Odas de Horacio: Una Exploración Poética de la Naturaleza, el Amor y la Mitología
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Oda 3.18
Fauno, enamorado de las ninfas que te rehúyen, pasea, propicio, por mis fincas y por mis campos soleados y márchate favorable a mis pequeñas crías. Si cae un tierno cabrito al cumplirse un año, no te faltará abundante vino en la cratera, compañera de Venus, y el antiguo altar humeará con mucho aroma. Juega todo el ganado en la herbosa llanura cuando te vuelven las Nonas de Diciembre. El pueblo en fiesta está ocioso en los prados junto al buey desocupado, vaga el lobo entre los audaces corderos, disemina el campo su agreste fronda para ti. Que se alegre el labrador de golpear con su pie tres veces la hostil tierra.
Oda 3.11
Oh, Mercurio, pues dócil a tu enseñanza Anfión movió piedras cantando, y tú, tortuga, astuta en resonar con tus siete cuerdas, ni locuaz en otro tiempo ni grata, pero ahora amiga de las mesas de los ricos y de los templos, dí los modos a los que Lide aplique sus obstinados oídos. Ella, como yegua de tres años en los extensos campos, juega brincando y teme que la toquen, inexperta de las nupcias y todavía insensible a su impetuoso marido. Tú puedes conducir los tigres y los bosques como compañeros y detener los rápidos ríos; cedió a tus caricias el portero de la monstruosa puerta, Cérbero, aunque cien serpientes defiendan su furiosa cabeza y un aliento fétido y sanguinolento mana de su boca de tres lenguas. Es más, también Ixión y Titio rieron con rostro contrario, permaneció seca un momento la urna, mientras ablandabas con un agradable canto a las hijas de Dánao. Que escuche Lide el crimen y los conocidos castigos de las doncellas, y la jarravacía del agua que fluye de los agujeros del fondo, y los tardíos destinos que reservan castigos incluso en el Orco. Impías, pues, ¿qué otra cosa mayor pudieron? Las impías pudieron perder a sus esposos con el duro hierro. Solo una de entre las muchas, digna de la antorcha nupcial, fue espléndidamente traidora a su perjuro padre y, doncella noble para siempre, dijo a su joven marido: "¡Levántate!, para que no te dé un largo sueño de donde no lo temes, engaña a tu suegro y a mis criminales hermanas que, como leonas que han encontrado unos corderos, los degüellan, ¡ay!, uno por uno. Yo, más blanda que ellas, ni te haré daño ni te tendré entre barreras. Que mi padre me cargue con crueles cadenas, puesto que, clemente, perdoné a mi desdichado marido, o que me relegue con una nave a las lejanas tierras de los númidas. Márchate adonde te rapten tus pies y las brisas, mientras la noche y Venus te favorecen con favorable augurio, y esculpe en mi sepulcro un lamento como recuerdo de nosotros."
Oda 3.13
¡Oh, fuente de Bandusia, más reluciente que el vidrio, digna del dulce vino no sin flores! Mañana se te entregará un cabrito, al que su túrgida frente con los primeros cuernos, tanto al amor como a los combates lo destina. En vano, pues tus heladas aguas con su sangre rojiza se teñirán, retoño de la grey lasciva. A ti la cruel hora de la calurosa Canícula no sabe tocarte; tú ofreces el agradable frescor a los toros cansados del arado y al ganado errante. Serás estimada tú también entre las fuentes famosas, cantando yo a la encina que se asienta en las huecas rocas de donde brotan tus locuaces aguas cristalinas.