Poder y Omnipotencia en la Sociedad: Educación y Gobierno
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Capítulo 1: Maestros y Gobernantes en la Vida Democrática
La Omnipotencia en la Sociedad
El capítulo se construye en torno a la idea de omnipotencia, en cómo, en una sociedad que rechaza todo aquello que escapa al control de la conciencia, las personas tienden a relaciones de idolatría, buscando el poder necesario para acallar sus miedos internos.
El título del capítulo está muy apropiadamente elegido porque es en los ámbitos de la educación y del gobierno donde se perciben con claridad estas relaciones de idolatría y sometimiento, por ser profesiones en las que hay depositado un gran poder.
Pero antes, intentaré aproximarme al concepto de omnipotencia.
El Poder como Metonimia
En primer lugar, partimos de un concepto de poder como metonimia. Es decir, la concepción clásica del poder tiende a definirlo a partir de su efecto. Esto es, podemos percibir el poder porque vemos que A puede obligar a B, es decir, vemos el poder (y lo definimos a partir de ello) en sus continentes, en sus acumuladores. Una nueva metonimia lleva a la sociedad a identificar la vida con poder, la parte con el todo; esto es, el poder es vida.
La Búsqueda de la Omnipotencia en la Sociedad Vigilante
Ahora bien, en una sociedad que rechaza el mundo interno, en la que la histeria por gobernar de manera tiránica la propia identidad nos lleva a tener un terror atroz al dolor, la incertidumbre, el castigo, el desvalimiento; si el poder es vida, la manera de controlar, de combatir esos temores es mediante la acumulación de poder, que habrá de aportar en todo caso una solución final al problema. Por un lado, la sociedad vigilante confía en la capacidad iluminadora de la ciencia, esto es, la explicación racional que nos hace sentir con los pies en el suelo. Por tanto, se produce la identificación de conocimiento con poder, una de las principales características de la sociedad vigilante. Sin embargo, también podemos obtener el poder de sus continentes, es decir, de objetos (símbolos, ideologías) y personas que irradien poder: magos, santos o, como se ha dicho, educadores y líderes.
La Ilusión de Omnipotencia y la Herencia Griega
El objetivo de esta búsqueda de poder es conseguir una (falsa) sensación de omnipotencia, tener la capacidad de con el simple deseo olvidar, solucionar los problemas que se tienen. Esta ilusión de omnipotencia es una característica que la sociedad vigilante hereda directamente de la cultura griega, en la que los humanos tenían una relación constante con la omnipotencia, con una convivencia constante con los dioses y héroes. Esto es una clara diferencia con la tradición judía, en la que Yahvé es inalcanzable para los seres terrenales. La tradición cristiana, a pesar de sus raíces judías, prolongará este carácter mundano de la omnipotencia, evidente en la misma humanización del hijo de Dios. No es esta, por cierto, la única herencia que la sociedad vigilante debe a la cultura griega. Sin entrar a recitarlas todas, algunas de las más notorias son:
- La regencia del principio de identidad aristotélico.
- El rechazo a la contingencia.
- La necesidad de buscar las causas y efectos de los hechos.
- La profunda espiritualidad (superioridad del alma sobre el cuerpo).
- La concepción de la vida como guerra.
- La proscripción de la feminidad y la pasividad.
- La negación del mundo interno (y su aparición soterrada en la creencia mitológica).
Las Relaciones de Idolatría
La consecuencia principal de la búsqueda de omnipotencia en esos objetos y personas es que se crea una relación de idolatría, en la que la persona desvalida pasa a ser un sometido que, a pesar de tener un control absoluto respecto al ídolo, al que puede moldear a su voluntad, genera una dependencia tal respecto del mismo que acaba con su libertad humana. Por su parte, el ídolo queda de alguna manera inanimado, carente de vida propia, espontaneidad, inventio. Ídolo y sometido se necesitarán ya irremediablemente el uno al otro.
Tanta puede llegar a ser la dependencia del sometido, que puede verse inmóvil, incapaz de actuar por sí mismo, de cambiar, de llevar a cabo movimientos o acciones que lo alejen del ídolo. Por el contrario, la ausencia de un ídolo así puede llevar al individuo desvalido a un viaje incesante, una huida constante intentando alejarse de los escenarios y circunstancias materiales a los que ha asociado ese dolor interno que no puede explicar. Una constante huida hacia delante, un continuo empezar desde cero.
Idolatría en la Educación y el Gobierno
El gobierno y la educación son, efectivamente, dos ámbitos en las que las relaciones de idolatría tienden a aparecer. Unas “profesiones imposibles” según Freud. En concreto, la idolatría al maestro es uno de los vicios de la educación vigilante. Corresponde al buen maestro el romper estos lazos, esta relación de omnipotencia.
La Familia como Espacio de Dependencia Idolátrica
Otro ámbito en que las relaciones de dependencia idolátrica se dan con fuerza es en la familia. Bajo la amenaza de la soledad, el riesgo de la locura y el abandono, se ejerce la tiranía y el espionaje sobre sus miembros. Además, tiende a inculcar en sus miembros el instinto de reproducción, de manera que esta “conserva social” prolonga su dominio.