Pacto Social y Estado: Explorando la Teoría Política de Locke
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Pacto Social y Estado en la Teoría Política de Locke
El Estado de Naturaleza
En el estado de naturaleza, según Locke, los hombres son libres e iguales, guiados por una ley moral natural y poseedores de derechos inherentes. Esta ley moral, accesible a través de la razón, establece que todos los individuos son libres e independientes, y que nadie debe atentar contra la vida, la salud, la libertad o la propiedad de otro, ya que todos son criaturas de Dios. Esta ley, universal y obligatoria, es un reflejo divino descubierto por la razón, mostrando la influencia medieval en el pensamiento de Locke, transmitida a través de Hooker.
De la ley natural emanan derechos fundamentales: el derecho a la conservación y defensa de la vida, así como el derecho a la libertad. Estos derechos implican obligaciones: los hombres deben preservar su vida, sin derecho al suicidio ni a la esclavitud, ya que esto implicaría ceder a otro el poder sobre su propia existencia. Un derecho natural crucial, base del liberalismo, es el derecho a la propiedad. Todo individuo tiene derecho a lo necesario para su conservación y, por ende, derecho de propiedad sobre aquello que ha transformado con su trabajo, como la tierra cultivada. Existe, por tanto, un derecho natural a la propiedad privada, independiente de las leyes civiles establecidas por el Estado. Sin embargo, este derecho no implica una acumulación ilimitada; lo que excede la capacidad de obtener mediante el trabajo pertenece a los demás, como la tierra (Locke parece considerar la disponibilidad de tierra para todos, como en la Norteamérica de su tiempo).
Aunque Locke no comparte la visión de Hobbes de un estado de naturaleza inherentemente en guerra, reconoce la posibilidad de que individuos o grupos recurran a la fuerza para controlar la vida, la libertad o los bienes de otros. Los derechos naturales son difíciles de proteger en la práctica en este estado, ya que, aunque todos estén obligados en conciencia a obedecer la ley natural, no siempre lo hacen. De ahí surge el interés por formar una sociedad organizada que garantice mejor el disfrute de estos derechos y libertades.
Es conveniente establecer una ley escrita y un sistema judicial, ya que, aunque en el estado de naturaleza uno tenga el derecho de castigar las transgresiones, puede haber exceso de celo en el castigo o falta de poder para castigar los crímenes, además de la parcialidad de los intereses individuales que busquen su propio beneficio más allá de la ley natural.
Así, los hombres se asocian en comunidades políticas y abandonan el estado de naturaleza para preservar sus vidas, su libertad y su patrimonio, buscando, en definitiva, la garantía de sus derechos naturales.
La Sociedad Política: El Pacto
La sociedad política y el gobierno deben basarse en fundamentos racionales, derivados del consentimiento. La libertad absoluta del estado de naturaleza se ve restringida por las instituciones políticas y jurídicas, restricción que solo se justifica mediante el consentimiento, el pacto de aquellos que se incorporan a la sociedad política, sometiéndose a un gobierno.
La incorporación al Estado se produce de dos maneras: abandonando el estado de naturaleza y constituyendo un gobierno, o bien entrando a formar parte de un estado ya constituido. Al ingresar en la comunidad política, los hombres no renuncian a su libertad para caer en la servidumbre, sino que renuncian a sus poderes legislativos y ejecutivos tal como los poseen en el estado de naturaleza, autorizando a la sociedad a elaborar las leyes (poder legislativo) y cediendo a la sociedad el poder de ejecutar las leyes e imponer las sanciones por su incumplimiento. En este sentido, la libertad del estado de naturaleza sí sufre restricciones, pero a cambio se gana en seguridad y se puede disfrutar mejor de la libertad.
Por otra parte, el pacto implica la decisión de los individuos de someterse a la voluntad de la mayoría, siendo el consenso de la mayoría la base del gobierno. Esta mayoría será el criterio para la elección del parlamento y para las decisiones dentro del mismo. La mayoría toma decisiones por ley positiva (leyes concretas promulgadas por los seres humanos en una comunidad), derivando su poder de la ley de naturaleza y de la ley de la razón: las leyes positivas deben respetar los derechos naturales inmutables (conservación de la vida y la salud, libertad, igualdad, propiedad) que Dios otorgó al ser humano y que pueden ser descubiertos por la razón.
Locke rechaza la monarquía absoluta por considerarla incompatible con la sociedad civil, contraponiendo a ella su liberalismo. Esto le lleva a desarrollar una visión contraria a la de Hobbes, aunque las críticas de Locke se centraron en Robert Filmer, quien en su obra *El Patriarca* defendía el origen divino del poder del monarca absoluto. En ambos tratados, Locke refuta esta obra, que hace descender el poder desde Adán, a quien, según Filmer, Dios habría otorgado el poder, y del que lo heredarían los reyes.
Los Poderes del Estado
El poder civil debe estar constituido por el poder legislativo, que incluye al poder judicial, y el poder ejecutivo. Posteriormente, Montesquieu (autor muy influido por Locke) establecerá la división de estos tres poderes. Locke considera el poder legislativo como el poder supremo de la comunidad, encargado de hacer las leyes y de establecer cómo utilizar la fuerza para defender los derechos y la seguridad de los ciudadanos, evitando arbitrariedades o que el Estado exceda los fines mencionados. Debe legislar para todos los ciudadanos y con vistas al fin común, haciendo que el tránsito del estado de naturaleza a la sociedad civil sea provechoso para todos.
El poder ejecutivo es el encargado de hacer cumplir o ejecutar las leyes creadas para todos. La ley emana de la voluntad de los ciudadanos y corresponde al poder ejecutivo su aplicación.
Ambos poderes deben estar separados, y quienes hacen las leyes no deben ser quienes las ejecuten, para evitar que se eximan a sí mismos de obedecer las leyes o que elaboren y ejecuten las leyes según su conveniencia.
El poder supremo en el Estado, como se ha dicho, es el legislativo, y éste reside en última instancia en el pueblo (soberanía popular), que posee el derecho de resistencia y de deposición del poder legislativo y ejecutivo cuando éstos actúan contra los derechos individuales irrenunciables. Puesto que el poder es recibido del pueblo, éste siempre tendrá derecho a rebelarse contra la tiranía y contra cualquier poder político que se exceda en sus límites, ya que la sociedad civil se ha establecido con el fin de que se disfruten con seguridad los derechos naturales, y si el Estado atenta contra ellos, pierde su legitimidad. De este modo, el poder legislativo no es absoluto: debe responder a la confianza depositada en él.
Por último, es importante señalar que cuando nos referimos a la división de poderes, lo hacemos pensando en la separación de Montesquieu: ejecutivo, legislativo y judicial. Pero la división lockeana es diferente, ya que se compone del ejecutivo, el legislativo y lo que llama “federativo”, el poder de organizar las relaciones internacionales, es decir, de declarar la guerra y firmar la paz, hacer alianzas… Un Estado está, con respecto a los demás, en estado de naturaleza, funcionando como un cuerpo o individuo que se relaciona con los demás estados como en el estado de naturaleza se relacionan los individuos entre sí, pues los distintos Estados no conforman una sociedad civil o política entre sí. Ante un conflicto entre Estados no hay una entidad superior a la que apelar, como los organismos supranacionales de hoy. De tal manera que cada Estado tiene un poder natural que ejercerá frente a los demás Estados o grupos ajenos a su comunidad, lo mismo que en el estado de naturaleza, el agredido tiene derecho a castigar al agresor, y estas son las funciones del poder federativo.