Orígenes y Evolución del Teatro en la Antigua Roma: Autores y Obras
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El Teatro Romano
I. Orígenes del Teatro Romano
El teatro es un género literario en verso que hay que asociar al influjo que ejerció la cultura griega cuando Roma entró en contacto con Grecia. El teatro en Roma se caracterizó por ser una adaptación imitativa del teatro griego; sin embargo, desde las primeras manifestaciones literarias encontramos elementos originarios autóctonos:
- Los versos fescenninos: poemitas picantes de carácter burlesco, que se improvisaban con ocasión de una boda o de otras celebraciones.
- La fabula Atellana: comedias de personajes estereotipados, como Maccus (el tonto), Bucco (el bocazas), Pappus (el abuelo), Dossenus (el jorobado) y Sannio (el truhán), y situaciones grotescas que buscaban la risa fácil.
- Danzas etruscas bailadas por actores profesionales al son de la flauta.
- Las saturae (ensalada): espectáculos de “variedades”, compuestos de canciones, danzas y breves cuadros escénicos.
II. Características del Teatro
Las primeras obras teatrales romanas no fueron más que traducciones de obras griegas, pero más adelante dejaron de serlo, aunque sin llegar nunca a convertirse en obras realmente originales. Se tomaban temas de obras griegas e incluso se conservaba el ambiente griego. Los autores romanos prescinden de algunas características del teatro griego y añaden otras nuevas:
- Cambian los metros poéticos.
- Dan mayor importancia al acompañamiento musical.
- Suprimen el coro, que tan destacado papel jugaba en las obras griegas.
- Tratan por lo general los temas con más sencillez.
- Emplean en la comedia un humor más directo, introduciendo chistes claramente romanos y alusiones a las costumbres de Roma.
- Añaden escenas y personajes que no aparecen en los originales griegos.
Los espectáculos teatrales tuvieron un carácter religioso, pues se desarrollaban con motivo de fiestas religiosas. Las representaciones se llamaban genéricamente ludi scaenici y las primeras de las que se tiene noticia se celebraron en el 240 a.C. No obstante, el primer teatro fijo de piedra en Roma no se construyó hasta el 55 a.C., pues los anteriores eran desmontables. Al contrario que los teatros griegos, que se hacían aprovechando las faldas de una colina, los romanos se construyeron exentos; y también introdujeron una novedad, asociada a la desaparición del coro, que fue la conversión de la σκήνη (scaena, escena) en el sitio donde se desarrollaba la acción dramática y las evoluciones de los actores.
Los actores se agrupaban en compañías teatrales. Al parecer, eran tres para cada obra, a los que se añadía un músico, que acompañaba con la flauta los pasajes musicales. Estos actores eran siempre varones; las mujeres sólo podían actuar en los mimos. Llevaban máscaras, calzado especial (crepida para las tragedias y soccus para las comedias), así como un vestuario acorde con el género que se representaba.
El teatro tenía un carácter eminentemente popular. Las obras se adaptaban perfectamente al público, que era bullicioso y participativo, especialmente en las comedias. Es el único género literario que refleja la vida diaria, y por eso se subvencionaban las obras y los políticos se servían de ellas para obtener el apoyo de sus futuros electores y favorecer así su carrera política.
III. Los Subgéneros Teatrales
Los romanos denominaron fabula a toda obra dramática escrita en verso. Así, los tipos de fabulae que existían en Roma eran:
- Fabula cothurnata: tragedia de tema griego; se caracterizaba porque los actores usaban el “coturno” o bota alta, característica de los actores trágicos griegos.
- Fabula praetexta: tragedia de tema romano. Toma el nombre de la toga praetexta, vestidura blanca con banda púrpura que llevaban los actores al modo de los magistrados.
- Fabula palliata: comedia de ambiente griego. Recibía este nombre porque los actores se cubrían con el pallium o manto griego.
- Fabula togata: comedia sobre temas y personajes romanos. Los actores vestían la toga, prenda que vestían los ciudadanos comunes en Roma.
