Obras Maestras del Barroco: Éxtasis, Retratos y Mitología

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Éxtasis de Santa Teresa

En la Capilla Cornaro, Bernini consigue unir arquitectura, escultura y pintura para formar un magistral espacio escenográfico. La capilla recuerda a un teatro en el que el Éxtasis de Santa Teresa hace las veces de escenario. La santa, en trance, espera que el ángel, de enigmática sonrisa, traspase de nuevo su corazón con la lanza de fuego. La emoción cristaliza en el éxtasis de la santa, en su cuerpo desmayado, en el abandono de pies y manos, la cabeza caída hacia atrás, los ojos cerrados y la boca entreabierta en un quejido inaudible.

Ilumina la escena una ventana de cristal amarillo oculta, que contribuye a crear la ilusión de que el sol se "materializa" en el haz de rayos dorados que envuelve a los personajes. Los rayos parecen provenir de la misma bóveda, presidida por un fresco que recrea un paraíso, los ángeles apartan las nubes para que sus rayos bendigan el éxtasis.

Autorretrato como alegoría de la pintura

Artemisia Gentileschi se presenta al espectador en el momento de pintar, cuando aún el lienzo está en blanco, dirigiendo su pincel hacia él. La postura es escorzada, abriendo los brazos para abarcar toda la superficie del lienzo, sosteniendo en su mano izquierda la paleta mientras que la derecha sostiene el pincel.

La forma de armar el cuadro es similar a otras obras de arte de la época.

Utiliza líneas diagonales para mostrar cómo se mueve tanto hacia el lienzo como alejándose de él.

La luz viene de la izquierda, pero no se puede ver de dónde viene y es mucho más brillante de lo que se espera. Gentileschi está bien iluminada desde el frente, pero su espalda es difícil de ver. Una línea clara atraviesa la frente y las mejillas, baja por el costado del cuello y cruza el hombro izquierdo. Esta es una técnica de claroscuro que se usó mucho durante la era barroca para agregar dramatismo. La textura se puede ver en el cabello desordenado, las arrugas en la manga y las manos sucias, que hacen que la pintura parezca más real.

Los colores son interesantes, por la iluminación y por las diferencias naturales en los tonos. La ropa y el fondo son oscuros, la piel pálida de la cara y el brazo derecho, la cadena de oro brilla, mientras que la cadena cerca del pecho, que termina en un colgante de máscara, se desvanece lentamente a un marrón opaco. Las iniciales de la artista están escritas en la parte inferior de la paleta.

La representación de Gentileschi de sí misma como una alegoría debe considerarse como positiva, mostrando al mundo lo que una mujer puede hacer, como afirma Mary Garrard, solo una mujer artista podría presentarse de esta manera.

Autorretrato con su esposa Isabel Brant

Nos encontramos frente a una obra pictórica en la cual observamos a dos personajes agarrados de la mano y sentados. Parece que están posando, pues ambos miran al frente. Detrás de ellos parece haber un árbol y poco más. El juego de luces que empleó centra la atención en los dos personajes que aparecen, el resto queda en la sombra.

En torno al año 1609 el artista Pedro Pablo Rubens se casaba con Isabella Brandt. La obra debió ser pintada en el primer año de su matrimonio y refleja a la feliz pareja en un entorno natural. El artista se representa a él mismo junto con su esposa, ambos sentados, él ligeramente detrás de la dama en un gesto protector, y sus manos se encuentran unidas en símbolo de su felicidad. Tras ellos, un gran arbusto de madreselva que durante la época barroca representó un símbolo de amor y fidelidad.

Aparecen elegantemente vestidos, Isabella lleva un vestido labrado con un grandísimo cuello blanquecino y sombrero de lado. A su lado, Rubens, con sombrero de lado como el de su esposa, siguiendo la moda de la época, y en la mano sujeta una espada clavada en el suelo como si fuese un caballero. Este es el fin último del lienzo que aquí nos ocupa, el artista reivindica la posición noble de los pintores. El detallismo del lienzo y el uso de un colorido muy cuidado reflejan la tradición flamenca en un artista innovador.

