El Origen y la Naturaleza de lo Real: Visiones Filosóficas
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El Origen de lo Real
3.1. Lo real no tiene origen
Según la mitología de los antiguos griegos, el universo era **eterno**, es decir, sin principio ni fin. Herederas del cosmos eterno de la mitología, las explicaciones racionales de los **presocráticos** no buscaban pues el origen divino del cosmos, sino el elemento constitutivo o **arjé**... y las fuerzas naturales que, como un dios inmanente, hacían que el cosmos fuera comprensible, armónico y creativo.
Pero fue el filósofo presocrático **Parménides de Elea** quien, mediante un razonamiento lógico, convirtió la eternidad del cosmos en el tema principal de su filosofía.
3.2. Lo real sí tiene origen
El cristianismo introdujo un concepto nuevo: el de la **creación ex nihilo**, es decir, la creación a partir de la nada. La pregunta no era ya cómo surgieron los dioses y los elementos, sino de dónde surgió todo, por qué existe el universo en vez de nada.
A esa pregunta respondió **Santo Tomás de Aquino**, que intentó demostrar racionalmente la existencia de Dios mediante las llamadas **cinco vías**.
La **vía de la contingencia** se basa en la distinción entre **ente contingente** y **ente necesario**. Dado que el universo está compuesto solo de seres contingentes; por tanto, dependientes unos de otros.
Debemos concluir que necesita de otro para existir, y ese otro tiene que ser un ser necesario, que sería Dios.
3.3. No tiene sentido la pregunta sobre el origen de lo real
En conclusión, la pregunta sobre el origen de lo real se ha respondido de tres maneras diferentes a lo largo de la historia de la filosofía. Para unos, lo real carece de origen, es eterno; para otros, lo real tiene un origen, es creado; y para un tercer grupo, la propia pregunta sobre el origen de lo real carece de sentido.
4. La pregunta sobre el rasgo fundamental de lo real: permanencia o cambio
Vamos a ilustrar esta cuestión con la respuesta que dieron dos filósofos presocráticos en el siglo VI a.C.: **Parménides de Elea** y **Heráclito de Éfeso**.
Ambos autores coinciden en desconfiar de los sentidos y fiarse de la razón, pero se diferencian cuando nos presentan el rasgo definitorio de lo real. Por último, veremos la interpretación de **Aristóteles** al problema del cambio y la permanencia.
4.1. El sustancialismo estático de Parménides
Parménides declara que el rasgo fundamental del ser es la **permanencia** y que, por tanto, el cambio es imposible.
Mientras que los sentidos nos engañan al mostrarnos un universo cambiante, es decir, el no ser, mi razón descubre que, tras esos cambios aparentes, el ser permanece inmutable y es la verdadera sustancia de lo real, aquello en lo que la realidad consiste. Podemos denominar esta concepción, defendida por Parménides, como **sustancialismo estático**.
4.2. El devenir de Heráclito
Si Parménides pensaba que la realidad tenía que ser inmóvil, Heráclito sostenía que tenía que ser móvil. Si en algo nos engañan los sentidos, piensa Heráclito, no es en mostrarnos un mundo cambiante, sino al contrario, en hacernos creer que las cosas no cambian. La razón descubre que el ser es un **devenir**, es decir, una realidad en constante cambio.
¿Por qué es un devenir la realidad? Por la **lucha de contrarios** que la mueve desde dentro: luz y oscuridad, frío y calor...
4.3. Acto y potencia, sustancia y accidentes en Aristóteles
a) Acto y potencia:
Parménides concebía el ser y el no ser como conceptos absolutos, sin posibles intermedios, y por eso el cambio resulta imposible.