IV. La Tragedia
Al igual que la tragedia griega, se tratan casi siempre temas relacionados con la leyenda, cuyos protagonistas son dioses y héroes y en los que el destino juega un destacado papel. Su tono es solemne y su lenguaje elevado. En la tragedia los personajes son importantes: héroes, dioses y reyes. Los argumentos de la tragedia son variados; en Roma se prefiere el tema troyano: la guerra de Troya y los avatares de sus protagonistas. Existe, además, una tendencia hacia lo horrible, propia del pueblo romano. Se eligen las historias más truculentas y sangrientas. La tragedia en Roma no innova en cuanto a la estructura griega; por tanto, a las partes dialogadas se suceden las partes entonadas por el coro, hasta un total de cinco partes. La finalidad de la tragedia es conmover al espectador y ofrecer valores ejemplares. Los personajes son modelos de maldad o de bondad, con sus luchas y contradicciones, y sufren los castigos y recompensas divinas de sus acciones.
El primer autor teatral del que tenemos noticia es Livio Andrónico (280 – 204 a.C.), cuyas tragedias son de tema griego: Equus Troiannus, Ayax y Achilles. Su contemporáneo Nevio (270 – 190 a.C.) escribió tragedias de tema griego (Andromacha o Hector proficisciens), pero también empezó a escribir fabulae praetextae (tragedias de tema romano), como Romulus y Clastidium. Ennio (239 – 169 a.C.) compuso obras como Aiax, Achilles, Hecuba y las fabulae praetextae Sabinnae y Ambracia. Pacuvio (220 – 130 a.C.) escribió doce tragedias de tema griego y una praextexta; sus obras más destacadas son Antiope, Armorum Iudicium y Paulus. Accio (170 – 86 a.C.) escribió 45 tragedias de tema griego (Atreus) y dos de tema romano (Brutus, Decius).
El género vivió un momento de resurrección en época imperial con las tragedias de Lucio Anneo Séneca (4 a.C. – 65 d.C.), originario de Hispania, preceptor de Nerón y autor de una importante obra filosófica. Séneca escribió nueve tragedias de tema griego, Herculens furens, Hercules Oetaeus, Agamemnon, Oedipus, Phoenissae, Medea, Phaedra, Troianae y Thyestes, llenas de patetismo, retórica y filosofía; y una de tema romano, Octavia, que escenifica las desventuras de la esposa de Nerón, quien la repudió en beneficio de otra mujer, Popea, cuya autoría ha sido muy discutida. El interés de su obra se centra en el alma humana, víctima de la pasión. Destierra completamente la influencia de los dioses: el hombre es dueño de su destino. En ellas se reflejan sus ideas filosóficas y su moral estoica, con lo que su estilo resulta excesivamente retórico. Parece ser que sus obras eran escritas, no para ser representadas, sino para ser leídas.
V. La Comedia
Si bien la tragedia no arraigó en Roma, en cambio la comedia sí triunfó. Partiendo de temas o ambientación griegas, los autores lograron que los romanos se identificaran con el género, tomaran parte activa en el espectáculo y disfrutaran con él.
En este subgénero se tratan temas de la vida cotidiana, protagonizados por el hombre de la calle, lo que da pie para el empleo de un lenguaje desenfadado, coloquial, vulgar e incluso grosero. El protagonista suele ser un esclavo y abundan otros personajes de la baja sociedad como las prostitutas, alcahuetas, los cocineros o los parásitos, que se mezclan con hombres libres y su esposa y joven hijo.
En cuanto a la estructura, la comedia sí innova y, aunque se suele dividir en cinco actos, el coro griego ha desaparecido. Entonces la acción se desarrolla ininterrumpidamente con alternancia entre partes dialogadas y partes entonadas y cantadas.
La comedia, por su parte, tiene intención moral y ejemplarizante, aunque suele ser más importante hacer reír y pasar un rato agradable.
Los principales autores son Plauto y Terencio, ambos de época arcaica.