Las hilanderas

Velázquez juega con el recurso barroco de insertar un cuadro dentro de otro, invirtiendo el orden de importancia del tema (es decir, lo trivial en primer plano, y lo esencial en el fondo). Es una obra compleja en la que Velázquez vuelve a interpretar un motivo mitológico en clave cotidiana. La escena se concibe como un cuadro de género, con la representación del taller de hilanderas y, al fondo, en otro espacio iluminado, se representa el episodio central del relato: el momento en que Atenea, incitada por la osadía de la joven Aracne, la convierte en araña ante el tapiz en que la infortunada ha representado el rapto de Europa.

Velázquez trabaja la perspectiva aérea con una pincelada suelta, casi impresionista, que hace tangible la atmósfera polvorienta del taller; y gracias al estudio de los planos lumínicos sugiere los efectos de distancia y la corporeidad de las formas.

Los rayos de sol juegan con todo lo que encuentran a su paso (las hilanderas, sus útiles de trabajo). La Atenea hilandera, configurada a partir de sombras, contrasta con la figura de Aracne, bañada de luz.

En un segundo plano, y en el centro, la estratégica figura de una mujer, ejecutada con sombras profundas, hace resaltar la luminosidad de la habitación alta del fondo y materializa el efecto de profundidad.

Las Meninas

Los personajes en primer plano están dispuestos en dos grupos de tres: en el central destaca la infanta Margarita, hija de los reyes, acompañada por sus meninas: María Agustina Sarmiento, que le ofrece un búcaro de agua en un plato de oro, e Isabel de Velasco, que se inclina reverente. A la derecha del espectador se encuentra la otra tríada, compuesta por la enana Maribárbola, el enano Nicolasito Pertusato y un mastín. Las anomalías físicas y los colores oscuros de los vestidos de los componentes de este grupo resaltan la belleza y la claridad cromática de los atuendos de los otros tres.

Detrás de los personajes, medio ocultos en la penumbra, la dama de honor Marcela de Ulloa y un guardadamas. En el extremo opuesto y detrás de un gran lienzo se erige la figura escrutadora del propio Velázquez, quien con una mano sostiene el pincel y con la otra la paleta. El hombre que sube (o baja) los peldaños de la escalera es José Nieto, aposentador de la corte.

El punto de fuga del cuadro se concentra en su silueta. El gesto de su brazo nos lleva a la imagen de los reyes de España, Felipe IV y Mariana de Austria, reflejada en el espejo del fondo de la sala.

El pintor se recreó en los efectos lumínicos haciendo que la luz incidiese sobre las figuras en primer plano, y sumergiendo en la penumbra a las más alejadas. Esto ayuda a crear la ilusión de espacio en el cuadro. La luz que entra por la puerta del fondo da profundidad a la escena.

La paleta es clara, luminosa y de una gran riqueza de colores y matices. La pincelada es larga, fluida y visible. Los contornos de las figuras se difuminan.

TITULO: La familia de Felipe IV o Las Meninas
AUTOR: Velázquez
CRONOLOGÍA: 1656
ESTILO: Barroco
TÉCNICA: óleo
SOPORTE: lienzo; 3,18×2,76 m
LOCALIZACIÓN ACTUAL: Museo del Prado


NOMBRE: Extasis de Santa Teresa
AUTOR: Gian Lorenzo Bernini
CRONOLOGÍA: 1647-1652
ESTILO: Barroco
TECNICA: Talla
MATERIAL: Mármol
DIMENSIONES: 3,50 m (alto)
LOCALIZACIÓN: Capilla Cornaro de Santa Maria della Vittoria, Roma

TÍTULO: AUTORRETRATO COMO ALEGORÍA DE LA PINTURA
AUTOR: Artemisia Gentileschi
CRONOLOGIA: 1630
ESTILO: Barroco italiano
MATERIAL: Óleo
SOPORTE: Lienzo
DIMENSIÓN: 96 x 74 cm.
UBICACION: Royal Collection Trust (Reino Unido)
Kensington Palace de Londres.

TÍTULO: La fábula de Aracne o Las hilanderas
AUTOR: Velázquez
CRONOLOGÍA: 1652-1655
ESTILO: Barroco
TÉCNICA: óleo
SOPORTE: lienzo; 2,90x2,20 m
LOCALIZACIÓN: Museo del Prado, Madrid

TITULO: AUTORRETRATO CON SU ESPOSA ISABEL BRANT
AUTOR: Pedro Pablo Rubens
CRONOLOGÍA: 16091
PERIODO: Barroco
TÉCNICA: Óleo sobre lienzo
DIMENSION:179 x 136 cm.
UBICACIÓN: Alte Pinakothek, Múnich

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