Orígenes de la Sociedad y el Derecho en la España Prerromana: Paleolítico, Neolítico y Edad de los Metales
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Los Períodos Más Remotos: El Hombre del Paleolítico
La Historia del Derecho debe remontarse a la formación de la sociedad misma, y en última instancia a la propia aparición del hombre. Como decían los romanos, ubis societas, ibis ius (donde hay sociedad, hay derecho), por lo que el problema del origen del derecho coincide con el de la sociedad. Tenemos dos respuestas:
- La primera corresponde a Aristóteles, que sostiene que el hombre es un ser social y político por naturaleza, por lo que la sociedad existe desde el surgimiento del hombre.
- La segunda corresponde a los pensadores patrísticos. Estos distinguen entre el estado de naturaleza (la vida en el paraíso) y el estado de sociedad (expulsión del paraíso). En el primer estado, los hombres vivían libremente sin propiedad privada, por lo que no había derecho. Solamente después del pecado son necesarias unas leyes. Por tanto, el derecho surge después del pecado original.
También hay otras respuestas como la de Rousseau, para el cual la sociedad surge con el contrato social, perdiendo los hombres parte de su libertad para vivir en sociedad. Por otro lado, Marx y Engels establecen el carácter artificial del Estado.
A partir del siglo XIX se sustituyen las anteriores especulaciones filosóficas por los conocimientos científicos, apoyándose los antropólogos en la idea de la evolución.
Centrándonos en la aparición del hombre, ésta tiene lugar en el Pleistoceno o primer período de la era Cuaternaria, en una etapa coincidente desde el punto de vista arqueológico con el Paleolítico o edad de la piedra tallada, en la cual se distinguen tres etapas: inferior, medio y superior. En España constan diferentes testimonios de esas tres etapas paleolíticas: la existencia de grupos humanos en la serranía de Granada en el Paleolítico inferior; del Paleolítico Medio, restos del hombre neandertal en Gibraltar y en algunas cuevas de Valencia y Granada; del Paleolítico superior, restos de la raza de Cro-Magnon.
Las formas de vida del hombre paleolítico nos son conocidas en sus rasgos más generales. El primer hombre hispánico vivió en terrazas fluviales hasta que los intensos fríos de la última glaciación le llevaron a preferir chozas y cuevas. Había además una cierta división del trabajo, pues todos los componentes del grupo participaban en las tareas de recolección de frutos, en la caza y en la pesca. La coordinación de esos esfuerzos debía requerir, como es lógico, una serie de normas que regularan la convivencia.
Nos encontramos con un hombre fundamentalmente cazador, pues la caza constituye su principal medio de subsistencia. Contaban por tanto con armas que fueron o bien de madera, o de piedra y hueso, como flechas, lanzas, dardos… cazando con estos bisontes, ciervos, jabalís, conejos… Conocemos sus formas de vida sobre todo por la pintura rupestre, que junto a los animales, nos muestra a hombres y mujeres en tareas de caza o en la simple vida cotidiana. Hay un cierto debate sobre el significado de esas creaciones artísticas: algunos prehistoriadores juzgaron este arte como el producto del ocio de unos hombres cazadores a quienes sobraban animales para abastecerse; también se pensó en la finalidad exclusivamente artística, y sobre todo, podemos creer que pintar animales era una forma de hacer propicia la caza.
La Revolución Neolítica y la Edad de los Metales
El Neolítico (piedra nueva) es una etapa prehistórica en la cual el hombre fabrica útiles pulimentados. El hombre supera los estadios iniciales de la caza y la mera recolección de frutos para convertirse en agricultor y ganadero, inventándose además la cerámica. El trabajo de los metales, en primer lugar, del cobre, pone fin al Neolítico iniciándose la Edad de los Metales.
Las formas de vida en este momento cambian sustancialmente, desde el aprovechamiento de lo que la naturaleza ofrece, a un régimen que consume lo que el hombre produce con el cultivo de la tierra y el cuidado del ganado. Además, esto supone el surgimiento de poblaciones sedentarias, por lo que el derecho se irá haciendo cada vez más complejo.
Por la dificultad de las excavaciones de los poblados neolíticos en España, no nos es bien conocido nuestro panorama agrícola en aquella época. Entre los cereales debió cultivarse el trigo y la cebada, produciéndose leguminosas en la zona mediterránea. También debió abundar el lino y el esparto. Obviamente estos progresos agrícolas están relacionados con el uso del arado. La fauna paleolítica en sus especies más representativas, el mamut o el bisonte, ya se habían extinguido. Tal vez se domesticaron animales como el ciervo, la cabra, el cerdo, la oveja, y con total seguridad, el perro, ya domesticado antes. Las nuevas técnicas del Neolítico fueron especialmente notables en lo relativo a la cerámica. Con el auge del mundo económico debió existir un comercio incipiente, alcanzando incluso la navegación importantes progresos. Los nuevos rumbos de la economía el posterior desarrollo de la metalurgia repercutieron en la estructura social, ya que el excedente de alimentos facilitó el crecimiento demográfico, dando así lugar a la existencia de un cierto espíritu urbano. Se construyeron en esta etapa construcciones megalíticas, unos monumentos de tal magnitud que debieron exigir el empleo de verdaderas masas de trabajadores bajo una fuerte dirección, lo que probaría la existencia de estructuras del poder. En el último milenio a.C. hacen acto de presencia en la Península nuevos pueblos indoeuropeos y los colonizadores mediterráneos fundan aquí sus propias colonias.