Plauto (254 – 184 a.C.)
Nacido en Umbría, Plauto, de clase humilde, se trasladó a Roma donde adquirió un notable conocimiento de las letras griegas. Su obra es muy extensa; se le atribuyen más de un centenar de obras, pero sólo se conservan 21 obras, todas de tema griego (fabulae palliatae).
Algunos títulos son, entre otros, Aulularia (Comedia de la olla), Amfitruo, Captivi (Los cautivos), Miles Gloriosus (El soldado fanfarrón), Pseudolus (El tramposo), Asinaria (Comedia de los asnos), etc.; suelen ser de intriga o comedias de enredo. Tanto unas como otras proceden de la comedia griega de Menando, la llamada Comedia Nueva, cuyos temas tratan de aspectos de la sociedad en su vertiente privada. Las tramas seguían un esquema muy parecido, al igual que los personajes y los temas.
Los temas favoritos son las bodas entre personas de clases sociales diferentes, los viajes que acaban en naufragios con inesperados supervivientes, las promesas de fanfarrones a jóvenes incautas que se dejan deslumbrar, los objetos cuyo hallazgo inesperado hace dar un vuelco a una situación dramática, los equívocos entre gemelos, los reencuentros de padres e hijos o el amor que encuentran los ancianos en la recta final de su vida.
Los personajes que dan vida a estas obras son tipos; es decir, responden a unos rasgos determinados, estereotipados, que los hacen reconocibles e identificables a los ojos del público. La galería es amplia:
- El joven enamorado, alocado y con frecuencia irreflexivo; la joven doncella tontorrona, o, al contrario, espabilada; el viejo verde, gruñón o avaro; el soldado fanfarrón; la vieja intrigante; la cortesana desenfada; el dueño del burdel sin escrúpulos, cocinero extravagante, etc.
- Los esclavos son más listos incluso que sus amos y terminan atando todos los cabos de la intriga.
- El parásito hará furor en la literatura posterior, igual que el caradura. Este personaje sobrevive a numerosas peripecias y, aunque permanentemente amenazado, saldrá airoso ya que acierta en el momento oportuno.
Una característica de sus obras es que en el prólogo, antes de que comience la acción, una divinidad, un personaje simbólico o alegórico, o un actor explica el argumento y trata de captar la atención y el favor del público.
Plauto es maestro consumado de la lengua. Cuando los personajes tienen que razonar y argumentar, lo hacen con los mejores esquemas de la retórica antigua; pero cuando tienen que expresar su asombro y desahogar sus nervios, manejan el insulto, el juramento y la lengua coloquial con soltura. Así el espectador se siente cercano a ellos.
Terencio (185 – 159 a.C.)
Era un joven esclavo manumitido por su amo en Cartago. Se formó y llegó a entrar en contacto con el círculo aristócrata y culto de los Escipiones. Conocía a los comediógrafos griegos y plasmó en sus comedias esa atmósfera y ese lenguaje refinado y fino, un tanto alejado del pueblo llano.
Tan sólo conservamos seis comedias suyas: Adelphoi (Los hermanos), Hecyra (La suegra), Heautontimoroumenos (El que se atormenta a sí mismo), Andria, Eunuchus y Phormio.
Las obras de Terencio consisten en comedias psicológicas o de caracteres, donde interesan más los propios protagonistas que la acción que puedan desarrollar y la reacción que puedan producir en el público. Todas comienzan con un prólogo que Terencio escribía para defenderse de los que lo criticaban de plagio, falta de autenticidad y falta de vis cómica. No busca la risa fácil, sino la reflexión a partir de una trama compleja y entretenida.
Sus comedias son dramas burgueses en los que cobran mayor importancia los sentimientos y el humanismo. Tienen una intención moralizante. Su lenguaje, más cuidado y elegante que el de Plauto, no tiene la originalidad de él. Los personajes son igualmente los tipos convencionales, aunque intenta darles unos rasgos personales, una mayor penetración psicológica y un comportamiento ejemplar.