La Oratoria y Retórica en la Antigua Roma: Fundamentos y Maestros

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El documento trata sobre la oratoria y la retórica en la antigua Roma, centrándose en sus características, evolución y principales exponentes, como Cicerón y Quintiliano. La oratoria, definida como el arte de hablar en público con corrección y belleza para persuadir y agradar, tuvo gran importancia en Roma, especialmente durante la República, donde el sistema político fomentaba su desarrollo en el Senado y el Foro. La retórica, que establecía las reglas de la oratoria, fue aprendida de los griegos y se convirtió en una disciplina fundamental en la educación romana, junto con la gramática.

Desde el siglo II a.C., con la creciente influencia griega, las escuelas de retórica se expandieron en Roma, atrayendo maestros de Asia Menor. Estas escuelas enseñaban las técnicas de la oratoria, que se dividía en cinco fases fundamentales:

  • Inventio (búsqueda de ideas y pruebas)
  • Dispositio (ordenación del discurso)
  • Elocutio (redacción con estilo)
  • Memoria (técnicas de memorización)
  • Actio (entrega oral con gestos)

Además, los discursos se clasificaban en tres tipos según su finalidad:

  • Genus laudativum (discursos ceremoniales o elogios fúnebres)
  • Genus deliberativum (para convencer en debates políticos)
  • Genus iudiciale (acusación o defensa en tribunales)

Se distinguían tres estilos de oratoria influenciados por Grecia:

  • Escuela ática, basada en un estilo sencillo y natural, sin adornos excesivos (representada por Licinio Calvo y Bruto).
  • Escuela asiánica, caracterizada por un estilo florido y exagerado, con figuras estilísticas (su mayor exponente fue Hortensio, rival de Cicerón).
  • Escuela rodia, que combinaba lo mejor del asianismo con mayor moderación; Cicerón se formó en esta escuela.

Durante la República tardía, la oratoria alcanzó su máximo esplendor, llevando la prosa latina a una gran perfección. Sin embargo, con la llegada del Imperio y la consolidación del poder en un solo gobernante, la oratoria política perdió relevancia y se convirtió en un ejercicio académico o en una herramienta de adulación para obtener el favor del emperador.

Cicerón y su legado en la oratoria

Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) fue el mayor exponente de la oratoria romana. Estadista, filósofo y escritor, logró combinar la tradición griega con la esencia romana, creando un estilo propio que influenció generaciones posteriores. Escribió más de 50 discursos que se dividen en:

  • Discursos judiciales, como Pro Archia poeta, Pro Roscio o Verrinas (acusación contra Verres).
  • Discursos políticos, como Las Catilinarias (contra Catilina) y Las Filípicas (contra Marco Antonio, que le costaron la vida).

También escribió tratados de retórica como De oratore y Orator, donde analiza la formación del orador ideal, los distintos estilos de discurso y la estructura ideal de una intervención:

  1. Exordio: introducción para captar la atención.
  2. Narración: exposición clara del tema.
  3. Confirmación: refutación de argumentos contrarios.
  4. Peroración: conclusión impactante.

Cicerón también escribió Brutus, una historia de la oratoria latina. Su maestría en el uso del latín convirtió su prosa en un modelo de estilo durante siglos.

Quintiliano y la oratoria en la época imperial

En el Imperio, la oratoria perdió su función política y se volvió más teórica. Surgieron numerosas escuelas de retórica, pero la práctica oratoria se convirtió en mera declamación. Destaca Quintiliano (35-100 d.C.), quien escribió Institutio oratoria, un manual en 12 libros sobre la educación del orador ideal. Su enfoque se alineaba con el humanismo del Renacimiento, ya que promovía la formación de un hombre culto y virtuoso, no solo de un experto en técnicas retóricas.

Influencia en la literatura posterior

Desde la Edad Media hasta el siglo XIX, Cicerón fue una referencia en la literatura y el pensamiento. Sus escritos filosóficos influyeron en los Padres de la Iglesia Primitiva, y su estilo modeló la prosa de muchos escritores europeos. Quintiliano también tuvo gran prestigio en el Renacimiento, debido a su visión educativa. En conclusión, la oratoria y la retórica fueron esenciales en la cultura romana y dejaron una huella profunda en la literatura occidental. Cicerón y Quintiliano marcaron hitos que aún resuenan en la educación y el discurso público.

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