Orígenes de la Revolución Francesa: Asamblea Constituyente, Ilustración y Crisis del Antiguo Régimen
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La Revolución Francesa: De la Asamblea Constituyente a la Asamblea Legislativa
Asamblea Constituyente (1789-1791)
La Asamblea Constituyente comenzó su actividad dictando una legislación previa a la propia Constitución, entre los cuales destaca la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, sintetizados más tarde en tres principios: "Liberté, Égalité, Fraternité". La primera Constitución fue aprobada el 14 de julio de 1790. A pesar de la gran modernidad del texto constitucional, no satisfacía las peticiones de un gran conjunto de la población, lo que provocaría la radicalización de la sociedad francesa. La radicalización se extendió rápidamente por toda Francia gracias a los clubes de los jacobinos (liberales más radicales) y adquirió gran impulso cuando la familia real fue detenida mientras intentaba huir de Francia en un carruaje con destino a Varennes. Esto provocó la desvinculación de la Monarquía del propio proceso político. Aunque por el momento Luis XVI seguía siendo rey, estaba bajo arresto domiciliario.
Asamblea Legislativa (1791-1792)
La Asamblea Legislativa (que había sustituido a la Asamblea Constituyente tras la aprobación de la Constitución), comenzó sus sesiones el 1 de octubre de 1791. Estaba formada por 750 miembros que no tenían experiencia alguna en la vida política, dado que los propios integrantes de la Asamblea Constituyente habían votado en contra de su elegibilidad como diputados de la nueva cámara.
Existía una división importante entre los diputados franceses, que podemos agrupar en:
- Monárquicos: Tratan de establecer una Monarquía constitucional (este es el grupo más amplio).
- Republicanos moderados (Girondinos): Buscan crear una República federal, que se debe lograr tras un proceso legislativo y administrativo lento.
- Republicanos radicales (Jacobinos): Persiguen establecer una República centralizada, liberal e igualitaria conseguida mediante la fuerza si es necesario.
Esta situación, junto con el cautiverio del Rey, provoca una reacción entre los países absolutistas de su entorno, que amenazan con una intervención armada en Francia y una vuelta a las formas de gobierno del Antiguo Régimen.
La Ilustración: Un Movimiento Clave para el Fin del Antiguo Régimen
A mediados del siglo XVIII, un grupo de pensadores, en su mayoría franceses, desarrollaron una corriente de pensamiento nuevo, a la que se dio en llamar Ilustración, que terminó siendo un arma formidable para destruir las bases del Antiguo Régimen. Partían de la base de que el hombre había nacido para ser feliz y de que la razón humana, única fuente de conocimiento, era capaz de alcanzar por sí sola la verdad. Advertían que si los hombres habían sido creados para alcanzar la felicidad, las relaciones entre ellos tenían que estar basadas en la tolerancia y en la igualdad ante la ley (con la consiguiente desaparición de los privilegios estamentales). Defendían, a su vez, una nueva forma de Estado basado en los ideales de igualdad.
Los Filósofos Ilustrados y sus Ideas Revolucionarias
Las ideas de los ilustrados se difundieron, primero, por Francia y, después, por todos los países europeos e, incluso, por las colonias americanas. Entre estos filósofos, que prepararon el fin del Antiguo Régimen, destacaron Montesquieu, Voltaire y Rousseau.
- Montesquieu advertía que para evitar que el Estado cayera en la tiranía y el despotismo debía organizarse sobre la separación de poderes: legislativo (en manos del Parlamento), ejecutivo (en las del rey y sus ministros) y judicial (ejercido por los tribunales legalmente constituidos).
- Voltaire era un ferviente defensor de la libertad de pensamiento y de la tolerancia religiosa.
- Rousseau expuso el principio de la soberanía nacional: el poder reside en el pueblo.
Pero la realidad era otra: el rey era el soberano absoluto, Dios le había entregado todo el poder y, en consecuencia, el monarca sólo era responsable de sus actos ante la divinidad. Las ideas de los ilustrados se difundieron, primero, por Francia y, después, por todos los países europeos e, incluso, por las colonias americanas, promoviendo la libertad y la tolerancia.