia.
Antonio Muñoz Molina: Temas y estilo
Su primera obra, Beatus ille, se sitúa en el territorio imaginario de Magina, trasunto de su Úbeda natal, que vuelve a aparecer en El jinete polaco, Sefarad o El viento de la Luna. En la narrativa del autor encontramos algunos temas y rasgos formales característicos:
Preocupación ante el fanatismo y la injusticia
Esta dimensión ética se refleja especialmente en sus numerosos artículos periodísticos, en su ensayo Todo lo que era sólido, y en novelas como Sefarad, que habla sobre las distintas formas de exilio y desarraigo en la Europa del siglo XX devastada por los totalitarismos.
Reelaboración de subgéneros narrativos
Algunas de sus obras presentan personajes y situaciones propias de la novela policiaca y del cine negro, como por ejemplo El invierno en Lisboa.
Incorporación de elementos autoficcionales o autobiográficos
El autor evoca su adolescencia y el servicio militar en El viento de la Luna, o en otras obras como Como la sombra que se va, donde reconstruye la vida del asesino de Martin Luther King.
Estilo minucioso y descriptivo
Con varios periodos oracionales. Esto se aprecia en El jinete polaco.
Enrique Vila-Matas: La literatura como tema central
El tema principal en su obra es la reflexión sobre la propia literatura. De este modo, Bartleby y compañía es una mezcla de ficción y ensayo en la que el narrador hace inventario de aquellos autores que decidieron dejar de escribir. El mal de Montano es un ejemplo de autoficción cuyo narrador se presenta como padre de Montano, un joven obsesionado por la escritura. Más tarde, reconoce que Montano no existe y es él quien se siente vampirizado por la literatura, que constituye a su enfermedad y a su cura.