El Origen Humano: Evolución Biológica y Cultural

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Estudiando nuestro origen y nuestro comportamiento, se dice que somos, a la vez, naturaleza y cultura. Aparecemos formados por ella de tal modo que, por ejemplo, cuando un paleontólogo encuentra un fósil, supone de antemano que se trata de un animal, y solamente cuando, además, aparece junto con otros objetos tales como utensilios, restos de haber utilizado el fuego, cerámicas, etc., entonces empieza a sospechar que puede ser un humano, es decir, cuando piensa que ha podido haber cultura.

Hominización y Humanización: Dos Procesos Clave

Definimos hominización como el proceso evolutivo que condujo desde los primates antropomorfos (con forma humana) a la aparición de los primeros seres humanos. A lo largo de ese proceso evolutivo fueron surgiendo modificaciones corporales y también alteraciones cerebrales que dieron lugar a la aparición de las capacidades intelectuales que diferencian al ser humano del resto de especies animales: el lenguaje articulado, la conciencia y el pensamiento.

Por otro lado, definimos humanización como el proceso evolutivo mediante el cual los primitivos seres humanos alcanzaron el pensamiento abstracto y la cultura. En ese sentido, se distingue de la hominización en que este último concepto se utiliza para significar los cambios evolutivos biológicos entre las especies de primates originarias y el surgimiento del ser humano a partir de transformaciones evolutivas.

El Hombre como Producto de la Evolución Biológica

El hombre es un animal más, producto de la evolución biológica. Como cualquier otra especie viviente, la especie humana es el resultado de una larga serie de transformaciones insertas en un proceso evolutivo. Aunque no se conoce su genealogía completa, se ha podido establecer una idea muy aproximada de ella utilizando los datos de la anatomía comparada, de la embriología y de la paleontología. Somos parientes muy semejantes anatómicamente a las especies vivas que forman la familia de los póngidos: gorila, orangután, chimpancé, etc.

El hecho de la aparición del hombre es el caso más notable de la evolución biológica porque se produjo la emancipación de lo biológico para dar paso a la evolución cultural exclusiva del hombre. El problema que se nos plantea es establecer en qué momento concreto podemos hablar de la aparición del hombre.

La Evolución Cultural y los Periodos Históricos

Los antropólogos dividieron la historia cultural en tres grandes periodos: la Edad de Piedra, la de Bronce y la de Hierro. Lo que llamamos civilización empezó alrededor del año 6.000 a.C., cuando el hombre se transformó de cazador en agricultor, aprendió a domesticar los animales, desarrolló nuevos tipos de herramientas y se volvió sedentario. Este periodo recibe el nombre de Neolítico.

El Paleolítico fue dividido en los periodos Inferior, Medio y Superior; los instrumentos más antiguos hallados parecían remontarse a una época de cerca de un millón de años.

Descubrimientos Clave en la Evolución Humana

El hombre Cro-Magnon no fue el primer ser humano primitivo sacado a la luz por los antropólogos. En 1857 se descubrió un esqueleto que parecía un ser humano, pero con características bastante peculiares. Posteriormente se hallaron más esqueletos de este tipo, construyéndose así una imagen del hombre Neandertal: era un bípedo rechoncho y encorvado con un promedio de estatura de un metro y medio, el cráneo era bastante voluminoso para albergar un cerebro de tamaño parecido al del hombre moderno.

Si el hombre de Neandertal y sus parientes pueden ser considerados como Homo sapiens, entonces nuestra especie podría tener una antigüedad de unos doscientos mil años.

Los homínidos son criaturas que se parecen más al hombre que al mono. Darwin, con su obra “El origen de las especies”, desencadenó una intensa búsqueda de antepasados subhumanos, lo que normalmente se conoce como “el eslabón perdido”, pero esta búsqueda no ha dado aún frutos concluyentes.

En 1977 se descubrió un fósil de homínido de tal vez 4 millones de años; se trataba de una pequeña criatura de 1,20 metros y de huesos muy delgados, de nombre científico Australopithecus y conocido cariñosamente con el nombre de Lucy. Tal vez Lucy representa a los antepasados de dos ramas de la línea homínida: australopitecinos y homínidos.

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