Obras Maestras del Siglo XX: Arquitectura y Arte Emblemático
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Fallingwater: La Obra Maestra de Frank Lloyd Wright
Frank Lloyd Wright diseñó esta construcción como casa de campo para la familia de Edgar Kaufmann. La casa se sitúa en una gran parcela arbolada de Pensilvania (EE. UU.), y una pequeña cascada fue el emplazamiento escogido por Wright para situar la vivienda. La construcción se efectuó bajo los principios de la arquitectura orgánica, buscando la unión de la edificación con el espacio que la rodea y con el medio natural. Por ejemplo, la mampostería que cubre parte de la fachada fue extraída del mismo bosque circundante. El agua es un elemento clave en todo el conjunto, presente tanto en el interior como en el exterior, y su sonido es una constante. Los elementos se pintan de un tono beige que armoniza con los tonos del bosque.
El arquitecto planteó la construcción como algo versátil, con vida propia, capaz de crecer o modificarse armoniosamente. El contraste entre líneas verticales y horizontales se hace patente en el exterior de la casa. Las horizontales se marcan a través de las terrazas de hormigón armado, mientras que las verticales se configuran a través del espacio de la chimenea, el punto más alto de la casa, y los vanos que se abren desde el primer hasta el segundo piso, dejando a la vista las vigas estructurales. Wright estableció una unión entre materiales clásicos como la madera o la piedra, y otros modernos como el hierro, el aluminio o el hormigón.
Unité d'habitation: La Visión Urbana de Le Corbusier
La Unité d'habitation comenzó a ser planeada inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, respondiendo a la urgente necesidad de nuevas viviendas tras el conflicto. Le Corbusier abogó por rascacielos como unidades de arquitectura urbana integradas. La Unité fue diseñada como una «ciudad jardín vertical».
Fue la primera oportunidad para Le Corbusier de poner en práctica sus teorías de proporción a una escala que darían origen al Modulor, un nuevo sistema de proporciones basado en el Renacimiento, que a su vez se fundamenta en las medidas del ser humano. En palabras de Le Corbusier: «Una máquina, un mueble o un periódico son prolongaciones del hombre».
El proyecto está conformado por una única unidad arquitectónica que alberga a 1600 personas. El edificio es una enorme construcción. Cada piso contiene 58 apartamentos en dúplex accesibles desde un gran corredor interno cada tres plantas, lo que Le Corbusier denominó «calles en el aire». El edificio poseía una zona comercial de dos plantas, una sala de actos, un restaurante, un hotel, una lavandería y otros servicios de suministro.
El conjunto se asienta en un único bloque levantado sobre pilares exentos, lo que permite liberar todo el suelo para jardines y espacios de ocio. Su estructura es de hormigón armado y se asemeja a una estantería. Los materiales utilizados son hormigón armado y vidrio, sin decoraciones ni excesos, tanto en interiores como en exteriores.
La Persistencia de la Memoria: Un Viaje Surrealista
Estamos delante de un paisaje onírico. Parece una playa al anochecer. En primer término y en posición central, destaca una extraña figura que tiene encima un blando reloj de bolsillo. A la izquierda, sobre lo que parece una mesa de madera rectangular, aunque incompleta, encontramos otros dos relojes: uno más pequeño, cerrado, sobre el que se apelotona una multitud de hormigas; el otro, enorme, blando y alabeado —con una mosca encima y marcando casi las siete horas—, se escurre por el borde de la mesa. De esta mesa nace un árbol roto, con una sola rama sin hojas sobre la que hay un tercer reloj blando.
Al fondo, fuertemente iluminada, vemos una cala recortada por acantilados rocosos. El mar se confunde casi con el cielo cubierto de vaporosas nubes blancas.
El dibujo tiene una enorme importancia en el cuadro: es de líneas puras, muy académico. Los objetos están representados con exactitud y detallismo, pero sus dimensiones no son reales y están deformados. La luz juega un gran papel. El cuadro está dividido en dos partes no simétricas: una tenebrista y la otra, fuertemente iluminada al fondo, con una luz muy blanca e irreal.
En cuanto al color, predominan los tonos fríos (azules, grises, blancos), que contrastan con los cálidos (ocres, marrones y amarillos). Es una obra perteneciente al Surrealismo. Los surrealistas creían que la única forma de acceder a la realidad era a través del subconsciente. Su temática principal es la de los sueños. El arte, para ellos, era un método de conocimiento de la realidad interior, no visible.