La Oratoria Griega Antigua: Orígenes, Características y Maestros Clave

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La Oratoria Griega Antigua: Orígenes, Características y Figuras Clave

La oratoria, como arte, nace y se desarrolla en Sicilia, en torno al siglo V a.C., gracias a Córax de Siracusa y su discípulo Tisias, quienes compusieron el primer tratado de retórica. Es de suponer que esta obra influyera en Gorgias antes de establecerse en Atenas y desempeñar su actividad sofística.

Sin embargo, no es casual que fuera Atenas la ciudad en la que este género se consolidase. En el marco de la democracia se brindaban muchas posibilidades de intervenir en política, y la persuasión por la palabra era un elemento fundamental. El carácter litigante de los atenienses favoreció el desarrollo del género, dado que el acusador y el acusado debían tomar la palabra ante el tribunal.

Subgéneros de la Oratoria Griega

Existen tres subgéneros principales de la oratoria:

  • Deliberativa: Perteneciente al ámbito de la política, utilizada en asambleas para persuadir sobre decisiones futuras.
  • Judicial: Practicada por los logógrafos, profesionales a quienes acudían los ciudadanos para que redactaran sus discursos ante los tribunales.
  • Epidíctica: Consistía en una exposición general sobre un tema, que se pronunciaba con ocasión de algún acontecimiento destacado, como las Olimpiadas, con el fin de alabar o censurar.

Estructura de los Discursos Oratorios

Los discursos, según la perspectiva oratoria, suelen responder a una estructura ternaria:

  1. Exordio: La introducción, donde se busca captar la atención y el favor del auditorio.
  2. Centro (o desarrollo): La exposición de los argumentos y pruebas.
  3. Epílogo: La conclusión, que resume los puntos clave y apela a las emociones.

Puede haber variantes en los elementos que componen cada parte, si bien el subgénero judicial es más estricto en su estructura y los subgéneros deliberativo y epidíctico son más flexibles.

Figuras Clave de la Oratoria Griega

Lisias

Lisias nació en Atenas y dirigió la empresa familiar, una fábrica de escudos heredada de su padre, lo que le proporcionó una notable fortuna. A pesar de sus ideas democráticas, no se dedicó a la política y consagró su perfil literario, más modestamente, como logógrafo.

La mayor parte de sus discursos pertenecen al subgénero judicial, aunque también se conservan algunas muestras de discursos con tintes políticos (como la defensa en un proceso por derrocamiento de la democracia) y de discursos epidícticos (como un discurso fúnebre).

La tradición antigua le atribuyó la autoría de unos cuatrocientos discursos (muchos de ellos considerados apócrifos); sin embargo, nos ha llegado un conjunto de algo más de treinta. En el exordio de su Defensa de la muerte de Eratóstenes, trata de granjearse el favor del tribunal que lo va a juzgar.

Isócrates

Isócrates alcanzó una gran longevidad, lo que le permitió asistir a importantes acontecimientos del final de la época clásica, como la Guerra del Peloponeso o el dominio de Grecia por parte de la monarquía de Macedonia. Fue discípulo de Gorgias.

Se dedicó a la logografía y a la enseñanza de la retórica en la escuela que fundó. De su actividad como logógrafo son discursos como el Eginético.

En el subgénero epidíctico (con obras como el Areopagítico, el Panegírico o el Panatenaico) es donde destaca su prosa y expone las líneas de su ideología, que consistía en propugnar la unidad de los griegos frente a la amenaza de los persas.

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