Panorama de la Literatura Hispanoamericana: Corrientes, Autores y Obras Esenciales
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La Poesía Hispanoamericana: De las Vanguardias a la Contemporaneidad
Tras las vanguardias, la poesía hispanoamericana se rehumanizó con autores fundamentales como César Vallejo y Pablo Neruda. Siguieron esta línea Raúl González Tuñón con La muerte en Madrid (1939), y la poesía negra o afroantillana, representada por Nicolás Guillén en Motivos del son (1930) y Sóngoro Cosongo (1931).
En este periodo, apareció un estilo barroco cercano al hermetismo en la obra de José Lezama Lima (Fragmentos a su imán), quien buscó la divinidad a través del lenguaje. Octavio Paz, en Libertad bajo palabra (1960) y Ladera Este (1969), desarrolló una poesía metafísica influida por su estancia en la India. La antipoesía de Nicanor Parra rompió con la solemnidad tradicional.
Desde los años 60, aunque la atención se centró más en la novela, siguieron surgiendo poetas importantes como Dulce María Loynaz, Gastón Baquero, Blanca Varela, Germán Belli, Roberto Juarroz y Juan Gelman.
La Narrativa Hispanoamericana: Del Regionalismo al Boom
Orígenes y Realismo Mágico
La narrativa hispanoamericana se inició con la novela regionalista, que se manifestó en dos vertientes principales:
- La novela de la tierra: Destacan La vorágine de José Eustasio Rivera, Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes y Doña Bárbara de Rómulo Gallegos.
- La novela social: Incluye la novela de la Revolución Mexicana, como Los de abajo de Mariano Azuela, y la novela indigenista, con obras como Huasipungo de Jorge Icaza y El mundo es ancho y ajeno de Ciro Alegría.
En los años 40 y 50, surgió una narrativa más experimental bajo influencias europeas (Kafka, Joyce, Faulkner) y nació el realismo mágico, con autores clave como Miguel Ángel Asturias (El señor Presidente), Alejo Carpentier (Ecué-Yamba-Ó), Juan Rulfo (Pedro Páramo) y Ernesto Sábato (El túnel).
El Boom y la Narrativa Post-Boom
En los años 60 se produjo el fenómeno del Boom Latinoamericano, que obtuvo un reconocimiento internacional sin precedentes. Este movimiento combinó raíces americanas con técnicas narrativas europeas, caracterizándose por la experimentación formal y la exploración de temas universales como la soledad y la muerte. Las obras clave de este periodo incluyen:
- Cien años de soledad (1967) de Gabriel García Márquez
- La ciudad y los perros (1962) de Mario Vargas Llosa
- Rayuela (1963) de Julio Cortázar
- La muerte de Artemio Cruz (1962) de Carlos Fuentes
Desde los años 70, hubo un regreso parcial al realismo, abordando temas como el amor, el humor y el feminismo. Entre los autores representativos de esta etapa se encuentran Manuel Puig (Boquitas pintadas), Alfredo Bryce Echenique (La amigdalitis de Tarzán), Isabel Allende (La casa de los espíritus), Laura Esquivel (Como agua para chocolate), Roberto Bolaño (Los detectives salvajes) y Antonio Skármeta (El cartero de Neruda).
El Cuento Hispanoamericano: Innovación y Maestría
El cuento evolucionó paralelamente a la novela. A partir de 1940, se renovó el relato fantástico, destacando figuras como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti.
- Jorge Luis Borges, ligado al ultraísmo, superó el realismo tradicional en obras como Historia universal de la infamia (1935), Ficciones (1944) y El Aleph (1949), introduciendo símbolos, mitos y una profunda reflexión sobre el tiempo, la muerte y el laberinto.
- Julio Cortázar, maestro del cuento breve, mezcló lo fantástico con lo cotidiano en Bestiario (1951), Final del juego (1956) y Armas secretas (1959).
- Juan Carlos Onetti, con un tono pesimista, presentó personajes solitarios en Un sueño realizado y otros cuentos (1951) y El infierno tan temido (1962).
El microrrelato también ganó fuerza con autores como Augusto Monterroso y Eduardo Galeano.