Oratoria y Retórica en la Antigua Roma: Arte, Política y Educación

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Oratoria y Retórica

La **oratoria**, o arte de hablar en público, fue en Roma una herramienta esencial tanto en la vida política como en la educación. Basada en la **retórica griega**, consistía en hablar con corrección y belleza para persuadir y agradar. Su desarrollo se vio favorecido por el sistema político de la **República**, donde el uso de la palabra en el foro y el Senado era clave. Al principio, los discursos eran improvisados, pero con el tiempo comenzaron a fijarse por escrito y se convirtieron en un género literario. La retórica, por su parte, se institucionalizó como disciplina, enseñando las técnicas del discurso en escuelas especializadas.

El estudio de la retórica se integró en la educación de los jóvenes romanos, especialmente de las clases altas, como preparación para la vida pública. Las escuelas retóricas griegas, y más tarde las romanas, enseñaban un proceso estructurado para elaborar discursos (**inventio**, **dispositio**, **elocutio**, **memoria** y **actio**), y distinguían entre tres tipos de discurso: el **laudativo** (religioso o fúnebre), el **deliberativo** (político) y el **judicial** (acusación o defensa). A su vez, existían tres escuelas de elocuencia: la **ática** (sobria y natural), la **asiánica** (florida y exagerada), y la **rodia** (intermedia entre ambas).

Durante los siglos II y I a.C. la oratoria alcanzó su máximo esplendor, siendo el principal vehículo de desarrollo de la prosa latina. Sin embargo, con la llegada del **Imperio** y el fin del sistema republicano, la oratoria política perdió su función práctica, convirtiéndose en un ejercicio escolar o en instrumento de adulación hacia el emperador.

El máximo exponente de la oratoria romana fue **Cicerón**, figura clave del siglo I a.C., que supo unir la cultura griega con la tradición romana. Se le considera el modelo de orador ideal, no solo por la calidad de sus discursos, sino por su amplia producción teórica. Conservamos más de 50 discursos suyos, de tipo judicial (como *Pro Archia poeta*, *Pro Murena* o *Verrinas*) y político (como *Las Catilinarias* y *Las Filípicas*). En sus tratados *De oratore*, *Orator* y *Brutus*, Cicerón expone su visión del orador perfecto: alguien que domina los tres estilos (sencillo, medio y sublime), posee amplios conocimientos y aplica con precisión las partes del discurso (exordio, narración, confirmación y peroración).

En época imperial, aunque la oratoria ya no tuvo impacto político real, la enseñanza retórica continuó. Destacó **Quintiliano**, primer retor oficialmente pagado por el Estado, autor del influyente tratado *Institutio oratoria*. Esta obra en 12 libros abarca no solo la formación del orador, sino todo el sistema educativo romano, defendiendo una educación completa para formar no solo buenos oradores, sino personas virtuosas y cultas.

La influencia de la oratoria y la retórica latinas se extendió desde la Edad Media hasta el siglo XIX. Cicerón fue considerado modelo de prosa y estilo por generaciones, influyendo tanto en escritores como en pensadores cristianos. Quintiliano, por su parte, fue admirado por los humanistas del Renacimiento por su ideal educativo, centrado en la formación del hombre completo, no simplemente en la técnica.

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